«Si Gaztelueta nos hubiese pedido perdón no habríamos llegado a juicio»

- ¿Cómo está su hijo?

- Ahora está bastante bien respecto a cómo ha estado durante todos estos años. Ahora puede ir a clase. Antes estaba como un vegetal, como si estuviese en coma. Estaba en casa, no salía de su habitación, no hablaba durante mes y medio, apenas comía... No se enteraba de lo que era la vida. Es como si le hubiesen arrancado todos esos años. Tiempo después nos llegó a decir que estuvo a punto de tirarse a la vía del tren. Es imposible describir lo que vivimos en aquella época.

- ¿Cómo empezó todo?

- Nosotros nos enteramos en 2011, pero todo empezó en 2008, cuando nuestro hijo tenía 12 años. Nosotros veíamos que algo no iba bien. Un año antes había sido elegido capitán de curso y jugaba a fútbol, como cualquier otro niño. Pero de pronto nuestro hijo no quería ir al colegio, tenía pesadillas, tenía crisis de ansiedad. No decía nada. Una mañana estábamos todos desesperados. Mi hijo lloraba en la puerta del colegio y le dije que por favor nos dijese qué estaba pasando. Empezó diciendo que sufría amenazas. Pero después le dijo a su madre, casi deletreando porque no podía ni hablar, que estaba sufriendo abusos sexuales.

- ¿Qué hacen entonces?

- Fuimos a hablar con el colegio. Hablamos con Imanol Goyarrola, que luego fue director del centro. No mostró signos de sorpresa, lo que hizo fue llevarse las manos a la cabeza. Nos dijo que era tremendo. Le dio total credibilidad. Habló con el profesor y nos dijo que no había creído sus explicaciones.

- ¿No le creyó?

- Cuando le preguntó si le había quitado la camisa en el despacho, el profesor lo reconoció diciendo que es que hacía mucho calor. Hay ejemplos mucho más duros. Le sacaba de clase prácticamente todos los días y lo llevaba a un despacho cerrado. Le decía que no dijese nada en casa y le fue aislando del resto de sus compañeros para tenerlo mucho más sometido.

- ¿Qué hizo el colegio?

- A pesar de esas primeras palabras no hicieron nada. Fuimos porque teníamos una situación desesperada y necesitábamos ayuda. Pero poco después el nombre de mi hijo estaba en boca de todo el colegio e incluso hubo alumnos que nos llamaron a casa. Cuando les decíamos que tenían que hacer algo nos llegaron a decir que querían mandar al profesor con un sacerdote.

- ¿Les ha pedido perdón el colegio?

- No. Y es algo que he pedido. Ellos sabían lo que estaba pasando. Su decisión de no hacer nada fue consciente. Su política era que la imagen del colegio está por encima del bienestar de los alumnos y los trapos sucios se lavan en casa.

- ¿Si les hubiesen pedido perdón o les hubiesen apoyado habrían ido a juicio?

- No, para nada. Nosotros no fuimos a una comisaría de policía. No fuimos al juzgado. No pretendíamos hacer daño al colegio. Nosotros hablábamos de una persona, no denunciábamos a una institución. Pero lo que hicieron fue encubrir lo que estaba pasando, y eso sólo perpetúa el dolor de la víctima. Lo que no puede ser es que la entidad a la que pides apoyo se vuelva contra ti con todo su poder. Si hubiesen querido hacer algo, si hubiesen querido ayudarnos, no habríamos llegado hasta aquí.

- ¿Creen que han habido más víctimas en el colegio?

- Creemos que no, lo sabemos. Lo que pasa es que no lo han denunciado.

- La Justicia ordinaria ha condenado al profesor, pero la Congregación para la Doctrina de la Fe archivó su denuncia. ¿Cómo fue aquel proceso?

- Cuando nos llegó la carta del Papa diciendo que se iba a abrir una investigación se me caían las lágrimas. Pero después llegó un señor llamado Silverio Nieto, un cura de vocación tardía que se presentó muy simpático pero que no tardó en convertirse en un auténtico comisario de la Congregación. Nos pareció extraño su comportamiento desde el principio. Luego descubrimos que su nombre aparecía en el sumario de la 'operación Kitchen' (el operativo parapolicial destinado a espiar a Bárcenas, extesorero del PP). Este hombre vino a crear pruebas falsas y a quebrar la credibilidad de nuestro hijo.

- ¿Después de tantos portazos, en algún momento han pensado que toda esta lucha era demasiado dura?

- Es que no te lo puedes permitir, porque con esta lucha estaba en juego la vida de nuestro hijo. Las víctimas lo que necesitan es cerrar el círculo, que exista un reconocimiento de lo que pasó.

- Son una familia religiosa. ¿Su fe se ha visto mermada?

- Se ha matizado. Creo en el cristianismo como una actitud frente a los más necesitados, por encima de rezos y rosarios. Pero no creo en la Iglesia como antes. La jerarquía eclesiástica española me ha decepcionado mucho. Han encubierto a muchos pederastas. Sin embargo, el nuevo obispo de Bilbao es mucho más cercano a las víctimas.

- ¿Qué esperáis de esta investigación canónica?

- Falta el reconocimiento expreso de las instituciones implicadas: Gaztelueta, el Opus Dei. No creo que eso lo consigamos. Si siguen empeñados en vivir en un mundo paralelo, tendrán que hacérselo mirar. Pero yo siempre he creído en el Papa y con que lo reconozca el Vaticano nos basta, porque también será importante para el resto de las víctimas.

- ¿Van a demandar al colegio por la vía civil?

- Sí. Cualquier víctima tiene derecho a una indemnización, pero no es por el dinero. De hecho, habríamos pagado mucho dinero porque todo esto no hubiese pasado. Pero incitar al odio hacia una víctima de pederastia, como han hecho ellos incluso después de la primera sentencia, merece un castigo.