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Pocas fechas hay tan señaladas en la memoria colectiva que alteren planes y programen reencuentros. Como Marijaia, Santo Tomás es toda una institución en Bilbao. Ninguna otra figura presume de semejante poder de convocatoria, de ser capaz de arrancar a miles de vizcaínos de sus ... quehaceres prenavideños y citarles, con viento y con lluvia, en el corazón de la ciudad. La feria agrícola hunde sus raíces en la festividad en la que los baserritarras acudían a pagar sus rentas a los dueños de las tierras y desde entonces da un masivo pistoletazo de salida a la Navidad en la villa. De hecho, más de 100.000 personas pusieron ayer a prueba la capacidad del recinto festivo, según fuentes municipales. Toda la parte antigua de la ciudad se peatonalizó hasta las dos de la mañana para dejar espacio a las multitudes, a las que ni siquiera la lluvia que empezó a caer a la hora de comer consiguió retraer. Con semejante parroquia de devotos, resulta extraño que los 'tomases' no abunden en Bizkaia. Son poco más de 1.600, según el Instituto Nacional de Estadística. Y tres 'tomases' populares recorrieron ayer el mercado con este periódico. Todos se llaman así en honor a sus padres o abuelos y alguno de ellos ha bautizado igual a su hijo. Casi siempre han celebrado su santo con esta feria como telón de fondo. «Yo venía con mi aita a comer talo», recordó Tomás Ondarra, artista gráfico bilbaíno distinguido como txikitero de honor. Sobre las once de la mañana, las multitudes emergían sin cesar de la boca del metro. A esa hora llegaron Tomás González, cónsul honorario de Brasil, y Tomás Iriondo, el director de clúster Gaia de tecnologías electrónicas y de la información, que vive en Elgoibar pero trabaja en la capital vizcaína. Los tres hicieron piña rápido. González, como siempre que son fechas señaladas, repartió 'pins' de Bilbao, con la ikurriña...
«Ponte éste, que es el mejor», decía Ondarra, enganchando en la chupa de la periodista uno del Athletic. «He estado a punto de traerme la txapela, pero cada vez que salgo de casa mi mujer me dice: Quítate la puta txapela», comentó. Resulta que los tres están enamorados de Brasil y suelen visitarlo de forma recurrente. «La verdad es que no está muy explotado turísticamente», reconoció el cónsul, que habla portugués. En la conversación se coló Cristiano, el futbolista, cuando estaba en forma y era «el amo». «Está ahí el alcalde, vamos a saludar», avisó Ondarra en El Arenal. Había una cola de personas, especialmente formada por señoras bilbaínas, que querían lo mismo, lo que provocó una improvisada recepción durante más de una hora. Al final, Juan Mari Aburto felicitó la Navidad a los 'tomases'. Era casi mediodía y apetecía comerse un talo de verdad. La Academia del Cerdo Txarriduna había advertido que «no nos la dieran con talo». «Es que tiene toda la razón, no es el mejor día, te venden cada bola o cada cosa a la que llaman talo...», asumía González, para quien la feria organizada por la Fundación BBK siempre fue la apertura «oficial» de la Navidad. Ya había una cola larga en el puesto de Aitor Aurrekoetxea, numerario de la academia. «¿Qué tomas, Tomás?», preguntamos a González. «Saca 'txako'», pidió. Los 'tomases' degustaron los talos regados con vino en vasos reutilizables y recordaron cuando este caldo no era una bebida de masas. Ondarra echa de menos a Tiberio, el cerdo que se convertía en el protagonista de la feria. «Era un bicharraco de 400 kilos y tengo grabado el recuerdo de su rifa», reconoció. Ondarra es de caserío y ha participado incluso en la tradicional matanza. «Había que hacer las morcillas a toda velocidad», relató.
«El 50% del ADN de los 'tomases' es juerga y disfrutar con amigos, y el resto inquietudes, inquietudes...», expuso Iriondo. «Todo nombre imprime carácter y llamarse Tomás es de gente guay. El nombre condiciona, te da un karma», dijo. En la Plaza Nueva les paró Txema Ipiña, del clúster de la construcción. Vestía txapela y sirvió una ronda. Las neskas bailaban danzas vascas, pero ninguno de ellos se animó. Así que buscaron refugio en uno de los bares para pedir otro txakoli y unos pintxos con antxoas. El Athletic y los viajes se colaron de nuevo en la conversación. Los 'tomases' recorrieron los puestos y se dirigieron al de Juan Zabala, el único productor que trae animales vivos. Sus capones son famosos en Santo Tomás y los tres acariciaron a uno con cariño. Regresamos al Arenal, porque no iba a ser todo el tiempo empinar el codo. Había toda suerte de puestos de miel, pan, verduras... González sacó otra ronda en vasitos de plástico. «A los 'tomases' siempre nos dan calabazas, es muy típico», comentó Iriondo al contemplar ejemplares gigantescos de estos productos de la huerta.
La pregunta de rigor fue si habían ligado alguna vez aquí. «Yo ligar nada, babeaba», reconoció Iriondo. «Santo Tomás es para estar con la cuadrilla. Además los vascos no ligamos», apuntó González. «En Nochevieja sí, a partir de las cinco de la mañana». «Nos ligáis vosotras a nosotros», coincidieron. González olvidó las vueltas y la baserritarra avisó.
Los 'tomases' tenían otros compromisos. Ondarra había quedado con su mujer y su hijo. Los otros 'tomases' también comían en cuadrilla y en familia. Los tocayos se despidieron, pero Ondarra acordó organizar una gran convención de 'tomases' para el próximo Santo Tomás. Porque son pocos, únicos y es su gran día. Santo Tomás forjó una suerte de hermandad. Y la fiesta siguió.
Tomás Ondarra| Artista gráfico Recuerda con especial apego al cerdo Tiberio, un «bicharraco» de 400 kilos que era el protagonista de la rifa
Tomás González| Cónsul honorario de Brasil No pudo faltar en su recorrido por los puestos el clásico '¿qué tomas, Tomás? En su caso, txakoli y talo «de verdad»
Tomás Iriondo| Director del clúster Gaia «El 50% del ADN de los 'tomases' es juerga y disfrutarcon los amigos, y el resto inquietudes, inquietudes...»
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