Nuevo base del Baskonia

Las huellas de Kamar Baldwin: ambidiestro congénito y guiado por su madre y su pareja

Ken Morris fue el principal mentor del nuevo base azulgrana en sus inicios en el baloncesto. El educador y también entrenador de baloncesto llevó a su hijo a un torneo, pero su atención estaba en un niño de la pista de al lado. Contó en el medio norteamericano Bleacher Report que no supo distinguir si era diestro o zurdo, pero que enseguida supo que sería un buen jugador.

Su habilidad era congénita. Una de las primeras palabras que aprendió a vocalizar fue el balón. Su madre fue jugadora y entrenadora y tenía pelotas en casa. «Tuve que dárselo sólo para que se callara», bromea Kay Holloway. Su insistencia era tal que hasta el director de su guardería compró una canasta de plástico, la misma a la que se pasaba horas y horas lanzando desde la habitación de su casa en Winder, una ciudad de menos de 20.000 habitantes. Su progenitora fue su entrenadora a partir de los cuatro años, cuando conoció a su padrastro. La persona con la que invirtió más horas en tratar de perfeccionar las penetraciones a canasta.

Kamar Baldwin, que en septiembre cumple los 27 años, sigue teniendo duelos uno contra uno con un miembro de su familia. Conoció a su pareja Michelle Weaver en la Universidad de Butler, donde ella también jugaba, y años más tarde, siguen picándose cuando se pone una pelota anaranjada en medio para alegría de su hija pequeña, Kaylin. «En casa suele darme consejos. Ve todos mis partidos e incluso me envía mensajes al descanso para decirme dónde mejorar», desveló en una entrevista personal publicada por su exequipo, el Trento. En el reportaje se muestra como una persona muy familiar.

Hijo de una educadora social y un sheriff (agente de policía norteamericano), la disciplina fue un pilar en su adolescencia. En esa edad complicada en la que todo parece sugestivo, los profesores de Baldwin llamaron un par de veces a sus padres por su mal comportamiento. Le advirtieron que si había una tercera, se acababa el baloncesto. Y así fue. Estuvo cuatro semanas sin jugar y no lograba que sus padres le levantaran el castigo. Tuvo que mediar Ken Morris, que trató por todos los medios de que Baldwin se dedicara profesionalmente al baloncesto.

Al joven estadounidense se le daban bien todos los deportes. Lo probó con el fútbol americano, pero no le gustaba recibir golpes. Era tan rápido que competía en 400 metros y distintas distancias de vallas. Todo ello sirvió para potenciar un físico un físico nada voluminoso en sus inicios. En una prueba con la universidad de Atlanta, el entrenador le puso al límite haciendo flexiones. Su padrastro le preguntó si quería seguir intentándolo. «Sí, señor», le dijo el crío con una sonrisa.

Su afán por superarse prosiguió en la Universidad. De los 10,1 puntos y 1,5 asistencias del primer año pasó a 16,2 tantos y 3,5 pases a canasta en el último, elegido en el quinteto ideal de su conferencia junto a Markus Howard. Alfredo Salazar analizó su figura en los medios del club destacando que juega de 'uno' y 'dos' y que se le puede considerar ambidiestro. «Es un zurdo que utiliza también su mano derecha». Esa habilidad congénita con la que desde muy jóven comenzó a cautivar a los ojeadores. Su primera función en el Baskonia será la adaptación «Jugar en el extranejro es duro. Lejos de la familia... Lo primero es tratar de aprender el idioma y adaptarse a la cultura», expresó en Trento sobre su propósito inicial en sus cambios de equipo.