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El destino ha vuelto a cruzar a Ernesto Valverde con el Slavia Praga. El de mañana en San Mamés (21.00 horas) será el tercer encuentro del entrenador de Viandar de la Vera contra el equipo de la República Checa. Lo hará como técnico del ... Athletic en la Europa League y con el nuevo formato de las competiciones continentales que se estrena esta temporada. Hace cinco años lo hizo al frente del Barcelona en la Champions tradicional y por partida doble, ya que el sorteo encuadró a ambos conjuntos en el mismo grupo.
Los azulgrana se impusieron a domicilio (1-2) en el Eden Arena, pero no pudieron pasar del empate sin goles en el Nou Camp en un duelo en el que adolecieron de profundidad. El técnico del Slavia de entonces y también el de ahora es el mismo, Jindrich Trpisovsky, toda una institución en el club. Valverde conoce por tanto el ideario de Trpisovsky. Y éste, el de Valverde. La batalla táctica está servida entre dos entrenadores cuyos equipos viajan por Europa con cuatro puntos cada uno.
El preparador rojiblanco encaraba hace un lustro su tercera aventura europea el frente del banquillo blaugrana, al que llegó en 2017, después de dos sonoros batacazos consecutivos frente a la Roma, en cuartos de final, y el Liverpool, en semifinales, en las dos campañas previas. Fueron dos siniestros totales que escocieron sobremanera a la parroquia culé a pesar de que el Barça había ganado dos títulos ligueros seguidos con una superioridad aplastante.
El bombo no fue especialmente generoso con los blaugrana, que tuvieron que vérselas con el Borussia Dortmund y el Inter de Milán como principales enemigos. El Slavia Praga, que se había clasificado para la Liga de Campeones tras superar eliminatorias previas, aparecía en este escenario como la teórica cenicienta del grupo frente a tres grandes del fútbol continental. Los checos únicamente sumaron dos puntos con sendos empates ante los italianos y el Barcelona. Su esquema, unido a una importante dosis de fortuna, funcionó y salieron vivos de un estadio culé casi inexpugnable.
«Estoy orgulloso de los futbolistas, de cómo han jugado y cómo han corrido. No siempre se puede ganar y menos en el Camp Nou, pero hemos mantenido el honor, hemos hecho el juego que queríamos y nuestro portero ha hecho cuatro o cinco paradas muy buenas», declaró Trpisovsky al término del choque, disputado el 5 de noviembre de 2019. Valverde admitió que los suyos no habían estado acertados y elogió «la línea defensiva avanzada» desplegada por los checos y que los locales no supieron descoser.
Seguro que tomó nota entonces del esquema del Slavia y su forma de presionar de cara al duelo de mañana. Y es que el rival del Athletic en la tercera jornada de la competición, uno de los equipos más en forma de Europa, despliega hasta seis jugadores en un mismo sector del campo, lo que deja espacios enormes si esa muralla se desmorona. «Te deja en un mano a mano», dijo entonces Valverde.
Los números con los que llegan los centroeuropeos a La Catedral dejan entrever un ideario valiente y arriesgado que les ha servido para hacer la cifra nada desdeñable de 33 goles en los 17 partidos que han disputado esta campaña. Lidera su liga con autoridad, con seis puntos de ventaja sobre el Sparta, el eterno rival. Sus piezas han cambiado en el último lustro, pero el sello de Trpisovsky permanece inalterable y Valverde lo conoce bien.
Filosofía irrenunciable
Varían los jugadores del Slavia, pero no la filosofía irrenunciable de su entrenador. Recuperaciones cerca del área del contrincante y mirar siempre hacia adelante, sin dudar, con las bandas como el mejor arma para hacer daño. Su osadía en el Nou Camp tuvo recompensa. Incluso pudieron hurgar en la herida si los praguenses hubieran estado acertados en el último pase, el que marca habitualmente la diferencia en los encuentros de máximo nivel.
Apenas dos meses después de aquel partido, la era Valverde en Barcelona se cerró de manera brusca. El 9 de enero el Barça cayó en la semifinal de la Supercopa de España ante el Atlético (2-3) en Arabia Saudí y los acontecimientos se precipitaron a pesar de que lideraba el campeonato liguero y de que había superado con la máxima solvencia la fase de grupos de la Champions. El runrún interno y externo era tan ensordecedor que el presidente Josep Maria Bartomeu le destituyó once días después de aquella derrota para rebajar la presión ambiental. Cogió los mandos del equipo Quique Setién. Meses después ganó la Liga el Real Madrid y el Barça cayó en cuartos de la Champions ante el Bayern con un sonrojante 2-8.
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