Borja Ortiz de Gondra (Bilbao, 1965) se fue a los veintitantos años de Algorta buscando «donde se hacía el mejor teatro del mundo». Pero siempre piensa que acabará sus días en ese hermoso cementerio de Getxo que se asoma al mar. En 'Los Gondra' se ... pregunta por las raíces de la violencia en Euskadi a través de una familia -que puede ser la suya y la de todos- en una obra que paradójicamente todavía no se ha visto en Euskadi. El dramaturgo adelanta que «un reputado teatro madrileño» producirá 'Los otros Gondra', continuación que contesta a la pregunta con la que se cierra su último trabajo: «¿Podemos los vascos ahora olvidar?».
- ¿'Los Gondra' habla de su familia?
- Es la pregunta que nunca respondo. Es una obra inspirada en mi familia, pero podía ser cualquiera vasca. Es un trabajo de autoficción en el que uso materiales reales de mi familia, aunque me tuve que inventar muchas cosas para rellenar los huecos de los secretos que no me querían contar y nunca pude averiguar. Es una mezcla de realidad y ficción. Mi familia dice que todo es mentira, pero yo sé qué es verdad, ja, ja. El público sintió desde el primer día, y así me lo hizo saber, que 'Los Gondra' podía ser la historia de cualquier familia. En todas las familias vascas hay estos cien años de historias y violencias.
- ¿Por qué siente ahora la necesidad de hablar de ello?
- Coincidió que había cumplido 50 años y vivido en París, Suiza, Nueva York... Había hecho mucho teatro por el mundo y un día pensé qué había hecho por el lugar de donde vengo. La obra arranca con una historia que me ocurrió en Algorta cuando tenía 15 años que nunca me había atrevido a contar en un escenario. Había que ser valiente y contarla. Una dramaturga me dijo que siempre estaba contando historias vascas disimuladas, porque no me atrevía a dar un paso adelante. Cuenta por fin tu historia real, me aconsejó.
- Como en el poema de Cavafis, está condenado a volver a casa.
- Lo digo mucho. Yo me fui de Algorta buscando dónde se hacía el mejor teatro del mundo, porque mi vida era el teatro y quería ser cosmopolita. Y cuando he dado la vuelta al mundo sé que sigo siendo aquel mismo chico que no entiende lo que ocurre a su alrededor y trata de contarlo.
- De su obra se desprende que una suerte de fatalidad se cierne sobre los vascos, estamos condenados a no entendernos.
- Desde el siglo XIX llevamos ciclos de 40 años en los que la violencia se repite. En la obra está contado a través de dos hermanos, que cada 40 años se tienen que expulsar el uno al otro. La pregunta no respondida es ¿estamos hoy condenados a repetir eso o podemos romper por fin esa dinámica y mirarnos a los ojos? Ya está firmado que esa pregunta la respondo en 'Los otros Gondra', que la haré el año que viene en un teatro muy importante.
-¿En un teatro vasco?
- No. Un gran teatro madrileño, y hasta ahí puedo leer.
- Ahora tienen cabida palabras como perdón y reconciliación. No hay vuelta atrás.
- Bueno, en la obra mi prima, que hizo una pintada muy dura en un frontón en los 80, se pregunta si podremos perdonar ahora. Y yo añado: ¿podremos olvidar? Me ha costado dos años tratar de contestar a esa pregunta.
- ¿Qué le decía la gente que veía 'Los Gondra', muchos de ellos vascos que iban a Madrid a verla?
- Fue sobrecogedor. Cuando la estrené pensé que no le iba a interesar a nadie la historia de un pueblo pequeñito. Y la gente me decía que había contado la historia de su familia. Te das cuenta de que cuanto más particular eres, más tocas lo universal. Nos daban las gracias por haber sido valientes, pero no es valentía, sino una historia que merecía ser contada. Siempre pensé que sería una obra que se haría en todos los teatros vascos con un largo recorrido.
- ¿Y por qué no se ha representado en Euskadi?
- Sinceramente nunca lo he sabido. Me hablan de cuestiones de producción, que era muy cara, que era de un teatro madrileño... Yo he pasado página y solo puedo decir que por lo menos me han reconocido con este Max.
- ¿Y ahora con el premio es posible reestrenarla?
- Reponerla es complicado por cuestiones de producción. Yo quiero dar un paso adelante y pensar que quizá no lo hicimos bien la otra vez. Ahora se lo digo a todos los teatros vascos: la temporada que viene pueden presentar 'Los otros Gondra'. Hagámoslo bien esta vez.
- ¿Se siente ninguneado en su tierra?
- Yo siempre he sido un outsider en el teatro vasco. Lo entiendo. Me formé en la Escuela de Teatro de Getxo pero me marché a Madrid, nunca he estado vinculado al teatro vasco. Pero esas son mis raíces, por eso fue importante en 'Los Gondra' llamar al coreógrafo Jon Maya, porque sentí que solo la podía hacer con compañeros que llevaran esa alma vasca igual que yo. Estoy abierto a trabajar con todas las compañías vascas, pero me tienen que llamar. He trabajado en el Centro Dramático Nacional, esta temporada en la Compañía Nacional de Teatro Clásico y en los Teatros del Canal, la próxima temporada estaré con Lluís Pasqual en el Teatro de la Zarzuela... Me llaman todos los grandes teatros nacionales, pero no los vascos. Mientras, sigo trabajando.
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