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Aniversario. Etxanobe se convirtió en la primera diputada general de Bizkaia el 5 de julio de 2023 tras jurar su cargo en Gernika. Ignacio Pérez

Etxanobe sortea su primer año con discreción antes de relanzar los grandes proyectos forales

Aniversario ·

La bonanza económica y el pacto PNV-PSE allanan el estreno de la diputada general pese a las tormentas generadas por el Guggenheim de Urdaibai y los fichajes de Iturrate y Erkoreka

Domingo, 7 de julio 2024, 01:12

Elixabete Etxanobe cumplió anteayer un año como diputada general. El 5 de julio de 2023 juró el cargo, levantó la makila y entró de lleno en la historia. Se convirtió en la primera mujer que se pone al frente del Gobierno de Bizkaia y se ... rodeó de un equipo compuesto en una abrumadora mayoría por mujeres. Por mucho que pareciera ya avisó que las elegía por su valía profesional y no como reivindicación. Era cierto. No se ha caracterizado el nuevo equipo foral por una rompedora política feminista sino por estar sumergido en sus proyectos. Eso prometió justamente Etxanobe en su puesta de largo: trabajo a destajo. A cambio, reivindicó el «derecho a equivocarse».

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De todo ha habido estos doce meses que la diputada general ha sorteado con discreción. Sabin Etxea sabía que ponía al frente de la institución a una gestora cuyo perfil político está en construcción, y se ha notado. Se va haciendo a los focos que le tocan, pero Etxanobe prefiere meter todas las horas que haga falta en el despacho. No se ha caracterizado hasta ahora por su querencia por las comparecencias públicas o por fajarse con la oposición cuando le han pedido explicaciones. Y eso que incendios ha tenido que afrontar ya alguno que otro en este tiempo.

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Aunque la bonanza económica -que ha generado una recaudación récord de impuestos- y la mayoría que suman PNV y PSE en las Juntas Generales le han facilitado un confortable aterrizaje y tranquilidad para ir desplegando su programa, a la diputada general le han agitado el mandato varias cuestiones. La más reciente y sonada es la controvertida política de nombramientos. Las contrataciones del exvicelehendakari Josu Erkoreka como asesor y del histórico parlamentario nacionalista Iñigo Iturrate para dirigir el Euskalduna han reabierto el debate sobre las puertas giratorias y sobre las aptitudes que se exigen a los altos cargos del ecosistema público.

Pese a que porta sin disimulo la bandera del continuismo, los primeros pasos de Etxanobe trajeron aires renovados. Rejuveneció el Gobierno incluyendo nombres como los de Itxaso Berrojalbiz, Leixuri Arrizabalaga y Arantza Atutxa, valores al alza dentro del PNV vizcaíno; recuperó la figura de las tenientes de diputado general en la estructura, un gesto cosmético sin sobrecoste, y las ruedas de prensa semanales de su portavoz para comentar las cuestiones del día a día. El Ejecutivo foral era la única administración vasca que llevaba años sin convocarlas. En el nuevo tiempo se ha ofrecido «más transparencia y comunicación».

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Aunque también se anunció más diálogo con la oposición, la relación no fluye. En diciembre, los primeros Presupuestos de la legislatura los sacaron adelante PNV y PSE en solitario, rechazando las 400 enmiendas de EH Bildu, PP y Podemos. Antes, en septiembre, se había presentado la hoja de ruta foral hasta 2027. 'Bizkaia denontzat' (Bizkaia para todos) prioriza el blindaje de los servicios públicos, la generación de empleo y los retos demográfico y climático. Etxanobe y su equipo están en eso, y también en busca de soluciones para la desigualdad territorial. Es un problema creciente al que no se había prestado demasiada atención. Caldo de cultivo, igual que la opacidad con la que está abordando la Diputación la creciente llegada de menores no acompañados y la necesaria apertura de nuevos centros, para un malestar vecinal que ya ha dejado al PNV sin alguna alcaldía icónica.

Lo que no ha anunciado de momento Etxanobe son grandes proyectos. Su plan de mandato incluye varios y la Diputación espera desarrollarlos durante los próximos meses y años, pero todos llevan el sello del Gobierno anterior de Unai Rementeria. El subfluvial de Lamiako, Bizkaibizi, la transformación del modelo de cuidados para mayores, la demolición del viaducto de Rekalde, la ampliación de la Torre Bizkaia, los incentivos fiscales que han convertido Bizkaia en un gran plató de cine, la Línea 5 de metro... y el Guggenheim de Urdaibai.

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El toque personal

Ha dado un nuevo aire al Gobierno pero aún no tiene un gran proyecto propio, gestiona los que ha heredado de Rementeria

La sombra de Pradales

Más allá del tema de las puertas giratorias y del patinazo con los descuentos en el transporte público que la Diputación quiso limitar en un primer momento, la expansión del museo ha sido la gran crisis. La diferencia es que en este caso el que arrastró al charco a Elixabete Etxanobe fue Iñigo Urkullu. En aquella comparecencia conjunta de febrero en Ajuria Enea en la que el lehendakari saliente expresó sus dudas y puso en solfa el proyecto la diputada general ni quiso ni pudo enmendarle la plana. Lo hizo durante los días siguientes apremiada por los acontecimientos y arropada por la cúpula de su partido, que al que dejó solo fue a Urkullu. El asunto parece definitivamente encauzado de la mano de Imanol Pradales.

Pradales. Su repentina e inesperada salida del Gobierno foral para convertirse en candidato jeltzale y después en lehendakari ha sido otro hito en el arranque del mandato de Etxanobe. Primero por lo inédito de la situación y porque uno de los integrantes de su equipo eclipsó a la diputada general durante los tres meses en los que cohabitaron en el Gobierno sabiendo como sabían todos que su futuro estaba en Vitoria. Segundo, porque la pérdida fue de calado. Era el hombre fuerte del Ejecutivo vizcaíno por su peso político, del que no anda sobrado el nuevo equipo, experiencia y conocimiento de los grandes proyectos. Por cierto que el nuevo lehendakari suspiraba por llevarse también a Lakua a la diputada de Promoción Económica Ainara Basurko, mano derecha de Etxanobe y uno de los pilares en los que se apoya. Y no está claro quién frenó la operación.

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Aunque el carrusel electoral de los últimos meses ha permitido a Etxanobe asentarse en el cargo volando por debajo del radar, hace unas semanas que ha cambiado el tercio. Los malos resultados que ha enlazado el PNV han generado malestar interno y la sensación de que los líderes institucionales deben aportar más, hacer país y vender gestión porque ya no se gana sin bajarse del autobús. Esa es una de las razones por las que la diputada general está participando en más actos el último mes que en los once previos: el arranque de la temporada de playas, las obras de una residencia, la presentación del congreso internacional de cuidados que acogerá Bilbao en septiembre, la renovación del metro mañana mismo...

De cara al futuro Etxanobe tiene como reto más inminente su primer Pleno de Política General en septiembre. A largo plazo debe encarar su problema de notoriedad, por mucho que defienda que lo que debe conocerse es el buen hacer de la Diputación. Según el Estudio de Opinión publicado por la institución foral el pasado diciembre, solo el 10,5% de la población vizcaína conoce el nombre de la diputada general. El dato habrá crecido con el tiempo. Entre otras cosas, porque levantar la Copa con Iker Muniain en el balcón del Palacio foral ante miles de fans aquella semana mágica de abril, además de una alegría y otro hecho histórico, fue una impagable campaña de imagen.

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