Steven Pinker Psicólogo "No criminalicemos a los ultras y los conspiranoicos"

Este controvertido psicólogo es uno de los pensadores más influyentes de nuestro tiempo. En su nuevo libro reclama más racionalidad. De ello habla en esta charla al tiempo que abre polémicas sobre racismo, colonialismo, el origen del coronavirus o lo que le echen.

Domingo, 21 de Noviembre 2021, 01:17h

Tiempo de lectura: 11 min

Racionalidad: qué es, por qué parece escasear, por qué es importante'. Así titula Steven Pinker su último libro. Pertinente, sin duda, en estos tiempos de desinformación y fake news. Psicólogo experimental, científico cognitivo, lingüista, escritor y profesor en Harvard, este canadiense –criticado por ser demasiado comprensivo con los excesos del capitalismo e insensible con quienes padecen sus consecuencias– sostiene que la clave para el progreso moral y social es el pensamiento racional. Lo hace, por supuesto, con su tono positivo habitual, siguiendo el hilo de superventas anteriores como En defensa de la Ilustración: por la razón, la ciencia, el humanismo y el progreso (Paidós).

Ahora, Pinker propone extender la enseñanza de la lógica en los colegios. «El mundo sería mejor si más personas supieran un poco de lógica». Y asegura que muchos filósofos comparten esta idea. Hablamos con él para definir mejor por dónde van los tiros.

XLSemanal. Yo soy bastante racional, pero mi vida es más aburrida que la de Keith Richards. ¿Por qué ser racional es tan aburrido?

Steven Pinker. Sospecho que el Richards privado es bastante más racional que el público. La prueba es que ha superado los 70. Además, razón y disfrute no son opuestos… si no sufres una sobredosis con 28 años.

XL. Hay que dosificar los excesos.

S.P. Entonces, ya no estás siendo irracional. De todos modos, mientras no perjudique a otros, el exceso no es irracional... y mientras no te impida seguir con tu vida y tus relaciones.

'Influencer' con solera. Pinker, de 67 años, ha figurado en la lista de las cien personas más influyentes según Time, en la de Foreign Policy de los cien mejores pensadores globales y en la de diez grandes pensadores del mundo de la revista Prospect. Autor de varios estudios sobre el desarrollo del lenguaje, son sus libros para el público en general los que lo han convertido en un célebre y controvertido intelectual.

XL. ¿Por qué ha escrito un alegato pidiendo más racionalidad?

S.P. Muchos creen que la razón es incompatible con las necesidades y los sentimientos humanos. A las personas que se dicen racionales se las tacha de bichos raros. Pero incluso quienes defienden la razón no siempre se guían por ella, ya que muchas de las herramientas de la racionalidad contradicen nuestra intuición. Por eso debemos enseñar esas herramientas, como la lógica, en el colegio.

XL. Bien, pongamos que hemos formado a un montón de pequeños pensadores lógicos. ¿Cómo se consigue que esos seres racionales creen una sociedad racional?

S.P. Solos, uno a uno, no somos lo suficientemente racionales como para crear una sociedad así.

XL. ¿Por qué no?

S.P. Porque no usamos la razón para buscar una verdad objetiva, sino para demostrar lo listos que somos o aumentar el prestigio de nuestra religión o partido político. Todos somos víctimas del sesgo de confirmación: desviar nuestro pensamiento hacia esa conclusión que queremos reafirmar a toda costa.

"No usamos la razón para buscar la verdad objetiva, sino para demostrar lo listos que somos o aumentar el prestigio de nuestra religión o partido político"

XL. ¿Entonces cómo conseguir una sociedad de personas racionales?

S.P. La única posibilidad pasa por someternos a entidades que sigan reglas racionales. El periodismo necesita verificación. El mundo académico, la revisión por pares...

XL. En Occidente hay un montón de entidades y convenciones de ese tipo. Sin embargo, no puede decirse que nuestras sociedades estén regidas por la razón.

S.P. Porque tanto en política como en los medios rigen más las leyes del deporte que las de la ciencia.

XL. ¿Qué quiere decir?

S.P. Es más importante ganar que ponerse de acuerdo en una verdad. Y mucha gente se aferra a sus convicciones, aunque la evidencia las desmienta. Recurren normalmente a fuentes de opinión de su propio campo ideológico.

Su tercera esposa. Pinker está casado en terceras nupcias con la novelista y filósofa Rebecca Goldstein. Se conocieron en 2007 porque él elogió en uno de sus libros el correcto uso que ella hacía de cierta forma verbal y ella lo llamó para agradecerle la mención. Pinker no tiene hijos, pero trata como tales a las dos hijas de Rebecca.

XL. ¿Cómo se sale de ahí?

S.P. Hay que reordenar de forma constante las ideas en función de los hechos. Y escuchar a las personas que nos contradicen.

XL. La ciencia es la reina de la razón, pero muy pocos saben cómo funciona el ARN, por ejemplo. Nuestra ignorancia nos obliga a creer en ella casi como en una religión.

S.P. Debemos preguntarnos si confiar en sus instituciones es una postura basada en la razón. Y recordar que los científicos no son sacerdotes y que usan reglas que todos podríamos entender si alguien nos las explicara.

XL. La racionalidad consiste, entonces, en confiar en las personas adecuadas.

S.P. Cierto. Pero solo mientras sus métodos sean transparentes. Nuestra confianza no debe basarse en que tengan un doctorado, un cociente intelectual alto o den clase en una universidad de prestigio. Sino en que han sometido sus ideas a la posibilidad de ser refutadas y sus ideas han prevalecido.

XL. Necesitamos instituciones que generen confianza.

S.P. Sí, pero, por desgracia, los científicos suelen ser muy malos a la hora de demostrar que no son defensores del establishment o de un partido, especialmente en las ciencias sociales. Muchos suenan a defensores de políticas de izquierda.

XL. Usted ya ha tenido problemas con ellos. El año pasado, más de quinientos científicos instaron a la comunidad lingüística a tacharlo de la lista de miembros destacados. Lo acusaban de restar importancia a las injusticias sociales en Twitter.

S.P. No eran científicos, eran fundamentalmente estudiantes. Y que la lingüística sea una ciencia es bastante discutible…

"Los científicos suelen ser muy malos a la hora de demostrar que no son defensores del 'establishment'. Muchos suenan a defensores de políticas de izquierda"

XL. Para ser el sumo sacerdote de la razón está cometiendo dos pecados mortales: actuar como un polemista y usar el principio de autoridad como argumento.

S.P. No, solo señalo hechos. Y no lamento aquellos tuits. Ninguno mostraba insensibilidad. Aquel episodio fue parte de una delirante búsqueda de indicios de racismo en personalidades conocidas.

XL. En su último libro escribe que el Black Lives Matter ha sido una reacción exagerada al asesinato de George Floyd transmitida por los medios. Esa afirmación se puede interpretar como «restar importancia a las injusticias».

S.P. Yo lo veo de otra manera. Hay que conocer los datos. Y muchos progresistas están terriblemente mal informados en lo que se refiere a las víctimas de disparos de la Policía. Pregunte cuántos afroamericanos mueren cada año por esa razón. Mucha gente de izquierdas le dirá: mil, diez mil. Pero la respuesta correcta es: menos de cien.

Sanas aficiones. Nacido en Montreal, Pinker vive en Boston, donde practica uno de sus deportes favoritos, montar en bicicleta. También se cuenta entre sus aficiones remar en kayak o hacer senderismo. El ejercicio físico es lo que le distrae de su 'adicción' a la escritura.

XL. En el caso de Floyd no es una simple cuestión de números. Su asesinato fue el símbolo de una injusticia, la gota que colmó el vaso. Y este tipo de protestas guía a una sociedad hacia el progreso y también, por supuesto, hacia una mayor racionalidad.

S.P. El fenómeno que describe se conoce como 'indignación social': un hecho dado es percibido por numerosas personas como un ataque a un miembro o a un símbolo de una colectividad. Es habitual que genere la movilización de una coalición de individuos que se dirige contra un algo que está macerando en segundo plano. En la Historia encontramos multitud de ejemplos que han servido como catalizadores de un cambio relevante. El vendedor de fruta tunecino que se prendió fuego y desencadenó la Primavera Árabe; el 11-S... Y la pregunta es: ¿es un buen medio para provocar un cambio social? Y la respuesta es: no siempre, como vimos con el 11-S. La gente pensó que había que vengar un atentado terrorista que mató a tres mil personas. El resultado fue la muerte de seis mil soldados estadounidenses y de cientos de miles de iraquíes y afganos. Por eso, en última instancia, las protestas sí son una cuestión de números.

XL. ¿Las protestas del Black Lives Matter carecían de legitimidad?

S.P. Por supuesto que protestar contra el racismo en Estados Unidos está justificado. Pero es importante analizar qué parte del problema se debe a la praxis policial. Si se quiere luchar por la justicia, hay que saber dónde se encuentra la injusticia.

XL. Estadísticas como las que ha mencionado antes parecen transmitir que habría que minimizar las dimensiones del racismo.

S.P. Claro que hay racismo, pero muchos creen que un afroamericano tiene una mayor probabilidad de morir por disparos que por el coronavirus. O en un accidente de tráfico. Es un problema muy grave. Significa que la atención y los recursos se reparten de una forma equivocada. Si como resultado la Policía recibe menos dinero, la tasa de asesinatos sube un veinte por ciento y, en consecuencia, mueren varios miles de personas más; entre ellas, muchos afroamericanos. En ese caso, el resultado le hará más mal que bien a la población afroamericana.

"¿Cuántos afroamericanos mueren cada año por disparos de la Policía? Mucha gente de izquierdas le dirá: mil, diez mil. Incorrecto. Son menos de cien"

XL. ¿Qué pensó cuando vio el vídeo del asesinato de Floyd?

S.P. Me sentí totalmente indignado. Fue un asesinato cruel y malvado. Y debe ser castigado.

XL. ¿No quiso salir a la calle a protestar?

S.P. No. No protesto contra sucesos individuales. ¿Qué pasaría si medios conservadores difundieran un vídeo en el que un blanco es atacado por un afroamericano? ¿Debería echarme a la calle y protestar contra los afroamericanos? No. Todos queremos una política que traiga más justicia, pero no creo que mis prioridades políticas tenga que dictarlas un vídeo viral.

XL. Es muy crítico con la cultura de la cancelación, esa especie de censura que excluye de las discusiones a las personas con opiniones que resultan desagradables. ¿Cree que deberíamos discutir más con ultraderechistas y teóricos de la conspiración?

S.P. En primer lugar, lo que deberíamos es no criminalizarlos. Tienen derecho a que no se las castigue por expresar sus ideas. Si las opiniones impopulares acaban en castigo, estamos siendo irracionales; todas las ideas nuevas parecen escandalosas la primera vez.

XL. ¿Entonces tenemos que darle una plataforma a los populistas para que difundan su propaganda?

S.P. Obviamente no hay que darles una página de opinión. Basta con no meterlos en la cárcel o no despedirlos fulminantemente. Tenemos todo el derecho del mundo a conceder menos credibilidad a las ideas mal argumentadas. Pero eso es muy distinto que expulsar a personas que defienden una idea de una forma racional y aportando evidencias.

XL. El presidente Eisenhower, por ejemplo, nunca discutió con los nazis, los combatió.

S.P. La cultura de la cancelación no significa solo impedir que los nazis hablen. Hay una larga lista de académicos que han sido censurados o despedidos por haber articulado ideas y haberlas sometido a la valoración de sus colegas de especialidad, solo que en su caso se trataba de ideas que iban contra el consenso académico.

Afán polemista. Desde muy joven, Steven Pinker destacó por su agilidad mental y verbal. En la imagen, el psicólogo, cuando todavía era estudiante en un instituto de Montreal, participa con unos compañeros en un programa de la televisión canadiense.

XL. ¿Qué tipo de ideas?

S.P. Preguntas como: ¿cuáles son los motivos del transgenerismo? ¿Cuál es el origen del SARS-CoV-2? ¿Cuáles son las ventajas y los inconvenientes del colonialismo?

XL. El colonialismo es un crimen. Difícilmente se pueden buscar ventajas para las víctimas.

S.P. Yo soy de otra opinión. Aunque fuese un crimen, la respuesta a la pregunta podría ser: sí, lo fue, hubo explotación, se produjeron hambrunas evitables, pero también hubo mejora de la salud pública y desarrollo de infraestructuras. Enumerar ventajas e inconvenientes no debería ser un delito.

XL. Plantear las ventajas del colonialismo lo edulcora…

S.P. Una vez más, yo soy de otra opinión. Hay que identificar los motivos exactos por los que el colonialismo es malo. Podría ser malo en su mayor parte, pero también podría tener cosas no tan malas. Y esas habría que conservarlas al liquidar un régimen colonial. Con el fin del colonialismo hubo un aumento considerable del número de guerras civiles en los territorios descolonizados de África. También mucha pobreza y enfermedad. Si su conclusión es que todo en el colonialismo es malo y que habría que eliminarlo para que a un país le vaya mejor, podría estar adoptando una postura equivocada y perjudicial.

XL. Ahora, yo soy de otra opinión. Evidentemente hubo caos y guerra tras el colonialismo, pero fue precisamente porque antes había habido colonialismo.

S.P. Sí, podría ser cierto. O no. ¿Tiene una certeza del cien por cien?

XL. Si usted oprime y destruye una sociedad durante décadas, no debería sorprenderle que estalle el caos en cuanto se marche.

S.P. Es un argumento totalmente legítimo. Simplemente me gustaría saber si es acertado. También pudiera ser que la guerra estalle porque ya no haya un gobierno.

"El problema con los estudios de género es que son muy dogmáticos. Niegan que haya un género biológico"

XL. La corrección política no es lo suyo. También es pendenciero en cuestiones de género.

S.P. No ataco la igualdad política de las personas transgénero, eso es evidente. El problema con los estudios de género es que son muy dogmáticos. Niegan que haya un género biológico.

XL. ¿Y lo hay?

S.P. Al menos es lo que el sentido común nos dice a través del arte, la literatura y la ciencia desde hace miles de años. En el mundo académico, a muchos les gusta ponerse en modo intelectual y decir que hombres y mujeres son lo mismo, pero cuando hablan de sus relaciones tomándose una cerveza o les dan consejos a sus hijas sobre el tema, entonces ya se mantienen más pegados a la realidad. Y yo creo que las discusiones académicas deberían estar pegadas a la realidad.

XL. Aboga por la racionalidad, pero no renuncia a la polémica. ¿Es su placer culpable?

S.P. Soy partidario de la claridad. En los conflictos, al menos se debería tener claro sobre qué se está discutiendo. Pero no me gusta participar en ese tipo de debates en los que hay un ganador y un perdedor. Todo se vuelve irracional si la discusión intelectual se convierte en una cuestión de ganar o perder. Solo saca lo peor de nosotros.

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