Apenas 8.000 alaveses confinados desde el lunes: «Teníamos una Semana Santa perfecta. Ni nos la creíamos»

El confinamiento se ha decidido en esta ocasión a partir de los 400 positivos por 100.000 habitantes en 14 días para los municipios que superan los 5.000 vecinos, un corte que han pasado todas las localidades alavesas con ese censo. En aquellas con un padrón más reducido se han tenido en cuenta, además, la incidencia acumulada de su zona básica de salud y los contagios detectados en la última semana, un examen que no han pasado los cinco pueblos que se despiden hoy de la libre movilidad. Iruña de Oca es uno de ellos -el más poblado, además- y no le ha cogido de imprevisto. «No nos esperábamos que pasara otra cosa. Sorpresa, ninguna», reconoce su alcalde, Michel Montes, tras sumar 32 casos en siete jornadas. El epicentro de este brote se encuentra en Nanclares de la Oca, donde Osakidetza ha puesto la lupa con un cribado entre los clientes de un par de bares (Siglo XXI y Kronos) muy frecuentados por trabajadores del polígono industrial.

El cerrojazo podría atrasar la apertura del jardín botánico de Santa Catalina, el gran atractivo de la zona, que suele comenzar a recibir visitas en abril. El turismo será de nuevo una de las principales víctimas de las restricciones que coge al sector con la movilidad dentro de Euskadi reabierta hace menos de un mes y la Semana Santa ya organizada. El Ejecutivo vasco, como novedad a otros cierres y consciente del rejonazo económico, permitirá que las personas que hayan realizado una reserva de hotel para las vacaciones (entre el 1 y el 11 del próximo mes) antes del pasado viernes salgan o entren en los municipios en rojo. Luis Aldazabal, regidor de Elciego, confía en que los visitantes «no las anulen» ante el nuevo escenario, «el peor de todos los que podíamos esperar». «Nos limita mucho. Teníamos una Semana Santa perfecta y una de Pascua que ni nos la creíamos», lamenta. El pueblo, ubicado en Rioja Alavesa, uno de los rincones de Euskadi que preveían más movimiento ahora que sólo se podía viajar dentro de la comunidad autónoma, registra la peor incidencia acumulada -2.318,84 casos, casi el cuádruple que Urkabustaiz- de los 19 municipios incluidos en la 'lista negra'.

Pero el confinamiento no es la única medida que pretende frenar el avance del virus en estas localidades donde se halla desbocado. En todas se impondrán también el cierre del interior de la hostelería -lo que augura una nueva batalla judicial- salvo en horario de desayunos (de 6.30 a 9.30 horas) y comidas (de 13.00 a 16.30), las reuniones en espacios privados se limitarán a convivientes y sólo podrá haber un máximo de cuatro deportistas en espacios cerrados. «Lo primero es la salud», repite Enrique Pérez, alcalde de Elvillar, que no llega a los 350 vecinos. Allí funcionan dos bares pero, «en cuanto se sabe que hay algún positivo, la gente no sale casi de casa y el pueblo se queda medio vacío».

Estas vacaciones, de nuevo, no habrá visitas a familiares o a las segundas residencias en los pueblos en rojo. «Nosotros no somos muy turísticos», se consuela el regidor de Elvillar. Pero las restricciones se extenderán en la semana de Pascua a localidades mayores, incluidas Vitoria y Bilbao, si no se contiene la curva de contagios que, tras un año de experiencia en la pandemia, se prevé que continúe al alza otras dos semanas. Y ya se encuentra preocupantemente elevada.