Alavés 1-0 Rayo Vallecano

El Alavés da un paso casi definitivo para la permanencia

Ya se sabe que el Alavés fabrica partidos competitivos en serie y, a partir de ahí y en función de las circunstancias, salen o no los puntos de la cadena de montaje. No se esperaban excesos futbolísticos cuando un equipo se presentaba después de cinco encuentros sin ganar y el otro tras ocho. Menos aún si se trataba de dos de los conjuntos con menos producción goleadora del campeonato. Ambos con una media de menos de un tanto por encuentro. Así que el 1-0 era un resultado probable. Como el 0-0 o el 0-1. Ninguno de ellos hubiera extrañado. Más compacto e intenso el Alavés, mejor dotado técnicamente y con más fondo de armario la plantilla del Rayo. Choques de este pelaje, sin demasiadas diferencias, acaban por resolverse por errores o inspiración.

En cualquiera de estas categorías puede enmarcarse la jugada del partido. Podría pensarse que fue la del gol, pero cuando un espasmo de incredulidad y alegría recorre la grada en el minuto final del descuento lo demás queda en un segundo plano. Sivera salvó con una acción de reflejos el cabezazo a bocajarro de Isi y el veteranísimo Falcao estrelló a continuación un remate de juveniles en el larguero. Acierto o error. Acierto y error. Como se prefiera. Volver a respirar por un triunfo que a punto estuvo de escaparse. Por una victoria cimentada en uno de los goles albiazules de la temporada. No se prodiga el equipo alavesista en exquisiteces, así que el maravilloso pase de Blanco y la definición de estrella de Gorosabel, 'picadita' cruzada ante la salida del meta, fue como esa flor que crece en el asfalto.

El fútbol alavesista, más plano en esta parte de la campaña, pertenece a la siderurgia de este deporte. Hierro forjado. La optimización de los recursos, notable. Por momentos uno se pregunta si son realidad esos diez puntos de margen con el descenso. Luis García Plaza había retocado de inicio el equipo con la entrada de Carlos Vicente por Sola en la banda derecha y el regreso de un imponente Blanco por Benavídez. De nuevo con un bloque consolidado y mínimas variaciones en el último tramo de curso. Frente a un Rayo Vallecano también con leves modificaciones en el once y la entrada entre otros de Pathé Ciss y De Frutos. Y ausencias significativas como Trejo.

Nada extraño en una primera mitad de pura intensidad alavesista y las habituales dificultades para transformar el ímpetu en ocasiones. Guridi lo probó y después un Samu que parece haber regresado al modo errático. Demasiado individualista en ocasiones. Demasiado motor para controlar sus propias acciones. Futbolista aún en los albores de su proyección. Poco a poco el Rayo consiguió dormir el choque a través de las combinaciones donde Unai López colocaba la almohada al iniciar las jugadas. Después, ya con las exigencias del marcador, se incrustaría en tres cuartos de campo. A crear problemas, junto a los De Frutos o Isi. Mucha movilidad y mucho balón para un adversario que lo intentó tras el descanso. Antes había recibido el golpe al mentón de Gorosabel. Justo tras el parón para asistir a un espectador en la grada.

No hubo sentencia -se rozó en un córner ensayado que acabó en gol anulado a Javi López- ni tampoco empate en otro tanto que no subió al marcador de RDT por fuera de juego. Comenzó el juego de banquillos. Abde y Kike García por Rioja y Samu. Sola y Benavídez más tarde por Carlos Vicente y Guridi. Guevara hacia adelante para tratar de buscar la acción definitiva. Momentos de zozobra hubo en esta segunda mitad. Demasiados centros al área que superaron el primer palo de Sivera en continuaciones o en despejes fallidos. Mucho trabajo y también fortuna que se extendió a la acción final entre Isi, Sivera y Falcao.

Para amarrar los tres puntos en el 'partido más importante del año', como lo había bautizado el técnico albiazul. Desde luego, el agua que por momentos cayó sobre Mendizorroza pareció bendita en los momentos determinantes. Para que otro mayúsculo esfuerzo colectivo cristalizara en triunfo determinante. No parece excesivo pensar que una sola victoria más bastará para asegurar la categoría. Tan cierto como que llegar y hasta superar los cuarenta puntos se antoja un objetivo factible. Se trata de seguir haciendo lo mismo. Ser siempre un equipo.