Hombres y mujeres por separado, como dicta su religión, han despedido este martes a Maguette, la joven senegalesa presuntamente asesinada por su marido en la calle Ollerías Altas, con una emotiva y sencilla ceremonia islámica. Los fieles habían sido convocados en la mezquita Al ... Forkan, en la calle Concepción de Bilbao la Vieja, a las dos de la tarde. Antes de que arrancara el rezo, su hermano Amadou, llegado de París, y otros hombres amigos de la familia trasladaron el ataúd hasta el interior del templo. Fueron entrando después de quitarse los zapatos en señal de respeto.
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La mayoría de los asistentes eran subsaharianos; también unos pocos magrebíes que quisieron despedir a su «hermana» de fé. Siguiendo la tradición musulmana, las mujeres se dirigieron a la sala femenina, un habitáculo situado en una planta superior, con el suelo forrado por una suave moqueta granate. Una inscripción señalaba la Meca, en una estantería descansaba el Corán y por un altavoz se escuchaban los rezos del imán en la planta inferior, la de los hombres. La salita se llenó de aroma a perfume, y la solemnidad comenzó a apoderarse del recinto con la llamada a la oración. Mientras unas se inclinaban rítmicamente cuando el imán recitaba la grandeza de Dios, otras no podían contener el llanto. Después del oficio se les permitió acceder a la sala principal de la mezquita con el cabello cubierto.
Allí se ofrecía a los hombres, una abrumadora mayoría, una «charla de sensibilización» que un amigo de la víctima, Barra Ngom Thiaye, tradujo al español. «Esto no debe repetirse», reprodujo. «Lamentamos lo que ha ocurrido y esperamos que no vuelva a ocurrir, pero todas las personas vuelven a Dios cuando sufren estos crímenes», consoló. Las «cinco oraciones diarias» que ordena el Islam son como «una barrera, impiden que se puedan hacer cosas malas», tradujo. En su discurso, el imán expuso a los fieles que matar a otro ser humano es el peor pecado, el más difícil de borrar. «Los hombres tienen que respetar a las mujeres, hay que rechazar la violencia», explicó Fadiuma Faye, una activista senegalesa residente en Gernika.
Concluida la ceremonia, el hermano de Maguette se dirigió al tanatorio de Bolueta, donde descansa el cuerpo de la joven. Los fieles aportaron ayer pequeñas donaciones, ya que la expatriación puede costar unos 4.000 euros. La Diputación se ha ofrecido a financiarla si la Embajada de Senegal no se hace cargo. Tanto la joven como su marido son de Pikine, muy cerca de Dakar, la capital del país. Su compatriota, Hady Dialo, pidió a las instituciones «apoyo» para que pueda quedarse con la tutela de sus sobrinas. «Esto ha pasado, hay que aceptarlo y seguir para adelante. Pedimos que nos ayuden con el proceso de papeleo, que sabemos que va a ser largo, para que esas niñas estén bien. Eso ayudaría un poquito a rebajar su dolor. El mejor sitio para ellas es su familia».
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