Han pasado exactamente 101 días. La música clásica se apagó en Bilbao a primera hora de la noche del pasado 8 de marzo. Aquel día, Joaquín Achúcarro terminó su largo recital de clausura del Musika Música (80 minutos sin descanso) con una pieza de Grieg, ... a quien le une un lejano parentesco, a modo de propina. Luego llegaron la pandemia y el confinamiento. Esta tarde, el pianista bilbaíno obrará el milagro de que la música vuelva a sonar, en un recital en el Teatro Arriaga que comenzará con Bach. Un paréntesis muy largo, todo un trimestre, que se abre y se cierra con el intérprete más internacional que tiene la Villa. Todo un símbolo.
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Aquel lejano 8 de marzo, Achúcarro confesó ya al final de la función a los aficionados que llenaban el auditorio del Euskalduna que tenía dañadas dos vértebras, pero que de ninguna manera habría querido perderse esa actuación. Este período de tiempo tan dilatado en casa -no recuerda otro semejante en su carrera- ha sido bueno para su espalda. Las vértebras se han soldado y está en plena forma para afrontar un programa relativamente corto («me pidieron que fuera así», comenta).
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Relativamente corto, en efecto, porque las seis obras que lo conforman suman aproximadamente una hora, pero intenso. El recital se abrirá con el Coral de la Cantata Nº 147 de Bach, continuará con la Sonata Nº 30 de Beethoven y la Rapsodia op. 79 Nº 2 de Brahms, para terminar con tres piezas de Liszt: 'Sueño de amor', Vals oubliée Nº 1 y 'Funerales'. Beethoven, en su año de conmemoración, servirá de puente con la actuación que el propio Achúcarro tenía prevista el pasado 31 de mayo, con motivo del 130 aniversario del Arriaga. Ese día habría tocado el Concierto para piano Nº 4 del compositor de Bonn, junto a la Orquesta Sinfónica de Bilbao.
Durante los tres meses de confinamiento, no ha parado. «En mi casa tengo un piano que, sin coronavirus, toco cinco o seis horas diarias, y con coronavirus, otras cinco o seis». Fiel a su filosofía de que la única manera de estar en forma es trabajar cada día, a sus 87 años no ha dejado de hacerlo. El tiempo, que para otros parecía detenido, ha volado entre el estudio al teclado y las clases por 'skype'. Por las mañanas las imparte para los alumnos de Japón e Italia; por las tardes, a los de México y EE UU, aprovechando de esa manera las diferencias horarias.
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Un puñado de conciertos programados para estos meses se han aplazado. «Ya veremos cuándo se pueden reubicar, y si se puede hacer en todos los casos», explica. Otros, como el que tenía en el festival de Verbier, donde en los últimos años ha conseguido grandes éxitos, han sido directamente cancelados. En sus planes figura viajar en agosto a Dallas, en cuya Universidad Metodista imparte clases. Está previsto que la actividad docente del centro se reanude en unas pocas semanas pero a día de hoy las fronteras de aquel país están cerradas a los viajeros procedentes de Europa. «Confiemos en que para entonces la situación sanitaria haya mejorado y nos dejen entrar», comenta.
De momento, ya tiene los billetes para su esposa Emma y para él. Quiere volver a su ritmo de trabajo habitual, a los conciertos y a los desplazamientos continuos de Europa a América y de allí a Asia. Hablamos de un viajero que hace tiempo que superó los cinco millones de millas náuticas realizadas solo en vuelos de American Airlines y las compañías asociadas, lo que equivale a dar 200 veces la vuelta al mundo. En esta etapa oscura del confinamiento, ha debido limitarse a pasear por el jardín de su casa, observando cómo los árboles adquirían follaje y las flores se abrían, ajenas a la tragedia global de la pandemia. «La naturaleza es muy bella y es maravilloso observarla pero no podemos olvidar que el peligro de contagio y de muerte ha sido y es constante» advierte.
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No lo olvidará, cómo hacerlo, cuando salga al escenario del Arriaga y vea que el público se sienta a distancia y con mascarilla. Serán 305 los afortunados en una función muy especial. «Voy a encontrarme en un teatro como no lo he visto nunca». Todo será diferente a ocasiones anteriores, pero cuando Achúcarro aborde los primeros compases del célebre Coral de Bach estará cerrando un paréntesis de silencio. La belleza siempre se impone.
Reapertura del Arriaga. Primera función tras el cierre por la pandemia. Hoy, a las 19.30 horas.
Recital del pianista Joaquín Achúcarro.
Programa: Bach: Coral de la Cantata 147 (transcripción de Myra Hess); Beethoven: Sonata Nº 30 op. 109; Brahms: Rapsodia op. 79 Nº 2; Liszt: 'Sueño de amor Nº 3', Vals oubliée Nº 1 y 'Funerales' (Harmonies poétiques et religieuses Nº 7).
Localidades: 305 disponibles. Precio: 15 euros (12 amigos del Arriaga y colectivos).
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