Álava es la cuarta provincia con más días de baja al año de sus trabajadores, 16 de media

La preocupación «por el absentismo y su repercusión en la competitividad de las empresas» la puso de relieve la máxima responsable de Michelin en España -y hasta el pasado 31 de enero directora de la planta de Vitoria-, Mari Paz Robina, en una entrevista publicada el domingo en este periódico. «El absentismo es un problema cultural en Álava, cuesta creer que aquí la gente enferme el doble», aseguró. «Existe inquietud, sobre todo, por la frecuencia de bajas de muy corta duración, cuya repercusión en la organización es muy importante por la dificultad de prever medidas que atenúen su impacto», ratifica Juanma Legorburu, responsable médico para las relaciones con el cliente en Mutualia.

En Michelin (3.500 empleados) la tasa de absentismo se sitúa en un 8% -por encima de las plantas que el fabricante de neumáticos tiene en Valladolid o Aranda de Duero-. Sin embargo, en la otra gran empresa alavesa, Mercedes Benz (5.000), el porcentaje apenas llega al 4%, «por debajo de lo que conocemos en otras fábricas que también producen vehículos y que están en el 7%», dicen fuentes sindicales. En el empleo público también existe diferencia entre las dos principales instituciones de Álava, el Ayuntamiento de Vitoria (3.400 trabajadores) y la Diputación (940). Un punto ha subido el absentismo en el Consistorio en un año, del 7,2% en 2017 al 8,2% en 2018. Este repunte responde, según el coordinador general de Función Pública, Iñaki Gurtubai, a dos motivos. La plantilla municipal «cuenta con una media de edad alta, en torno a 52 años, un dato crítico que implica el incremento de bajas por incapacidad temporal». Además, «al igual que la empresa privada, una vez superada la crisis, ha bajado la percepción de riesgo a perder el empleo», añade.

En la Diputación, en cambio, el absentismo ha caído ligeramente, del 5,2% de 2017 al 4,99% de 2018. «Trabajamos con el fin de prevenir enfermedades y accidentes a través de la formación y la prevención», asegura el director foral de Función Pública, Adolfo Lander, que destaca que en los últimos cuatro años «ningún trabajador de la Diputación ha sufrido ningún accidente grave». En Osakidetza la tasa por incapacidad temporal en 2018 fue del 7,5%.

En Álava, según datos de la patronal SEA, el «absentismo» se sitúa en un 7%, «dos puntos por encima de la media», lo que a juicio del director general, Juan Ugarte, «no tiene justificación porque no somos más flojos que en otras provincias. Algo está pasando y quizá sea una cuestión cultural como planteaba la responsable de Michelin». En cambio, los sindicatos discrepan por completo con las afirmaciones de Robina «y con la postura de la patronal y las empresas de tratar de igual forma una baja que un caso de absentismo».

¿A qué puede obedecer que los trabajadores alaveses estén, de media, un 20% más de días de baja al año que la media? «El peso del sector industrial, el nivel económico y cultural elevado, la compensación por convenio de salarios durante la baja laboral o la mayor presencia sindical son factores que de forma aislada carecen de relevancia suficiente» pero que unidos le llevan a la siguiente conclusión al representante de Mutualia: «Parece claro que no hay datos sanitarios que orienten a que el estado de salud en Álava sea peor y causa relevante de estas diferencias».

Pero el papel del médico cobra aquí una relevancia fundamental. A juicio de Javier Otaola, letrado del Gobierno vasco y que fue Defensor del Vecino en Vitoria, el sistema de control de bajas debería estar reforzado por la inspección médica. «En cambio, los doctores de Atención Primaria se ven muchas veces sin ese apoyo de sus superiores y por no entrar en conflicto con el paciente conceden esas bajas aunque estén viendo una situación abusiva», explica.

También incide en este sentido el economista José Manuel Farto, funcionario que entró al Ayuntamiento de Vitoria en 1996 y también fue secretario de la patronal SEA. Cree que las bajas médicas «se conceden muchas veces a la ligera». Pero atribuye el incremento del absentismo a otros factores. «Estamos en un territorio con la renta per cápita alta y los trabajadores cualificados con alto nivel de ingresos valoran más el tiempo libre que el aumento o disminución de su remuneración», sostiene. Además, «ya no existe la cultura del esfuerzo que había antes. Las empresas tienen que hacer cómplices de su proyecto a los trabajadores. Si no existe ese apego, el absentismo aflora más».