La eliminatoria de Copa ante el Real Madrid es una ventana perfecta para que el Athletic repase su historia, esa manera única de ser que le da fuerza para seguir en pie con su modelo romántico en un fútbol mundial dominado por el dinero. Y ... cuando los aficionados rojiblancos se asoman a esa ventana y echan la vista atrás sonríen y paladean, sobre todo, las grandes victorias ante el Real Madrid, el peor rival, el equipo de mayor palmarés. Nada es mejor que ganar al casi imbatible conjunto merengue. David contra Goliat. Ya casi no quedan testigos de aquel gol de Unamuno en la prórroga de la final de Copa de 1930 en Montjuic ante el Madrid. Y hay que preguntar a los abuelos por el tanto de Zarra que le dio al conjunto rojiblanco el título copero en 1943 frente al mismo adversario. De lo que todos se acuerdan, aunque no lo hayan visto, es de la gesta de los 'once aldeanos'.
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Probablemente sea el mejor triunfo del Athletic. Fue en 1958, en la final de Copa, que entonces era del Generalísimo, y frente al Real Madrid de Alfredo Di Stéfano, el dueño entonces del fútbol mundial. Aquella victoria levantó un estatua en el museo emocional del Athletic porque define a la perfección el espíritu de este club impar que se niega a ser como los demás. Fiel a sí mismo aunque todo se le ponga en contra. La final iba a celebrarse en un estadio neutral, como siempre, pero la Federación decidió que fuera en Madrid. Iba a ser en el Metropolitano y se jugó definitivamente en el Bernabéu, la casa del finalista merengue. Más ventaja para el gran favorito.
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Dio igual. Carmelo, Orue, Garay, Canito, Mauri, Etura, Artetxe, Koldo Aguirre, Arieta, Uribe y Gainza, once aldeanos, derribaron todos los obstáculos y ganaron 2-0, con goles de Arieta y Mauri. Bizkaia y los aficionados rojiblancos enloquecieron. La comitiva que regresó a Bilbao iba encabezada por un autobús en el que así se leía el resultado: 'Pobresitos aldeanos 2-Mejor equipo del mundo 0'.
Pese a que estas dos últimas décadas el Barcelona se ha convertido en el ejecutor habitual del Athletic en las finales de Copa, el Madrid sigue siendo el rival al que más gusto da derrotar. Desde 1958 el conjunto blanco y el Athletic no habían vuelto a cruzarse en una final hasta la Supercopa de la pasada semana, la que el equipo de Benzema y Modric se llevó por 2-0. En el desierto de Riad volvieron los dos centenarios equipos a pelear por un trofeo y el combate se decantó del lado madridista. Otro episodio para la historia de este viejo duelo que continuará dentro de dos semanas en San Mamés con la supervivencia copera en liza.
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Aparece otro recuerdo al volver a mirar por la ventana del pasado: la Liga de 1983, la que rompió un largo periodo de sequía rojiblanca. Los hinchas de mediana edad no olvidan dónde estaban aquel 1 de mayo. Con la oreja en la radio. El Athletic de Clemente remontó y luego goleó en Las Palmas, pero necesitaba que el Real Madrid, que dependía de sí mismo, pinchara en Valencia. Y lo hizo. De repente, campeones de Liga. Doblegando al conjunto capitalino.
Nunca ha sido fácil batir al equipo madridista. Cada vez lo es menos como quedó patente en la Supercopa de Riad. El Athletic vive a contracorriente. Sus hinchas saben que muchas veces le piden al equipo más de lo que puede dar. También asumen mejor las decepciones. Es la tasa a pagar por la singularidad, por vivir sólo de la cantera vasca sin acudir al mercado internacional. Los jóvenes seguidores rojiblancos tienen esa nostalgia de un tiempo no vivido pero del que se sienten orgullosos. De los 'once aldeanos'. El Athletic siempre ha sostenido su espíritu de oposición. Y nada mejor para demostrarlo que el adversario de mayor talla, el Madrid.
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Ahora que tantos libros se compran por Internet, el Athletic es como sentir el aroma de la vieja librería de tu barrio. Cada cambio que se ha producido en el fútbol, desde la ley Bosman que llenó de extranjeros las ligas, ha ido en contra de su modelo. No importa. Sigue empeñado en alinear a los suyos frente a las plantillas diseñadas con el talonario de dirigentes como Florentino Pérez, capaz de discutirle la propiedad de Mbappé a los petrodólares del PSG francés. El fútbol cambia y el Athletic se mantiene en el mismo lugar, su origen, su tierra, su cantera. Y de vez en cuando, qué gusto, tumba al Madrid.
En eso piensa ya la afición bilbaína. Tras enterrar el jueves al Barça, el sorteo de Copa ha emparejado al conjunto de Marcelino con el Real Madrid. A partido único y en San Mamés, con la grada inclinando el campo a favor de su equipo. No es una final, pero tendrá todo lo que tienen las grandes finales: ambiente para catapultar a los rojiblancos frente al adversario más difícil. Afrontarán el reto más alto con el impulso que da la historia, la memoria de 'once aldeanos' dispuestos a repetir gesta.
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