Boda Tamara Falcó e Iñigo Onieva (traje de novia)
Los vestidos de Tamara en su boda: más Letizia que Grace Kelly y un poco 'señorona'Secciones
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Boda Tamara Falcó e Iñigo Onieva (traje de novia)
Los vestidos de Tamara en su boda: más Letizia que Grace Kelly y un poco 'señorona'Blanca y radiante. Así estaba Tamara Falcó este sábado en su boda en el palacio El Rincón. La revista Hola ha desvelado este domingo a última hora el secreto mejor guardado de la boda del año y la mayor exclusiva de la prensa ... rosa en 16, tras el surrealista enlace de Borja Thyssen y Blanca Cuesta celebrado cuatro días antes de la fecha oficial.
La marquesa de Griñón caminó hacia el altar con un traje hecho por Wes Gordon para Carolina Herrera de largura hasta los pies, como manda la tradición, y de escote barco, que dejaba al descubierto sus clavículas, uno de los puntos de su cuerpo que más le gusta lucir. Se trataba de un vestido liso con aire medieval, manga francesa y falda evasé.
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Su única concesión al barroquismo era un bordado floral con cristales alrededor del escote que bajaba por el pecho y la falda hasta el suelo para luego recorrer el bajo en ambas direcciones. Estaba hecho con la técnica que se empleaba en el siglo XII y en tonos vainilla y plata, lo que le dotaba de mayor presencia. Se acompañaba de un cierre de botones forrados del pecho a los pies. Este detalle va en casi todos los modelos en la espalda, pero en este caso, Wes Gordon optó por incluirlo en el frontal y darle protagonismo, algo que está muy en tendencia en la moda nupcial.
De color blanco natural, el diseño se parece mucho más al vestido que Pertegaz hizo para la boda de la reina Letizia con el príncipe Felipe que al de Grace Kelly, como deslizó el modisto norteamericano en unas declaraciones a su llegada a España el pasado viernes. Quizá para jugar al despiste. La falda terminaba con lo que se denomina una cola real, que mediría metro y medio desde la cintura.
El look incluía también un velo de cuatro metros en tul mórbido que la novia sujetaba con una tiara familiar. Se trata del mismo modelo que lució su cuñada, Amparo Corsini, en su boda en 1999 y que pertenece a la familia Falcó desde hace generaciones. Esta reliquia familiar es de estilo 'art decó' y se hizo exclusivamente con diamantes. Su forma triangular la convierte en una pieza discreta para lucir en eventos especiales.
El resto de joyas eran unos pendientes en oro blanco y diamantes de Tous, su anillo de pedida y una pulsera de su abuela paterna, Hilda. Como manda la tradición, la novia también llevaba algo azul, pero muy discreto: un lazo bordado en el traje con sus iniciales y las de su ya marido. Su ramo de flores, por cierto, era muy sencillo, compuesto por lirios del valle, una delicada flor acampanada y muy aromática.
Este outfit se lo cambió tras la ceremonia religiosa y el banquete para disfrutar de la fiesta, una práctica habitual ya en toda boda. Para ese momento, Falcó eligió un segundo vestido mucho más relajado y juvenil. Se componía de un corsé con un enorme lazo delantero y escote corazón y una falda de tul con voluminosos volantes. El tono era achampanado, tal y como había dicho el diseñador el día antes.
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Con esta elección, la novia recuperaba parte de su personalidad y le permitía moverse entre los invitados con mayor facilidad puesto que entregó siete ramos de novia entre los invitados. En los pies, llevaba unas sandalias doradas de tacón. Conseguir estos dos trajes fue uno de los mayores quebraderos de cabeza de la marquesa de Griñón, que ocho semanas de su boda se quedó compuesta y sin vestido.
Tenía firmado un contrato con la firma vizcaína Sophie et Voilà que las diseñadoras rompieron de forma unilateral después de varios meses de trabajo. Según explicaron, la novia pedía un diseño que ellas no querían elaborar. «No podemos cumplir con determinadas exigencias de la señora Falcó», explicaron entonces.
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A Falcó este movimiento le pilló por sorpresa y tuvo que reaccionar de manera inmediata. Tras hablar con su madre, Isabel Preysler, ambas pusieron rumbo a Nueva York para encontrarse con su amiga Carolina Herrera y con Wes Gordon, su director creativo. Ambos recibieron el encargo con la promesa de que el 8 de julio lo tendría todo listo: un récord cumplido con holgura, a juzgar por las fotografías que publica Hola.
Sin embargo, la apuesta estilística de la aristócrata española no se quedó solo en la boda. El día anterior, durante la preboda organizada en el Hotel Mandarin Oriental Ritz de Madrid, sorprendió a los invitados con un traje blanco de Pedro del Hierro. Se trataba de una pieza que formaba parte de la colección de primavera que ella había diseñado para la firma y se componía de dos piezas: un pantalón ancho de tiro alto y detalle de jaretas en la cintura, y una blazer moderna, corta, con cuello solapa, manga larga y hombreras marcadas.
Lo combinaba con una blusa blanca con cuello en pico y nudo al pecho. Los zapatos y el bolso eran de Aquazzurra, y las joyas, muy discretas, de Tous, de quien es imagen, salvo el anillo de pedida. En conjunto, Falcó parecía algo 'señorona' para una fiesta informal cuyo objetivo era que los invitados más jóvenes se conocieran y rompieran el hielo antes del gran día. Se supone, además, que el 'dress code' era casual.
Más favorecida estuvo el domingo, en la fiesta postboda donde, pese a haber dormido muy poco -llegó al al hotel a las 8.30 horas con Iñigo Onieva y el lunch empezó a las 14.00- lucía muy buen aspecto. Para este evento, más familiar, eligió un vestido de una de sus diseñadoras favoritas, la colombiana Johanna Ortiz.
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Se trataba del modelo Linda, que vale unos 1.250 euros. Con un estampado de caracolas, en la línea de los look 'sirenita' que se están poniendo de moda este verano, y mangas largas afaroladas, se cerraba a la espalda con un gran nudo y tenía dos cortes cut out en la cintura que estilizaban la figura de la marquesa. Lo acompañó de zapatos de tacón de color caramelo y tira ancha transparente, y bolso de mano de rafia.
En general, Tamara Falcó no perdió su esencia durante los festejos y escogió atuendos acorde con su personalidad: clásicos con ciertos toques, volúmenes estratégicos y mucho tacón. Sin embargo, no se puede decir que la rejuvenecieran, como le ocurrió a su madre con el traje que lució en el palacio El Rincón, hecho también por Wes Gordon: un vestido con escote halter y manga larga, con detalle de flor en relieve al pecho y estampado floral en rosa, verde y amarillo. La sombra de la reina del papel couché es alargada.
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