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El ESS-Bilbao, la sede en Zamudio del proyecto financiado por el Gobierno vasco y el Ejecutivo central para construir piezas de alta tecnología para el acelerador de partículas europeo de Lund (Suecia), ha recibido el visto bueno para una nueva inyección de dinero público. ... El plan requerirá otros 7,8 millones de euros, que serán financiados al 66% por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades y al 33% por la institución presidida por Imanol Pradales, según ha podido saber EL CORREO. De esta forma, de las arcas de Madrid saldrán otros 5,05 millones y de las de Vitoria, 2,75 millones.
El proyecto del ESS-Bilbao, además, ya no terminará en diciembre de 2025, sino que se extenderá hasta finales de 2027, garantizando su presencia en Bizkaia otros dos años más. ¿Cuál es el motivo de estos cambios? Hay una razón fundamental: la fuente europea de espalación de neutrones (ESS-ERIC) va a alargar su periodo de construcción. Acumula retraso. Y también se ha encarecido. ¿Por qué? Las tres razones que se argumentan en el acuerdo que recientemente han suscrito los gobiernos central y vasco tienen que ver con un refuerzo de la seguridad a nivel tanto local como internacional, así como con la influencia de la guerra de Ucrania en la adquisición de materias primas.
Respecto al primer punto, resulta llamativo que los 16 países implicados en la construcción del ESS europeo han decidido tomar más precauciones a la hora de levantar una instalación científica que no deja de ser un complejo nuclear, con un elevadísimo presupuesto (inicialmente se iban a invertir casi 2.000 millones de euros).
La nueva hoja de ruta establece medidas adicionales para adaptar el complejo comunitario a las nuevas exigencias derivadas del accidente nuclear sucedido en Japón en 2011. «Se han producido alteraciones en el programa de trabajo y en las necesidades de financiación del ESS-ERIC, incluyendo la revisión de la normativa de seguridad a consecuencia del accidente de Fukushima», se dice en el convenio suscrito por el ministerio y Lakua.
Relacionado con esto, se ha considerado igualmente que hace falta un incremento de plazo y de dinero «para hacer frente a potenciales amenazas terroristas». El miedo a un atentado ha elevado el listón de exigencia de los socios de la fuente europea de espalación de neutrones. Este blindaje de la instalación le costará al Gobierno central y al vasco 4,45 millones más, una suma que constituye la mayor parte de esa partida de 7,8 millones adicionales que se necesitan.
La otra porción importante de la factura tiene que ver con un aumento de los costes de fabricación. El ESS-ERIC lleva construyéndose desde 2010. Las obras no son ajenas al vaivén de los precios mundiales del acero o los áridos, por ejemplo. Por este concepto, las administraciones española y autonómica tendrán que poner sobre la mesa 1,03 millones más para poder afrontar el incremento del precio de la fabricación de piezas en Zamudio. Finalmente, el resto del sobreesfuerzo, hasta alcanzar los 7,8 millones de sobrecoste, será una aportación directa al consorcio europeo (motivada también por el encarecimiento de materias primas), alcanzando los 2,5 millones.
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En total, desde 2009 y hasta 2027, el Gobierno central y el vasco habrán puesto sobre la mesa 121,3 millones de euros como aportación para este proyecto científico de gran calado. Una pequeña parte de este presupuesto se ha recuperado mediante ayudas europeas. En concreto, se han ingresado 4,2 millones de los fondos Feder, mientras que se espera lograr otros 3,3 millones de otro programa que está en ejecución. Desde ESS-Bilbao, que da empleo a 55 personas, destacan que la inversión pública realizada en Zamudio tiene un retorno tres veces superior al dinero destinado, ya que la industria vasca es uno de los principales proveedores de la instalación y está obteniendo una amplia cartera de pedidos. A esto habría que sumar los beneficios futuros para la comunidad científica de tener acceso al acelerador de partículas de Suecia.
ESS-Bilbao nació para intentar que la fuente europea de espalación de neutrones se construyera en Bizkaia, pero el plan hubo que reorientarlo por dos veces, en 2009 y 2014, al caer eliminada la candidatura vasca justo en la final del concurso internacional. Los suecos se hicieron con la instalación científica y Euskadi se quedó con el consuelo de fabricar buena parte del material que se instalará finalmente en el acelerador, que debería estar concluido a finales de 2027, tras casi dos décadas de trabajos.
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