Volar, caer, levantarse y ganar

Enfrente no estaba cualquiera. Un rival temible, repleto de talento, físico y centímetros, con fichajes de relumbrón y una tarjeta de presentación de 3-0 que no deslumbró al Bilbao Basket. El equipo aceptó el cuerpo a cuerpo desde el salto inicial como una forma de tratarse y comunicar. Defendían los hombres de negro como si les fuera la vida en ello en el marco de un partido intenso, duro y extremadamente exigente con la carrocería. Al Surne le costaba anotar un mundo en el primer cuarto, en el que arrancó amenazador Ludde Hakanson. Todo el pabellón se puso a aplaudirle en la presentación y varios de sus compañeros del Murcia no daban crédito a la ovación dedicada al sueco, quien abrió el catálogo con una canasta de dos y un triple para poner a los suyos seis arriba (2-8). Hasta ahí duraron el letargo y la confusión de los vizcaínos, que renacieron con Sacha Killeya-Jones en la pista. El 'cinco' fue la vitamina que revitalizó a los bilbaínos con seis puntos en un abrir y cerrar de ojos y que les permitió fabricar un parcial de 2-10 para cerrar el cuarto inicial dos arriba (12-10).

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Luego llegó una lluvia de plomo que quemó las defensas murcianas. Los hombres de negro jugaron un baloncesto estratosférico, duro, intenso, reboteador, con perfectas lecturas defensivas y corriendo como demonios. Correr, correr y volver a correr. Renfroe, un tipo que debería llevar frac y no camiseta, completó varios contragolpes a sus 37 años. Una canasta de Pantzar obligó a Sito Alonso a pedir tiempo muerto (16-10), pero de nada sirvió. Un parcial de 17-2 y luego otro de 13-0 disparó a los de Ponsarnau 19 arriba (32-13). Desde aquel 2-8, los locales construyeron un relato maravilloso traducido en un 30-5. Miribilla disfrutaba con el juego del equipo, en el que sobresalían Killeya-Jones y Hlinason. Dos torres que llegaron al descanso con 19 puntos pese a la leña que les daban. Tampoco lo de los vizcaínos eran caricias, más bien palos de varios centímetros de grosor con los que alejar un peligro llamado UCAM. Se fueron a los vestuarios 16 arriba (40-24) y las pulsaciones a mil.

Apagón y reacción

No pudo empezar mejor la reanudación, con seis puntos de Killeya-Jones y Renfroe para poner la máxima: 22 arriba (48-26). Eran momentos de música, vino y rosas, de chocolate con fresas, pero entonces el equipo cayó a plomo. El Murcia subió la intensidad defensiva, apareció Sant-Roos y desaparecieron los de negro. Empezó a hacer tanto frío que el Surne tiritaba, alejado de todos los códigos que le hicieron triturar a los pimentoneros en el segundo período. Un demoledor 0-14 acercó a ocho a los de Sito Alonso (50-42). El Surne estuvo cinco minutos sin anotar hasta que Pantzar cortó la racha con dos tiros libres. Una gota en el desierto para no morir deshidratados. Ennis anotó sobre la bocina y mandó el partido al último período con el Bilbao Basket solo siete arriba (53-46).

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Un parcial de 6-0 insufló aire a los pulmones del Surne. Killeya-Jones era el salvavidas al que se agarraba el equipo, capitaneado por un Pantzar en progresivo crecimiento. Hakanson respondió con un par de canastas de mérito, silenciadas con un triplazo de Reyes. Ennis trataba de coser la brecha, pero entre Smith, De Ridder y de nuevo la muñeca de Reyes la mantuvieron abierta. El alero apareció para clavar tres triples sin fallo y sofocar la rebelión (75-56). Dejar al UCAM en 68 puntos –y eso que maquilló el marcador– definió la defensa del Surne, que quiere hacer de su dureza y afición de correr una seña de identidad.