De los dulces sueños a la pesadilla

Marcelino rotó mucho. Su tesis es que este equipo puede medirse a cualquiera aunque haya muchos cambios en el once. La apuesta le funcionó ante el Rayo y el Espanyol, pero se le vino abajo en la primera parte ante el Mallorca. Tuvo que rectificar en el descanso al meter a Berenguer y Berchiche y, de paso, retirar al desafortunado Nuñez. Que Balenziaga, una solución de emergencia, jugará la segunda parte de central refleja lo tocado que queda el portugalujo para el asturiano. Lo sucedido deja la impresión de punto de no retorno para el central.

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Los aficionados se esperanzan con Europa, pero partidos como el de anoche transmiten la sensación de que el vestuario ve esa meta como una montaña inalcanzable. Hubo capacidad para remar río arriba con el 2-0 y empatar en un minuto. Esa vergüenza torera fue lo único bueno de la noche.

Pero, de repente, con los locales tocados por el impacto de lo sucedido, los rojiblancos decretaron un inexplicable armisticio, dieron por bueno el punto y permitieron que el Mallorca se rehiciera. Kubo dio al triunfo a los locales con un rebote afortunado en Unai Simón. Fue un justo castigo para el Athletic más pobre de los últimos tiempos. No tuvo intensidad, contundencia defensiva, no creó en ataque y ni siquiera fue capaz de controlar con todo a favor.