![Un médico trató a Bob Dylan en San Sebastián: «Estuvo serio, pero afable y nada huraño»](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2023/06/22/cul-dylan-donosti-kWhF-U200608976707K9G-1200x840@El%20Correo.jpg)
![Un médico trató a Bob Dylan en San Sebastián: «Estuvo serio, pero afable y nada huraño»](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2023/06/22/cul-dylan-donosti-kWhF-U200608976707K9G-1200x840@El%20Correo.jpg)
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Alberto Moyano
Jueves, 22 de junio 2023, 07:13
No solo no existen imágenes del paso de Bob Dylan por San Sebastián con motivo de los dos conciertos que ha ofrecido esta semana en el Kursaal. Tampoco hay nadie de la ciudad ajeno a la infraestructura del evento que haya mantenido el menor contacto ... con el músico. O casi nadie. Una persona sí compartió unos minutos en privado con el cantante, y de la manera más inopinada. Se trata del doctor Eduardo Escobar, traumatólogo cuyos servicios fueron requeridos por la promotora musical Get In para que atendiera una leve incidencia que se queda en el ámbito del secreto profesional, pero que en todo caso está relacionada con la especialidad del facultativo -traumatología- y que él mismo califica de «banal».
Fueron alrededor de veinte minutos juntos en una de las habitaciones que el artista y su equipo ocuparon en el hotel María Cristina durante su estancia en San Sebastián. Este episodio convierte a Escobar en el único donostiarra, que se sepa, que ha interactuado con la leyenda a lo largo de estos días, en los que, por lo demás, el hermetismo en torno a la estancia de Dylan ha sido absoluto.
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«Lo que menos podía esperar el martes por la mañana, recién llegado a la consulta y cuando atendía a mi primera paciente del día, era que recibiría una llamada de Iñigo Argomaniz (responsable de Get In) para preguntarme si podía acudir al hotel para atender a Dylan», explica Eduardo Escobar. «Le dije que no podía cancelar mi agenda de pacientes, pero que me acercaría en cuanto pudiera». Y así lo hizo al cerrar la consulta, a eso de la una y media del mediodía.
«Por el camino iba pensando: 'No puede ser que vaya a estar con Dylan!», se repetía el especialista a sí mismo. Y aquí aclara: «Es que es mi compañero de estudios, la música que me acompañaba durante las noches en vela con los apuntes y libros, junto a la de Joan Manuel Serrat y Georges Moustaki. Pero con preferencia de Dylan. Encima, mi compañero de piso tocaba la guitarra, con la armónica colgada del cuello, como él».
¿Y qué se encontró el doctor cuando llegó al hotel, subió a la habitación de una de las plantas del María Cristina que asegura no recordar y le metieron en una habitación? «Que primero Iñigo Argomaniz me presentó al 'tour assistant' del músico y luego a su asistente. Esta última me trajo a Bob Dylan, y cuando entró en la habitación procuré mantener un comportamiento lo más discreto posible porque sé que es muy celoso de su intimidad». Sin embargo, no se encontró con la temida frialdad, o más bien gelidez. «Inmediatamente, vino hasta mí y me dio la mano. Como dice Iñigo: 'Eres la única persona a la que ha dado la mano en toda la gira española'», cuenta Escobar.
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El motivo de que se requiriera al traumatólogo fue, en palabras suyas, «una cosita menor que no puedo desvelar, una tontería, pero le atendí con mucho placer. Y él se mostró muy agradecido por el tiempo dedicado». En total, unos veinte minutos de los que, por supuesto, no consta que haya quedado muestra gráfica alguna, dadas las reticencias del cantante a las cámaras. «Tuve la oportunidad de toquitearle mucho, y mientras lo hacía me parecía increíble que estuviera explorando y hablando con quien había sido mi referente musical durante mi juventud», añade.
De esta interacción con el bardo de Minnesota, el doctor se queda con la sensación de que Bob Dylan «tiene los años que tiene, pero se me quitó la idea de que la edad le haya causado una cierta decrepitud. Me pareció que estaba normal y con un aspecto más joven del que correspondería a su edad cronológica. El timbre de voz y la forma de expresarse eran los de un hombre muy sereno, templado y muy activo». Entiende la actitud que mantiene durante sus actuaciones, pero asegura que con él no se mostró «nada huraño. Serio, pero afable. Muy simpático».
«Y nada más -concluye Escobar-. Nos despedimos y luego me dijeron que tenía unas entradas en la taquilla. Fui a recogerlas con mi mujer y nos encantó el concierto. Fue superemocionante. Yo me preguntaba cómo este hombre podía aguantar con 82 años este maratón de casi dos horas, declamando, gritando, cantando y tocando el piano. Me pareció increíble».
Eso, respecto al concierto. En lo que se refiere al inopinado encuentro en la habitación de un hotel, lo describe como «una experiencia que no voy a olvidar nunca». Del motivo que requirió sus servicios como traumatólogo, asegura que no tuvo el menor reflejo durante la actuación que el músico ofreció en su segunda velada del Kursaal. Y anoche tocaba otro concierto, esta vez, en Logroño.
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