El cuarto sopapo en el siglo XXI

No es la primera vez, por supuesto, que el Athletic es incapaz de superar las semifinales de la Copa del Rey en el siglo XXI. Ya le ocurrió cuando se enfrentó al Real Madrid (2002), al Betis (2005) y al Valencia (2022). Tanto contra los blancos como con los che, la vuelta se jugó a domicilio. Ante Osasuna y el cuadro verdiblanco el partido decisivo se disputó en una Catedral que vuelve a derramar lágrimas por una oportunidad perdida y que obliga al equipo de Txingurri a acelerar para acceder a Europa a través de la Liga.

El Athletic, entrenado por Jupp Heynckes, se plantó en el Santiago Bernabéu por delante en la eliminatoria. Había superado, 2-1, al cuadro blanco de Vicente del Bosque, gracias a las dianas anotadas por Etxeberria y Urzaiz. El guipuzcoano y el navarro permitieron remontar a los locales, ya que Zidane había adelantado a los madrileños en el minuto 4. La ilusión en Bilbao estaba por las nubes. Se pensaba que sí, que esta vez el equipo se iba a plantar en una final. Había pasado demasiado tiempo... Pero no.

«Fue bonito mientras duró», tituló la crónica EL CORREO. Y duró bastante, 51 minutos, que fue lo que tardó el Real Madrid en anotar su primera diana. Ese tanto y el segundo, el que ya tiraba por tierra casi todas las opciones vizcaínas, llegaron precedidos por sendos errores de Dani Aranzubia, el que había sido el héroe en el partido de ida: primero firmó una mala salida al saque de un córner de Figo y, luego, midió mal y le dejó el balón a Raúl para que anotara el segundo. El tercero, y definitivo, lo consiguió Guti. «Hemos caído con honor», defendió el técnico alemán.

Fue una eliminatoria en la que no se marcó ningún gol. Tanto en la ida, en el Manuel Ruiz de Lopera –entonces se llamaba así–, como en la vuelta, el resultado fue 0-0. Por lo tanto, el equipo que pasó a la final se decidió en la tanda de penaltis. Antes de esos lanzamientos fatídicos, el Athletic había contado con más ocasiones, en Sevilla y también en la vuelta en Bilbao. Pero faltó puntería. La pelota no quiso entrar y tocó ir a la ruleta que sonrió a los verdiblancos.

Esa amarga noche contó con un claro protagonista. Santi Ezquerro, en aquellos tiempos ya camino del Barcelona, erró una clara ocasión de gol en el minuto 87. Hubiera evitado la prórroga, metido a los bilbaínos en la final y hubiera enterrado la tortura de los penaltis. Y es que en esa tanda, el riojano también falló en el momento decisivo. Empezó el Athletic, Doblas le paró el disparo a Del Horno. Pronto, el Betis falla y se equilibra el marcador. Sexto lanzamiento, le toca al futbolista de Calahorra. Se lo detiene el portero verdiblanco. Y Luis Fernández no falla. De nuevo, como tres años antes, la decepción. «Noche de dolor en San Mamés».

El Athletic estaba ante una oportunidad única: jugar tres finales de la Copa del Rey de manera consecutiva. Había disputado la de 2020, la de 2021, y podía hacerlo también con la de 2022. En el partido de ida tampoco se jugara mucho. «Noche de fútbol industrial en San Mamés», se calificó en las páginas de EL CORREO un encuentro en el que el Valencia aplicó al dedillo el libreto de Bordalás. Los bilbaínos, eso sí, se adelantaron gracias a la diana de Raúl. Tras el descanso, marcó Hugo Duro, el futbolista más peligroso de los levantinos. Todo quedaba para Mestalla.

Y allí salió cruz. En otro partido un tanto desquiciante, «en un nuevo ejercicio de impotencia», en una demostración de que Marcelino fue incapaz de contrarrestar el modelo de su oponente en el banquillo, la diana de Guedes, un misil desde fuera del área, le sirvió al cuadro local para meterse en una final que luego perdió contra el Betis. Y el Athletic y su afición lloraron. Como ante Osasuna. Adiós a la posibilidad de ganar la Copa.