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Escribió Julio Cortázar que vivir es guardar recuerdos para el futuro y en cambio, de entre todas las vivencias dispersas, solo nos va quedando sitio para las extraordinarias. Ciertas noches de San Mamés, como esta en la que hacemos un nudo en la bufanda para ... señalar que nos va quedando una menos de las revanchas que tenemos pendientes con el Barcelona, se van a instalar para siempre en ese desván desordenado, nebuloso y aleatorio que es nuestra memoria.
Qué bonito es el fútbol y qué partidazo del Athletic. Lo tuvo todo: potencia y habilidad, intensidad y precisión, entrega individual y solidaridad colectiva. Por tener, tuvo hasta la incertidumbre del resultado, eso sí, con el Athletic siempre por delante, jugando con la fe de que, si la justicia futbolística se manifestara, encontraría argumentos a favor, merecimientos suficientes. Los jugadores se vaciaron, fueron infatigables a la presión y a los duelos individuales, pero a la vez sin olvidarse en ningún momento de jugar bien al fútbol, el mejor fútbol, de disputarle también la superioridad técnica al rival, y se la ganaron casi todo el partido al equipo que marcó estilo en el fútbol mundial durante los últimos quince años.
El despliegue físico del Athletic fue extraordinario, y acompañado por el afán irrenunciable de tocar bien el balón, de desplegarse con sentido, de encarar y proponer. San Mamés fue una fiesta, al aire las bufandas, los gritos de aliento, el entusiasmo.
Decíamos hace poco que fue una buena idea convertir la Supercopa en una final a cuatro, en mitad de la temporada, con los equipos en plenitud. También lo han sido estas eliminatorias a partido único, que evitan la especulación con el marcador, el mercadeo con la discutible (por castradora) norma del valor doble de los goles fuera de casa, que premia la cautela y el sistema, mientras que reprime la inspiración individual, la alegría de los sucesivos abordajes, corta las alas a la grandeza.
Sí, ya sé que este Barcelona no es el de Messi, que nos machacó sin piedad como contrapartida por habernos proporcionado la mejor versión del fútbol que nos ha sido dado contemplar en toda una vida de aficionados, pero es un Barcelona prometedor al que sencillamente no le queda otra que tirar de los jóvenes de casa, tras tirar la casa por la ventana en operaciones económicas disparatadas. Y qué sino jugar con los chicos de la casa es lo que lleva haciendo el Athletic Club de Bilbao a lo largo de toda su historia centenaria…
El Athletic está jugando varios partidos al nivel de los mejores, solo queda interiorizarlo y no dar un paso atrás en la propia exigencia. Atreverse a ser el que puede llegar a ser. La defensa sigue impenetrable, no le hacen ocasiones, apenas le tiran a gol. Dani García y Vesga echaron una mano en defensa y se sacrificaron en la tarea sorda de trabajo sobrio para que pudieran jugar más sueltos los mejores del partido, Nico y sobre todo el otra vez superlativo Muniain. Arriba destacó Sancet, y a Iñaki Williams no le quedó más remedio que no desmerecer ante su hermano.
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