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El Tour arrancó con miedo a la pandemia, a no llegar a París, donde este domingo Sam Bennett ganó la última etapa al sprint. Pero ni el Covid-19 ha podido parar a la nueva sensación. Tadej Pogacar va a cambiar la manera de ... medir la historia ciclista. Lo avisó cuando tenía 11 años. Subió al podio como vencedor de aquella carrera inicial. Encaramado al cajón alto del ganador era aún más bajo que los chavales que habían quedado segundo y tercero. Un elegido. «Es la perfección hecha ciclista», repite su director en el UAE, Josean Fernández, Matxin. Con Pogacar todo se mide de nuevo. Eddy Merckx, ganó su primer Tour con 24 años. Pogacar cumple hoy 22.
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Es el segundo ciclista más joven que domina el Tour, solo superado por Henri Cornet, que fue una anomalía. Tenía 19 años, era la segunda edición, la de 1904 y días después de acabar la carrera los cuatro primeros fueron descalificados. Cornet venció de rebote. Pogacar lo ha hecho a lo grande. Casi solo frente al ejército del Jumbo de Roglic. Con su estilo agresivo. Atacó en cada cuesta. Sin que le afectaran errores como el abanico que le costó minuto y medio. Y, sobre todo, con una contrarreloj final que ya es historia. «Ganar el Tour es una locura», dice. El ciclismo ha enloquecido con él.
Pogacar es producto de las nuevas tecnologías aplicadas al deporte. Los jóvenes aspirantes a estrella conocen sus datos de potencia. Saben hasta dónde pueden llegar. Y eso les quita los complejos ante los veteranos. Pogacar no los tiene. «Tadej es optimista, simpático, nada le agobia. No siente la presión», comentan sus compañeros de equipo. Un ciclista alegre, que disfruta. El ciclismo es su diversión. Juega.
Pogacar tiene eso y algo más: pasión. Hambre. En el Tour dicen que es un gatito sin bicicleta y un tigre cuando pedalea. En la contrarreloj del sábado salió con potenciómetro. Presionó a Roglic, que tenía una renta de 57 segundos. Le agobió. Y ya en la subida a la Planche des Belles Filles aparcó la 'cabra' y cogió la bicicleta normal, sin medidor de potencia. No quería más datos. Tiró de corazón. Así es Pogacar. Reventar o ganar. Ganó.
Victoria a la primera. Por K.O. frente a otro esloveno, Primoz Roglic, que quiso llevarse el Tour a los puntos, midiendo cada esfuerzo. Su equipo, el Jumbo, maniató la carrera. Destruyó a Bernal y al Ineos. Asfixió a los escaladores como Landa en los puertos con el ritmo de Van Aert, Gesink y Dumoulin. Y dejó la puntilla para la contrarreloj final. Corrió ese riesgo y se quemó el último día.
El final del Tour ha recompensado a los dos corredores más agresivos, a los dos que perdieron tiempo en un abanico camino de Lavaur, en la séptima etapa: Pogacar y Landa. Al día siguiente, el esloveno mostró su fuerza mental. Atacó en el Peyresourde y arañó 40 segundos. Hizo lo mismo en cada final en alto. Landa, que estuvo con Bernal, Pogacar y Roglic en la pared pirenaica de Marie-Blanque, salió en los Alpes a por el Tour. Su equipo, el Bahrain, cambió los planes del Jumbo en la etapa de La Loze, la gran cuesta de esta edición. Ese día, el alavés no estuvo a la altura de su ambición. Pero el intento talla su carácter de campeón. En la siguiente etapa rompió el Tour en el Plateau de Glieres y subió a la quinta plaza de la general. La 'crono' le colocó cuarto y a Pogacar le dio el Tour tras una remontada inolvidable.
Tras el dúo esloveno, Pogacar-Roglic, la tercera plaza del podio es para un candidato casi olvidado, el tasmano Porte. Con 35 años. «Ya me puedo retirar tranquilo», dice. A nueve segundos de la cuarta plaza de Landa ha terminado Enric Mas, quinto. El mallorquín se ajusta a la escuela de maduración lenta del Movistar. Empezó el Tour renqueante y lo termina fortalecido. Ha dado un paso adelante. Entre los 25 primeros se han clasificado Valverde (12º), Pello Bilbao (16), Verona (19), Soler (21) y Gorka Izagirre (22). La clase media el pelotón español funciona.
Aunque se va sin victorias. De ganar se han ocupado otros, sobre todo, Pogacar con tres etapas, el maillot de la montaña, el de mejor joven y el maillot amarillo. Abrumador. Eso sólo lo ha hecho Merckx. Los jóvenes ya mandan en el ciclismo. Hace un año fue Bernal, con 22 años, el vencedor del Tour. El belga Evenepoel asombra en cada carrera. Y un portento como el suizo Hirschi se ha convertido en el más combativo de la esta Grande Boucle. Su equipo, el Sunweb, acumula tres etapas. Buena puntería.
Aunque es el Movistar, de nuevo, la mejor escuadra del Tour. Casi es una tradición. En cambio, se rompió el hábito de ver a Sagan con el maillot verde de la regularidad. El irlandés Bennett se lo ha quitado. Es de los pocos títulos que no se lleva Pogacar. La fuerza tranquila. El gato y el tigre bajo la misma piel. En su equipo le definen con esta frase: «No tiene miedo a perderlo todo por ganar». Con corredores así, como el esloveno y Landa, el ciclismo sueña con pasarlo en grande si el coronavirus lo permite.
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