Las graves lesiones que han sufrido algunos jugadores de los llamados equipos grandes ha abierto el debate en torno al nivel de exigencia del calendario de competición. La plaga de cruzados rotos ha encendido todas la alertas. Los expertos advierten sobre los riesgos que implica ... la creciente saturación de la competición y los protagonistas se quejan de que su salud está en juego. Habrá que ver en qué termina todo esto, pero lo cierto es que el actual régimen de competición, prácticamente con dos partidos a la semana durante gran parte de la temporada, parece difícilmente sostenible si, además, se le añaden incontables kilómetros de viajes, algunos con jet lag incluido.
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Afortunadamente, hasta el momento el problema solo ha rozado de manera tangencial al Athletic, lo que no quiere decir que se esté manteniendo completamente a salvo. Un repaso al parte de bajas desde que arrancó el curso a mediados de agosto arroja una lista nada despreciable de damnificados. Desde la pretemporada sufrieron problemas, algunos arrastrados del pasado curso, Yuri, Nico Serrano, Ruiz de Galarreta, Paredes y Djaló. En septiembre fueron cayendo Prados, Herrera, Sancet, Nico Williams, Adama y Yeray. Al siguiente mes se lesionaron Vesga, Padilla y, de nuevo, Nico Williams y Sancet. Noviembre nos ha traído las bajas de Jauregizar y Guruzeta mientras que Sancet ha vuelto a caer, esta vez con una torcedura de tobillo en el partido contra el Betis. Si a la lista le sumamos a Simón, ausente tras un paso programado por el quirófano, habrá que admitir que Valverde ha tenido que ir recomponiendo sus planes condicionado casi siempre por alguna o algunas bajas de hombres de peso en el equipo titular.
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Ocurre que, afortunadamente, estamos hablando de lesiones si no leves, si al menos de incidencia limitada en el tiempo. Problemas musculares, torceduras, golpes… accidentes todos inherentes al propio fútbol, gajes del oficio con los que todo el mundo tiene que contar a lo largo de toda la temporada.
Llama la atención la trayectoria de Sancet, ausente en cinco de los diecisiete partidos disputados hasta la fecha por el equipo. El navarro, que empezó el curso a gran nivel y viendo puerta hasta convertirse en el máximo realizador del equipo, se ha perdido prácticamente un tercio de lo disputado hasta ahora, lo que está incidiendo negativamente en la regularidad de su rendimiento. Y estamos hablando de uno de esos jugadores llamados a marcar la diferencia, un pilar básico del equipo que, sin embargo, no se sostiene en pie con la continuidad deseable.
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Algo parecido viene ocurriendo con Ruiz de Galarreta, pero también Nico Williams ha sufrido los rigores del calendario. Como será la cosa que hasta su hermano, que parecía indestructible y acumulaba partidos en las piernas como si no hubiera un mañana, ha tenido que acabar sacando bandera blanca.
Nos podemos dar por satisfechos porque en el Athletic no hay que lamentar, de momento, ninguna de esas ausencias que eliminan a un jugador prácticamente para toda la temporada. Aunque la intermitencia individual acaba incidiendo en el rendimiento general, lo cierto es que Valverde tiene razones para considerarse más afortunado que algunos de sus colegas.
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Pero lo cierto es que tal como se ha estructurado la competición, el riesgo es cada vez mayor y no estaría de más que todos los responsables se pusieran de acuerdo para encontrar soluciones. Porque no vale la postura de los clubs de culpar al sobredimensionado calendario de selecciones, a partir de la inclusión de la Liga de Naciones, si son los propios clubes los que están encantados de la vida por el nuevo formato de la Champions y la Europa League, con dos partidos más en la fase de grupos, los que van a participar en el Mundial de clubes ya están pensando en qué van a gastar sus nuevos ingresos, y son también los clubes los que han convertido una fase crucial de la preparación como era la pretemporada, en una nueva forma de hacer caja aunque sea a costa de sacrificar el imprescindible entrenamiento por partidos absurdos en los escenarios más inverosímiles, con el añadido gratuito de la exigencia de ganar cada amistoso.
La huelga con la que amenazaron los jugadores de la Premier hace unas semanas, parece haber quedado en un mero amago, nada serio, porque una rebaja en el calendario implicaría una rebaja automática en sus salarios. Así las cosas y a falta de soluciones más cabales, solo queda cruzar los dedos y rezar lo que cada uno sepa para que la goma, o sea, los músculos y los tendones, sigan estirándose sin romperse. Porque los futbolistas también son de carne y hueso.
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