Una joven vasca se refugia en la música para superar una violación

La vida de esta tolosarra, de 25 años, se paró en seco hace año y medio «cuando me violaron. Paré todo, la música, la vida que llevaba... porque entré en depresión. Fue muy duro». Un año antes, en 2020, publicó su primera canción, que «fue un bombazo», pero de pronto 'Ayvee' (nombre artístico) se esfumó. Después de «todo ese daño» ha querido desvelar su historia. «Tenía la necesidad de soltarlo todo, contar a la gente cómo he estado todo este tiempo y por qué he estado desaparecida. La música me ha servido de terapia». Cada vez que Andrea verbaliza la crueldad de su relato, suelta un suspiro de «liberación». Considera que «es un tema tabú» y le resulta «increíble la de personas de mi entorno que han pasado por lo mismo y no lo han denunciado y tienen su rabia y daño dentro. Estas canciones también son para esas chicas que lo han sufrido, para que se sientan apoyadas», expresa.

En su caso decidió poner la denuncia en la Ertzaintza «el mismo día de la violación», un proceso que recuerda con aversión. «Fue bastante duro y tiene que cambiar. Entiendo que la gente no denuncie, porque es una mierda. Todo se te viene encima. Fue horroroso, tuve que explicar dónde fue y cómo fue una y otra vez, primero en Tolosa y luego en Hernani, donde está la comisaría. Me sentía muy sucia por lo que había pasado. Fui patrullada por los ertzainas hasta el sitio donde pasó, algo que creo que te puede crear un trauma. Después me mandaron al médico y ni siquiera pude ir con un acompañante. El trato fue muy frío. Me pusieron un pinchazo y me hicieron tomar unas pastillas para ir de nuevo» a comisaría. No quiere detenerse en más detalles sobre la agresión. «Fue en un local. No nos conocíamos. Él tenía 31 años», señala.

Lo que vino después se convirtió en un calvario y la culpa le fue devorando conforme se extendían los rumores, un dolor añadido que sufren las víctimas de agresión sexual. Andrea cuenta cómo, «al principio, la sociedad y la gente del entorno del violador me hicieron sentirme culpable por haber denunciado y me convirtieron en culpable. Fue una sensación horrible porque me autocastigaba mucho, tenía mucho sentimiento de culpa hasta que empecé una terapia. Entonces me vino la rabia y un poco el miedo porque me daba la sensación de que no iba a volver a ser la de antes».

Vivir en un pueblo relativamente pequeño complicó las cosas para Andrea y parte de la sociedad empezó a juzgarla a ella, según cuenta. «Mi entorno lo sabía, bueno básicamente todo el pueblo, y no fue nada positivo porque algunas personas de mi alrededor y alguna gente de Zizurkil, donde me violaron, no se lo creyeron y empezaron a decir que yo era una puta, una mentirosa y que lo había hecho por buscar la fama. Hubo hasta una 'antimanifa' en Zizurkil. Fue horrible. Entré en una depresión y en parte lo he pasado tan mal por la sociedad».

También le parece «increíble» que se dude de la víctima «constantemente». Pero Andrea no quiso quedarse a observar cómo iban a lincharla así que se aisló de cualquier juicio público y dio un salto al vacío a través de la música. «Empecé el año pasado a escribir las canciones, cuando me estaba recuperando en terapia. 'Me dije: tengo que salir de este agujero y tengo que sacar algo bueno de esto porque ha sido horrible'. Y ese algo bueno es visibilizarlo, denunciarlo socialmente y apoyar también a otras mujeres que han pasado por esto». Todo ese camino ha cristalizado en un disco titulado 'Medusa', un trabajo del que se siente «muy orgullosa». Dice que «sacar este disco ha sido terapéutico, me ha liberado, porque aún no se ha celebrado el juicio, está todo muy quieto y he estado muy encerrada todo este tiempo», expresa ya sin querer ocultarse más. Las siete canciones que componen el disco hablan de inseguridades, dolor, denuncia social, amor propio o injusticia, desde el momento de la denuncia hasta el proceso de recuperación y «reconstrucción», por donde camina ahora. «Hay que quitarse los miedos», añade.

También se escucha una balada dolorida, rabiosa, en 'Malkotan blai' o la fuerza que impregna 'Kendu Beldurrak'. No le costó escupir tanto dolor. «Componerlas me fue muy fácil, porque son cosas que me pasaron. Iba saliendo todo. Es en el título 'SuaSua' donde se dirige directamente a su presunto agresor. «Toda la canción es para él. Le digo que no es normal lo que hace, que las mentiras al final se pillan, que su educación sexual ha sido la pornografía...», cuenta con impotencia al recordar que «él está haciendo vida normal y súper respaldado por su entorno». Pero esta joven intenta que la rabia no le nuble la mente. «Ahora estoy bien. Tengo muchísima fuerza, aunque el juicio aún no se ha celebrado y quiero que todo esto termine para seguir adelante», afirma Andrea.