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En Cattolica, meta de la quinta etapa del Giro, Mikel Landa perdió definitivamente la fe. La desgracia no deja de abatirlo. Una y otra vez. De nuevo, estaba en el lugar donde apuntaba la mala suerte. De nuevo otro ciclista, en esta ocasión Joe Drombowski, ... provocó una caída que arrastró al corredor alavés. A cuatro kilómetros de la meta de Cattolica, Landa escenificó en el suelo la secuencia de su infortunio. Como una estatua griega que se duele congelada en el tiempo. Con el gesto agrietado por el dolor, se tocaba la clavícula izquierda. Había sentido el chasquido del hueso roto que ponía fin a su Giro. También tenía cinco costilla fracturadas y, probablemente, una escápula. Los médicos prefieron que se quedara en el hospital hasta descartar que los pulmones estuvieran perforados. A Landa se le acabó el Giro que un día antes le había visto atacar y seleccionar a los favoritos en la subida a Sestola. Tampoco ganará esta edición. La mala suerte se ha pegado a su raspada piel.
En af de helt store favoritter til at vinde årets Giro d'Italia Mikel Landa røg i asfalten med 4,5 kilometer til mål - og det så ikke særlig godt ud for spanieren 😞 pic.twitter.com/Ujdy87Owpc
Eurosport (@Eurosportdk) May 12, 2021
La quinta etapa salía de Módena. Vinagre. Y coches. Allí están las fábricas de Ferrari, Maserati, Lamborghini, Pagani y Ducati. Velocidad. Parecía un día apacible, llano, de camino hasta Cattolica, donde iba a ganar al sprint Caleb Ewen. Pero el recorrido más plano de este Giro guardaba un final de escalofrío: estaba en un circuito urbano lleno de rotondas, isletas y esas señales que se levantan en mitad de la calzada para ralentizar a los vehículos. Esas mismas medianas se convierten en trampas cuando pasa una carrera ciclista a toda pastilla. Casi 200 corredores sacando los espolones de sus codos, con los ojos clavados en la rueda del dorsal que les precede y en mitad de un campo minado. Todo ahí es velocidad y riesgo. Ya se había caído Sivakov, también con una clavícula rota.
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A cuatro kilómetros de la meta, justo antes de ingresar en una rotonda, un miembro de seguridad del Giro, con chaleco reflectante, advertía con una bandera roja al aire de la señal de tráfico y la isleta que tenía a sus espaldas. El pelotón, lanzado hacia el sprint, se dividió a derecha e izquierda. Pero Dombrowski, el vencedor de la etapa del martes, no esquivó al operario. Impactó con él con el brazo zurdo, se desequilibró y patinó por el suelo, separado de su bicicleta. Sin querer, provocó la caída de los corredores que le seguían. Landa y el francés Bidart tropezaron con él. Bidart y Dombrowski se levantaron. El alavés, no. Resonó su grito de dolor y rabia.
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Jonathan Castroviejo, que venía descolgado tras escoltar a Egan Bernal, vio a Landa en el suelo. «Me he temido lo peor. Era un tramo de ligero descenso. Ahí se va a casi sesenta por hora», relató. Varios de los compañeros de Landa en el Bahrain se acercaron para llevarle de nuevo al pelotón. Pero ya no había nada que hacer. Tenía una clavícula rota y varias costillas afectadas. En el hospital lo confirmaron. Adiós a un Giro al que aspiraba. La historia repetida en la ronda italiana y en el Tour.
Hay pocos ciclistas tan sólidos en las grandes vueltas como él. Siempre entre los primeros. Tercero y cuarto en el Giro;dos veces cuarto en el Tour (en 2017 se quedó a un segundo del podio). Han ido cambiando sus rivales: antes eran Contador y Froome; ahora, Bernal y Pogacar. Lo que no varía es su peor enemigo, la mala suerte. El francés Barguil le tiró en el Tour 2019 cuando ya iba en el abanico bueno. Ese mismo año, el estadounidense Ben King tropezó en el final de la Clásica de San Sebastián y Landa acabó en el hospital. Antes, en el Giro de 2017, una motocicleta de la carrera tumbó a medio equipo Sky, incluido el alavés. Le persigue un maleficio.
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Mientras era trasladado al hospital, los cuatro compañeros del Bahrain que se habían quedado a atenderle aparecieron mudos, desolados, en la meta de Cattolica. Sin ganas de pedalear. Sin fe. Franco Pellizotti, director de la escuadra, trataba de acomodarse a la situación. «Era un final de etapa complicado. Es parte del juego. Ahora nos quedan las bazas de Pello Bilbao y Caruso, que están en gran forma», dijo. Landa era su líder para asaltar el Giro. Tras las vallas, los corredores del Bahrain parecían zombies. De la alegría por ver a Landa brillar un día antes en Sestola a este nuevo y doloroso palo. «Mikel estaba en el momento y la forma perfectos para ir a por el Giro», lamentaban sus compañeros. Había malestar en el pelotón por la peligrosidad del circuito de Cattolica que les ha costado la carrera al alavés y a Sivakov. El ciclismo es cada vez más un deporte de alto riesgo.
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Landa iniciará ahora otro periodo de rehabilitación. Está acostumbrado. El Tour, que arrancará el 26 de junio, no entraba en sus planes iniciales, aunque aún no lo había descartado oficialmente. Sus objetivos tras el Giro eran los Juegos Olímpicos y la Vuelta. La caída y la lesión pueden trastocarlo todo. La sexta etapa termina este jueves n la cima de San Giacomo. Landa, a sólo unos segundos de sus rivales, era uno de los candidatos a luchar ahí por la victoria y la maglia rosa.
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