Las tres últimas destituciones en el Athletic se produjeron con el equipo en descenso

«Seguro que vamos a tener una alegría». José Luis Mendilibar era optimista en el día previo a recibir al Celta en San Mamés, en su último encuentro en el banquillo del Athletic. Aquel sábado 29 de octubre de 2005, La Catedral se vistió con el ambiente propio de una de esas noches especiales, en las que la afición sabía que su equipo la necesitaba. Pues bien, el partido terminó en empate a uno y Fernando Lamikiz, que meses antes había presentado al preparador vizcaíno como el Alex Ferguson rojiblanco, reunió de urgencia a su junta directiva a las doce de la noche. En la mesa, el futuro del actual preparador del Eibar. «Hay gente que quiere que siga», dijo Mendilibar tras esa igualada que dejaba al Athletic colista, con seis puntos, una victoria, tres empates y seis derrotas. El domingo 30, el de Zaldibar todavía dirigía a los bilbaínos. Pero no el lunes 31. Se le destituyó, después de diez jornadas y se entregó el equipo a Javier Clemente, que logró la salvación. «Es el día más triste desde que he formado parte de este club», se dolió Lamikiz.

A finales de noviembre de 2006, el Athletic de Félix Sarriugarte había ganado un partido, empatado cinco y perdido otros cinco. Estaba en la cola, pero afrontó el equipo el último partido del técnico de Durango fuera del precipicio; eso sí, con los mismos puntos, ocho, que el antepenúltimo, Osasuna. El técnico, que había cogido el equipo en verano por la destitución en plena pretemporada de Javier Clemente, sabía que la situación era compleja. «La afición tiene motivos de queja», aceptó antes de recibir al Sevilla. Y esas razones aumentaron tras el palo dado por el equipo andaluz, 1-3. «A la deriva». «Sarriugarte cierra su ciclo», eran algunos de los titulares de EL CORREO. Los espectadores pitaron al equipo y también al palco, donde ejercía de presidenta Ana Urquijo. La derrota en La Catedral y el triunfo de Osasuna ante el Deportivo (4-1) metieron a los bilbaínos en descenso. El martes 28 de noviembre, José Manuel Esnal, 'Mané', cogió al equipo vizcaíno y Sarriugarte terminó su efímera estancia en el Athletic. «Entrenar a este equipo es un privilegio y un honor», se despidió.

Eduardo Berizzo se presentó en Bilbao con una propuesta de fútbol atractiva, ofensiva, que no supo transmitir de la forma correcta a una escuadra que se desangraba atrás. Antes de su último encuentro acumulaba 20 dianas en contra en 13 jornadas, y el Levante, en el Ciutat de Valencia, le coló tres más. Como Mendilibar, el técnico argentino era optimista antes del partido, disputado en lunes, que se transformó en su sentencia: «No hay mejor antídoto contra la desconfianza que ganar», dijo un entrenador que vivía «preocupado», pero con la moral a tope porque veía a la plantilla enchufada. El cuadro granota tiró por tierra toda esperanza. Derrota, la quinta de una temporada que empezó con una victoria (la única), y en la que también se produjeron ocho empates. El 4 de diciembre supuso el final de la era Berizzo en Bilbao. 11 puntos. Puesto 18. Ese martes, horas después de la debacle en Levante, el Athletic anunció lo previsto: adiós al sudamericano, arrancaba la etapa de Garitano. ¿Hasta cuándo? Hasta este domingo. Después de una victoria.