Los periódicos del 23 de diciembre de 1923 no diferían mucho de los que se publican en la misma fecha más de un siglo después. El sorteo de la lotería de Navidad celebrado el día anterior acaparaba parte de las páginas de la Prensa. El ... gordo cayó en el 18.398 y los 15 millones de pesetas del premio se repartieron, según 'El Pueblo Vasco' entre «personas de las clases más modestas», entre ellas las operarias de la fábrica de Tabacalera. El relato de la aparición de la bola con el primer premio no diferiría mucho de lo que sucede en la época actual: «Los niños del colegio de San Ildefonso se hallaban emocionados y estuvieron breve tiempo suspensos sin cantar la bola del primer premio hasta que lo hicieron con voz velada por la emoción».
Los diarios pasaban entonces la censura previa impuesta por el directorio de Primo de Rivera tras el golpe de Estado del mes de septiembre y la actualidad en Bilbao no parecía demasiado relevante aquel día, salvo por la visita en uno de los tradicionales partidos que el Athletic jugaba por Navidad del Slavia Praga, uno de los equipos punteros de Checoslovaquia que, como el resto de los conjuntos relevantes de su país, estaba de gira por Europa. De hecho, el Sparta comenzaba en esas fechas un periplo por España que se ampliaría después a Sudamérica.
Efeméride
Nunca antes había encajado tantos goles el Athletic. El 1912 el Civil Service de Londres ganó en Jolaseta por 3-8
Se anunciaba el choque en San Mamés a las tres de la tarde y la alineación rojiblanca, como era costumbre de la época, ya la había facilitado Míster Pentland un par de días antes. Jugarían Vidal; Rousse, Acedo, Sabino; Larraza, Legarreta; Germán, Lasa, Travieso, Carmelo y Ramón Alonso. El Athletic jugó de blanco con pantalón negro y cedió al Slavia actuar con su uniforme habitual, arlequinado rojo y blanco, con una gran estrella de cinco puntas en el pecho. De hecho, hasta décadas después era el equipo local el que cambiaba de uniforme en caso de coincidencia. Antes de comenzar los jugadores bilbaínos se acercaron a los checos para lanzar los tres hurras de rigor que entonces eran costumbre.
Enfrentamientos checos
Dos días después volvieron a jugar y empataron 4-4; luego ganó al Viktoria 3-0
Se anunciaba el Slavia como un equipo temible, pero lo que sucedió nadie se lo esperaba. Los checos ganaron de forma arrolladora y le propinaron al equipo bilbaíno la mayor goleada de su historia hasta entonces, 2-9, tanto en casa como a domicilio. Nunca había encajado tantos goles el Athletic. El precedente más aproximado fue 13 años antes, el 7 de abril de 1912, cuando el Civil Service, un equipo del sur de Londres, ganó en Jolaseta 3-8. La goleada del Slavia ha quedado desde entonces para los anales. Es la más abultada encajada en 126 años.
«Alocados y aturdidos»
«Hubo momentos en los que los checos tocaron el balón diez, veinte, treinta veces», contaba la crónica de 'La Tarde', «sin que los athleticos hicieran otra cosa que ir de un lado a otro alocados, aturdidos, anonadados por aquella superioridad en el manejo del balón». Los periódicos de aquellos años eran muy críticos con el Athletic, aunque se tratara de un partido amistoso. Tiraban a dar: «Su principal defecto fue dejarse imponer por el Slavia. Falta de brío, de coraje, de rapidez. No puede ser, con una táctica rígida no se puede jugar siempre, y al Athletic le pasó eso y perdió la chaveta».
Tampoco faltaban reproches al juego de los checos: «Su juego no es de filigrana, sino de toque, al cuerpo en más de una ocasión, llegando hasta a ser sucio. Ayer lo fueron ante la pasividad del árbitro. Pegaron muchos golpes, y malos, en un estilo de profesional». Los triunfadores de aquella tarde fueron Rudolf Sloup-Stapl, autor de cinco de los goles del Slavia, y Jan Vanik, que marcó los otros tres.
Stapl, que trabajaba como cerrajero en la fábrica de Skoda en Pilsen, jugaba en el Olimpia y después en el Viktoria hasta que fichó por el Slavia. Jugó ocho partidos con la selección de su país, con la que marcó ocho goles. En mayo de 1923, el mismo año de la goleada al Athletic, estaba seleccionado para jugar contra Italia en Praga, pero el día del partido se fue a echar la siesta después de comer y se quedó dormido. Llegó tarde al estadio, y el partido ya se estaba jugando con el legendario Janda, que se había retirado un mes antes, en su puesto. Había acudido al partido como espectador, se estaba tomando una cerveza en la cantina del estadio y allí le convencieron para que jugara. Stapl murió de forma trágica a los 40 años en septiembre de 1936, cuando se ahorcó en su casa de Praga.
Como el fútbol tiene esas cosas, dos días después se repitió el partido entre el Athletic y el Slavia, que acabó con empate a cuatro con dos goles de Larraza –que acabó expulsado–, ambos de penalti, y otros dos de Larracoechea. Un día más tarde, en ese trajín competitivo del Athletic, otro equipo checo que también será rival de los rojiblancos en la Europa League, el Viktoria Plzen, jugó en San Mamés. El Athletic ganó 3-0, con dos goles de José Antonio Agirre, el futuro lehendakari.
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