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La sonrisa de Nilofar Bayat es inmensa. Tanto ella como su marido Ramish solo tienen palabras de agradecimiento. Están felices de haber llegado a Bilbao, de haber fichado por el Bidaideak BSR y de haber dejado atrás el infierno en el que han convertido los ... talibanes su Afganistán natal. Les emociona su nueva vida, aunque no dejan de pensar en los millones de compatriotas que no han corrido la misma suerte. Ella, capitana del equipo nacional de baloncesto en silla de ruedas, licenciada en Derecho, trabajadora de la Cruz Roja y activista, supo que su vida corría peligro. Era un claro objetivo para el nuevo régimen. Por fin están a salvo.
- ¿Qué tal se encuentra?
- Ahora estoy bien. Hemos dormido poco y nos estamos adaptando, pero estamos muy felices. Nos gusta mucho la casa y que haya tanta naturaleza alrededor.
- Hace tres días la querían matar y ahora tiene una nueva vida. Debe de ser difícil de asimilar.
- Ahora puedo sonreír porque estoy a salvo. Puedo decir la verdad con libertad y me emociona tener un nuevo futuro. Pero sigo pensando en mi familia, en mis amigos y en toda la gente que se ha quedado en Afganistán. Estoy muy preocupada por ellos.
- ¿Cómo fue el viaje hasta España?
- No fue fácil. El aeropuerto estaba rodeado de talibanes que no paraban de disparar para asustarnos. Nos juntamos allí miles de personas queriendo acceder a los aviones. A mi marido y a mí nos golpearon. Fue la primera vez que estuve con un talibán. Además Ramish se puso enfermo, le dolía mucho la pierna. Fue muy duro. Nos arrancaron el equipaje y vinimos casi con lo puesto. Solo pudimos salvar nuestra vida.
- Les ofrecieron viajar a Alemania.
- Fue cerca de Kabul. Allí había mucha gente queriendo escapar y soldados alemanes que pretendían llevarnos a su país. Pero no queríamos porque no teníamos a dónde ir, mientras que aquí teníamos una invitación para jugar a baloncesto, un trabajo. Entonces nos ayudó la Embajada española.
- ¿Cómo fue el trayecto en avión?
- Estábamos muy contentos de poder viajar, pero durante todo el camino hablamos sobre nuestros amigos y la familia. Nosotros nos marchábamos, pero dejábamos allí a todos.
Valor
- Tuvo que ser muy duro...
- Sí, porque siguen en peligro. Mi cuñado es periodista y la situación es complicada para él. Hace un par de días los talibanes mataron a una periodista y han secuestrado a otro, que nadie sabe si está vivo o muerto. Mi hermana es activista como yo. Trabaja con los niños de la calle, hace que vayan al colegio y les enseña. (Se le entrecorta la voz) Tengo miedo porque los talibanes no le van a permitir trabajar.
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Luis López
- Tuvo claro que debía escapar del país para seguir con vida.
- Sí. Hay muchos vídeos sobre mí criticando a los talibanes, estoy en internet, en las redes sociales. Soy la capitana del equipo de baloncesto en silla de ruedas del país, así que mi imagen es pública. Además, aunque no he trabajado directamente con ellos, he estado en contacto en muchas ocasiones con la Embajada de Estados Unidos. Los talibanes iban a matarme.
- Es muy valiente. Fue muy crítica desde el primer momento con los talibanes.
- Cuando llegamos al aeropuerto rodeados por talibanes disparando empecé a llorar. Estaba hundida, pero me repetía que éramos fuertes. En ese momento vi lo peligrosos que eran quienes acababan de llegar al poder. Nos querían destruir. Le dije a Ramish que yo no podía vivir así. No podía cambiar mi vida como ellos querían que hiciera.
- ¿Cómo vivió la llegada al poder de los talibanes?
- América y el resto de países abandonaron Afganistán de golpe. No hicieron nada. De hecho, hablaban de salvar a sus soldados, pero no a los civiles afganos. Sentimos que no significamos nada para ellos. No estábamos apoyados por ningún país. Sabía que los talibanes estaban ganando poder, pero llegaron muy deprisa a Kabul. No esperábamos que fuera tan pronto. Nuestros soldados eran lo suficientemente fuertes como para luchar contra los talibanes, pero sentimos que llegaron sin complicaciones al Gobierno.
Feminista
- ¿Cómo ve el futuro de las mujeres en Afganistán?
- Oh… (hace una pausa). Conocemos a los talibanes. Nada ha cambiado. Incluso parece que ahora son aún peores que antes. Ya no hay sitio para las mujeres. No tienen futuro. No lo tendrán mientras estén los talibanes. Miles de mujeres cualificadas ya no pueden trabajar. Es un crimen. Los días oscuros de Afganistán no han hecho más que empezar.
- Ha tenido mucha suerte.
- Por supuesto. Soy mucho más afortunada que el resto de mujeres en Afganistán. El Gobierno de España me encontró una salida en solo tres días. Todo fue muy rápido y nos ayudaron con todo. Temía por mi vida y ahora tengo un sitio en el que vivir. Además, no tardé en recibir un montón de ofertas de distintos equipos geniales para jugar con ellos. Ha sido difícil elegir.
- ¿Cómo se decidió?
- Hablé con mi amigo el periodista Antonio Pampliega, que me ayudó a viajar cuando le conté que estaba en peligro. Él me habló de los distintos equipos y decidí venir a Bilbao porque es una ciudad grande y con un clima que no es muy cálido. Además, el Bidaideak es el actual campeón de liga.
- El suyo no es para nada un estilo de vida habitual para una mujer en Afganistán.
- No, gracias a que he tenido un padre genial. Tengo más suerte que la mayoría de las mujeres de mi país porque él tampoco es como la mayoría de hombres del país. Es más abierto de mente. Lleva muchos años trabajando en una ONG con muchas mujeres que han tenido una muy buena educación. Son poderosas, fuertes y buenas profesionales. Decidió que quería que sus hijas fueran así y luchó por nosotras.
- Es licenciada en Derecho y ha trabajado hasta ahora con la Cruz Roja de Afganistán.
- Trabajo con ellos desde que tenía 11 años y estaba en el colegio. Me ayudaron mucho cuando me hirieron los talibanes. Cayó un cohete en nuestra casa cuando era una niña. La Cruz Roja estuvo conmigo durante el tratamiento. Todo lo que tengo es gracias a ellos. Cuando me recuperé, aunque aún era muy joven, me ofrecieron trabajar con ellos. Fue una suerte porque Afganistán no es accesible para las personas con alguna discapacidad.
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J. F. Cachorro
- ¿Cuáles son sus planes en Bilbao?
- Además de jugar a baloncesto, quiero trabajar. No quiero quedarme en casa esperando a que el Gobierno me pague. Estoy muy agradecida de todo lo que me han dado, pero quiero poder depender económicamente de mí cuanto antes. En Afganistán yo era quien mantenía a mi familia. Ahora ayudaba a mi padre, que ya está jubilado.
- ¿Cómo conoció a su marido?
- Gracias al baloncesto. Nos presentó una amiga en común. Recuerdo que ese día él me compró un helado. Me agregó a Facebook y siguió mis pasos en el baloncesto. Tiempo después, nos reencontramos jugando. Antes de ser pareja fuimos amigos y el año pasado me pidió matrimonio. Nos casamos el 17 de octubre.
Bidaideak
- ¿Qué espera del Bidaideak?
- Será muy diferente que mi anterior equipo, donde era tiradora. Ellos entrenan de forma más profesional. Sé que me apoyarán y yo les ayudaré en todo lo que pueda. Estoy emocionada por seguir mi carrera aquí. No puedo esperar a conocer a mi compañeros y mi nueva silla de ruedas.
- Se quedó a las puertas de ir a los Juegos Paralímpicos de Tokio. ¿Sueña con ir a París?
- Ojalá… Ojalá pudiera ir con Afganistán allí. Me encantaría vivirlo con mis amigas.
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