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He visto el video que las bomberas de Bizkaia han grabado para Esme, la niña inglesa que quería ser chico para ser bombero. Ella pensaba ... que las chicas no podían serlo porque nunca había visto ninguna. Les confieso que se me ha caído una lagrimilla y que he sentido un poco de tristeza al darme cuenta de que era la primera vez que veía una bombera.
Hay una realidad oculta, invisibilizada que lucha por salir a la luz, que trabaja cada día para abrir hueco a las que vienen por detrás. En este momento donde las compuertas de la igualdad se están abriendo de par en par necesitamos pantallas gigantes para que las niñas de todo el mundo sepan que pueden SER lo que ellas quieran. Que sueñen y que tengan un espejo en el que mirarse.
Que las leonas jueguen en San Mamés es un gran paso al frente, un posicionamiento claro: «Los de Bilbao sí que creemos en la igualdad! AQUÍ ya está pasando, las mujeres tienen su espacio, no les hacemos hueco, no es un regalo es un derecho ganado con mucho esfuerzo. Largas jornadas de entrenamiento, cero de presupuesto, currar en otros sitios para luego cumplir sueños...».
Ellas van con un machete abriendo camino en esta selva de desigualdades y nos necesitan en el campo. Necesitan que llenemos las gradas, que hagamos de pantallas gigantes, que encendamos focos, que aplaudamos a rabiar, que apoyemos y gritemos ¡aúpa Leonas! porque lo que está en juego no es solo un partido. Nos estamos jugando derechos, nos jugamos sueños, nos jugamos ponernos en la división de honor de la Igualdad.
El mundo necesita ver las gradas de los estadios llenas cuando juegan los equipos femeninos para que haya referentes, para que las niñas de todo el planeta, como Esme con las bombreras, vean que para jugar al fútbol no hace falta ser chico. Sí, ya sé que las chicas juegan al fútbol en Lezama todas las semanas pero no, no es lo mismo. El mensaje no es el mismo. NO es igual cocinar en tu casa que en un 3 estrellas Michelin. El reconocimiento, las oportunidades laborales, la remuneración no es la misma...
Cuando jueguen las mujeres necesitamos llenar el campo con la misma urgencia, la misma necesidad, la misma importancia que para la final masculina de la Copa del Rey contra el Barça, esas finales en las que hay reventa de entradas por miles de euros, en las que los percebes van que vuelan remojados en champán, esos partidos míticos que todo el mundo recuerda y dice con orgullo «yo estuve allí», piénsenlo, en ese partido se jugaba el orgullo de un equipo y una afición. En los partidos que las leonas juegan en San Mamés nos jugamos liderar la igualdad en el deporte.
Nos convertimos en ejemplo a seguir para otros estadios, para otras competiciones, estamos lanzando un mensaje alto y claro. Las mujeres tienen los mismos derechos que los hombres, no solo en el papel mojado de la constitución también en los hechos.
No, no es solo un partido... es una oportunidad para que usted y yo seamos partícipes del cambio, de avanzar, de convertir el futuro en presente. Porque estas leonas nuestras han convertido en realidad lo que hace poco parecía ciencia ficción.
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