Comedida, natural y con destellos de simpatía charlaba Greta Thunberg con Gonzo en 'Salvados'. «Sigo yendo a la escuela como los demás. Solo soy una adolescente», afirmaba convencida la joven que restaba importancia al protagonismo que ha adquirido en los últimos años. «No creo que sea una líder, aunque mucha gente pueda pensarlo, no me veo así. Pero si entiendo que cuento con una plataforma que la mayoría de gente no tiene. Así que eso, por supuesto, conlleva una mayor responsabilidad», admitía. La conciencia de Greta despertó tras ver un documental sobre el cambio climático. «Me sentí triste y me empecé a dar cuenta de que era urgente», confesaba. Y el activismo le ayudó a salir de la depresión que sufría.
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«No tratamos la crisis climática como si fuera una emergencia», reprochaba Thunberg consciente del error que supone no darle ese carácter apremiante. Para los dirigentes mundiales también tenía recado. «Creo que es erróneo decir que los políticos deben despertar. Ya están despiertos. Saben lo que hacen. Mientras sigan saliéndose con la suya van a seguir así. Así que tenemos que asegurarnos de que no se salgan con la suya», sugería asegurando que ninguno le ha fascinado, «la gente que más me ha sorprendido para bien no eran líderes mundiales, era gente de a pie».
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Los gobernantes no salieron bien parados en la conversación. «Los políticos dicen que les interesa el cambio climático, pero no se refleja en sus actos», acusaba la activista que reconocía que muchos la llaman a sus despachos porque les interesa hacerse una foto a su lado. «Acepto la invitación porque no puedes decir que no están haciendo nada, que no se preocupan, sin haber hablado con ellos, sin haberlo intentado», aclaraba. Con todo, esas reuniones pomposas que se organizan cada cierto tiempo para debatir sobre el tema parece que tampoco convencen a Greta. «Las conferencias de la ONU sobre el cambio climático y las grandes cumbres, tal y como son ahora, no creo que aporten un avance en cuanto a la emergencia climática. Porque no tenemos presión del exterior y se siguen usando medios antiguos, intentando crear vacíos legales y demás. Aun así seguimos asistiendo porque son una oportunidad para movilizar a la población», contaba. Y remataba: «Hay países que solo van de manera simbólica, porque si no van les reprocharían que no les importa. Entonces van y fingen que les importa».
El presentador preguntaba si era más aburrida una tarde en Ikea o con un político, y la invitada sonreía y respondía sin ambages: «Escuchar lo que dicen los políticos por lo menos tiene algo de interés, aunque Ikea tiene su parte divertida porque puedes meterte por las habitaciones». Unas imágenes de Putin, Trump y Bolsonaro criticándole provocaron una nueva mueca en el rostro de la entrevistada. «Hay mucha gente a la que no le gusto», aceptaba y para los mandamases ruso, americano y brasileño también tenía discurso. «Es gracioso. Ellos dicen que condenan a los que utilizan a los adolescentes en su propio beneficio, pero son ellos quienes los usan. Es contradictorio. Es divertido.
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