Uxue Apaolaza (Hernani, 1981) empezó a escribir los relatos de 'Bihurguneko nasa', el libro con el que ha ganado el Premio Euskadi de Literatura en Euskera, cuando vivía en Madrid. Cada mañana iba a trabajar en metro y se fijaba en el mensaje de advertencia ... a los pasajeros por las estaciones en curva. De ahí viene el título de la obra, que encadena nueve relatos con una misma voz narrativa y aborda temas como la precariedad, la clase media y sus márgenes. La autora, licenciada en Historia, profesora en AEK y columnista en 'Argia', destaca por su trabajado estilo y su visión nada complaciente. La dotación del premio, 18.000 euros, «me vendrá muy bien para tapar agujeros, como se dice en los barrios trabajadores cuando les toca la lotería«, afirma. «Seguiré dando clases y escribiendo a ratos. Y si encuentro más lectores cómplices de mis obsesiones, sería perfecto».
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– Sus relatos no son lo que entendemos por cuentos, sino todo lo contrario. El jurado destaca la «crudeza» de su estilo, que «ahonda en los pliegues de los detalles».
– El relato es un género que permite jugar mucho con la estética. A diferencia de la novela, cada palabra cuenta muchísimo, la economía del lenguaje. Te permite buscar los discursos que se cruzan en cosas anecdóticas, indagar en la extrañeza, en los protocolos que tenemos interiorizados para el día a día. Cómo una persona débil, como somos todos, puede manejarse con poderes mucho más fuertes que ella, en el trabajo y en la calle.
– Los ha ido escribiendo a lo largo de diez años. ¿Cómo surgió el hilo conductor?
– Los escribí cuando vivía en Madrid, pasé allí diez u once años. Estás trabajando, haciendo otras cosas, y no hay idea de libro. Luego me dieron la beca Ignacio Aldecoa y ahí cuando busqué hilos conductores y traje algunos cuentos a la voz de Lur.
– Este es su tercer libro publicado, pero ¿desde cuándo escribe?
– Desde pequeña empiezas a leer, leer y leer. Ves la literatura como otro mundo que te ayuda a estar en este. Desde los once o doce, ya estás escribiendo. Me considero una lectora con el vicio de escribir, sobre todo cuentos.
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– El título hace referencia al peligro de los andenes en curva del metro. ¿La vida cotidiana es más inestable de lo que parece?
– Totalmente. Yo cuando vivía en Madrid iba a trabajar a las siete de la mañana y cogía el metro. Éramos mogollón de mujeres e inmigrantes. Todos los días oía: atención, estación en curva, tenga cuidado de no introducir el pie entre coche y andén. Y me parecía una advertencia no solo para el andén, sino para la vida.
– Es una forma de poner el foco en lo que queda en los márgenes.
– Sí, porque Lur –blanca, heterosexual y de clase media– se considera centro pero con sus problemas y se va encontrando con los márgenes (mendigos, prostitutas, extranjeros...), que la hacen sentir privilegiada. Es ir de un lado para otro sin saber muy bien dónde te sitúas.
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elena sierra
– Define a la protagonista como una mujer trabajadora de 40 años, blanca y heterosexual. ¿Aborda temas como el racismo y la homofobia?
– Hay una reflexión sobre el racismo, sobre lo que es ser heterosexual y qué privilegios te da eso, pero no de forma explícita. Lo importante es cómo se escriben los cuentos. Buscar un ritmo que se adapte a ese tiempo de vida, un léxico. El mayor trabajo no es tanto qué mensaje voy a dar sino cómo es estéticamente, cómo juego con el lector. Que mis libros puedan tener ecos de aquellos que he leído.
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– Incluye referencias literarias muy diversas, de Galdós a Paul Auster.
– Paul Auster se menciona para definir a un personaje y Galdós me encanta, además en Madrid era obligatorio. Si digo que una niña parece sacada de una novela de Galdós, ya se entiende. Él la describió mejor.
– La crítica destaca que usted no es nada paternalista con el lector, le hace pasar momentos «tensos e incómodos». ¿Hay demasiada literatura complaciente?
–Mi literatura es para buscar mis propias contradicciones y es verdad que intento contagiar mis obsesiones. No tengo miedo de que no sea un libro para todos ni creo que tenga que serlo. Me gustaría dirigirme a los lectores superlectores, busco cómplices entre gente a la que le gusta jugar a la literatura. No podría ser complaciente, eso sería ponerme por encima. Siempre tengo en la cabeza a un lector mucho más listo que yo que me señala 'esto es un cliché, esto es evidente, te estás repitiendo...' no puedo ser complaciente ni moralista porque sería insultarle.
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–Lo contrario de la autoayuda.
– Literatura complaciente habrá siempre, es la que más se vende, la que nos reafirma. Nos dice cómo tenemos que vivir, si haces esto te va a ir bien... pero los que estamos enfermos de literatura buscamos otra cosa.
– ¿El panorama de la literatura en euskera es diferente al de castellano?
– Quizá en euskera se toma más en serio el formato de los cuentos, que a veces no se considera al nivel de la novela. A mí todavía me preguntan ¿escribes cuentos? ¿para qué edad? Yo no creo que escribir cuentos sea más fácil y en euskera tienen algo más de peso en el canon.
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– En el libro aborda temas como la precariedad, la conciliación y las relaciones laborales. ¿Son los que le interesan también como columnista?
– Sí. En nuestra generación nos creímos lo de la clase media, que si estudiabas la vida iba a ser bastante segura. Luego de adultos resulta que el mundo es precario, con bastante ansiedad. Hay un concepto de adulto que no existe o al que no llegamos. Piensas: yo iba ser de clase media con carrera y una vida tranquila y tengo miedo de no llegar a fin de mes, estoy comiendo bocadillos en vez de ir a restaurantes.
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elena sierra
–Este lunes se celebra el Día de las Escritoras. ¿Le parece importante que los tres premios de hoy los hayan ganado mujeres?
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– Me parece importante. Creo que las que han venido después de nosotras han venido mucho más seguras, con una autoestima más fuerte. Dicen 'yo soy escritora' y no 'escribo, pero...' Eso también ha empoderado a las lectoras.
– ¿Celebra que Annie Ernaux haya ganado el Nobel?
– Sí, además trabaja en la autoficción y eso pone en valor un tipo de literatura que a veces se menosprecia.
– A los organizadores de la Azoka les preocupa que acuda menos público joven y van a reforzar la oferta musical. ¿Cómo se les puede atraer con la literatura?
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– La literatura como yo la entiendo es muy difícil de vender. Pide tiempo y concentración y no sé si la vida que les pedimos a los jóvenes, tienes que estudiar para trabajar, se adapta a eso. Lo veo complicado.
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