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San Mamés se prepara para vivir otra de sus noches mágicas. De hecho, cuando se supo el resultado del sorteo fue unánime la valoración de que el llamado factor campo sería especialmente trascendente en esta eliminatoria. El formato de partido único cuando los contendientes son ... de la misma categoría otorga al escenario un valor añadido; qué decir cuando uno de los protagonistas es un equipo de la potencia del Barcelona.
En Bilbao se recordaron de inmediato los cuartos de final de la temporada 2019-20 y los octavos de la 2021-22, en los que el Athletic tumbó al equipo blaugrana en la catedral, dos antecedentes que sumados al gran momento de forma de los rojiblancos elevaron el optimismo de la parroquia a unos niveles próximos a la euforia, sin duda exagerados a la luz de un mínimo análisis en frío.
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Javier Ortiz de Lazcano
Alex M. Franquet
La última jornada de Liga ha servido para rebajar un tanto el tono y para enfocar el choque de esta noche desde una perspectiva mucho más realista. El objetivo de salvar la eliminatoria sigue estando al alcance del Athletic, claro que sí, y más jugando al calor de su público, en un «campo que ruge», como recordó ayer el propio Xavi, pero el Barcelona se presenta como un rival más temible de lo que podía parecer hace apenas diez días.
Este fin de semana hemos visto a un Athletic terrenal, muy distinto al invencible de las últimas catorce jornadas. El grupo de Valverde, condicionado por algunas ausencias, no dio en Mestalla la imagen de otras tardes. Probablemente ocurrió lo inevitable, lo que le puede pasar a cualquier equipo a lo largo de una temporada: los leones acusaron la semana de tres partidos y las ausencias de futbolistas claves como Iñaki Williams, Ruiz de Galarreta o el propio Vesga. Faltó frescura y en algunos casos como en los de Nico o Berenguer, esa chispa imprescindible para los delanteros. Nada que no tenga remedio ni de lo que haya que preocuparse en exceso, al menos de momento. Seguro que esta noche será otra cosa.
Más inquietante para los intereses del Athletic fue la actuación del Barcelona en el Benito Villamarín, donde se desenvolvió con una autoridad inusual esta temporada para dar buena cuenta, 2-4, de un Betis invicto hasta entonces en su campo. El equipo que había salido de la Supercopa con tantas dudas y bordeando la crisis tras la goleada encajada ante el Real Madrid, ofreció una imagen muy distinta en Sevilla debido, en buena medida, a la recuperación de un futbolista tan diferencial como Pedri y los detalles de calidad del jovencísimo y desequilibrante Lamine Yamal.
El Athletic y el Barcelona han transitado caminos opuestos desde que les emparejó el sorteo. Los rojiblancos han perdido su imbatibilidad de catorce jornadas y los blaugrana parecen haber recuperado la autoestima. La percepción que se tenía del equipo de Xavi ha cambiado y a medida que se acerca la hora, la empresa se antoja más complicada que cuando salieron las bolitas en el bombo. Sigue siendo el Barcelona más asequible de los últimos tiempos, pero no por ello deja de ser un gran equipo como lo demuestran sus estadísticas. Un dato destaca sobremanera: todavía no ha perdido un solo partido fuera de casa. Sus dos únicas derrotas del curso se produjeron en Montjuic ante el Real Madrid y el Girona.
El antecedente inmediato entre los contendientes de esta noche es la derrota rojiblanca con aquel gol del joven Marc Guiu, de quien nunca más se supo puesto que aquellos fueron los únicos minutos, once, que jugó con el primer equipo.
Aquel partido de octubre y las dos eliminatorias antes referidas nos dicen que el Athletic y más jugando en San Mamés, tiene fortalezas suficientes como para doblegar a un equipo que aunque lejos de sus mejores tiempos, sigue siendo un rival muy poderoso que viene espoleado por la necesidad de aferrarse a la Copa, probablemente la única competición en la que puede tener posibilidades ciertas de éxito.
Al Athletic no le hacen falta estímulos de esa clase para afrontar el choque con el espíritu de las grandes ocasiones. Busca colarse en su quinta semifinal consecutiva, todo un récord y lo hará al amparo de una Catedral que quiere disfrutar de otra gran noche.
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