XLSemanal. Artista, pero, ante todo, actor y cantante...
Asier Etxeandia. [Interrumpe]. ¡No! ¡Me niego! Esas etiquetas reducen: también soy performer, dirijo mis videoclips, creo el vestuario y busco lo necesario para contar lo que quiero.
XL. ¡Bien! Artista y cada día más 'cañón', ¿se lo trabaja a conciencia?
A.E. Esa es una apreciación tuya y agradezco tu buen gusto, ¡jajaja! Pero no me lo trabajo nada: soy bastante vasco y me gusta beber y celebrar. Soy poco deportista, solo me suda la camiseta en los conciertos y tengo mucha manía a los gimnasios. ¡Yo gano vestido! [Ríe].
XL. Asombrosa Elisa. Menuda película. Hay que reflexionar mucho para entenderla.
A.E. Es terriblemente extraña, sí. El director (Sadrac González-Perellón) me dio a elegir qué personaje quería hacer y acepté, ante todo, por trabajar con Silvia Abascal, lo mejor de la película.
XL. Es casi un thriller psicológico: una heroína de cómic manga que piensa que tiene poderes; una mujer en silla de ruedas que no perdona, o sí; una vecina maltratada que disculpa a su agresor; mujeres fuertes emocionalmente inseguras...
A.E. Has contado preciosamente la película, no sé para qué me necesitas [ríe]. Es muy inquietante y tiene algo de terror y ciencia ficción e incluso de cine poético. Pero todo, creo, tiene que ver con vivencias propias del director.
XL. ¡Uf! Yo veo enfermedades mentales y personalidades paranoicas.
A.E. Sadrac es muy particular y habla de cómo un trauma no cerrado puede convertirse en un problema psicológico muy potente e incluso peligroso.
XL. ¿Vamos a esa sociedad fría y violenta?
A.E. Vamos hacia un lugar terrible. No me gusta el efecto de las redes; ni el individualismo ni la falta de compasión y empatía a las que llegamos. Siento que pertenezco a una época anterior a la que he nacido, creo en vidas pasadas. Estoy convencido de que otra persona con mis vivencias sería una perturbada. Mis amigos me dicen que bastante bien he salido para todo lo que he vivido.
XL. Sufrió bullying, le pegaban, suspendía, no aprendió a dividir ni a multiplicar, trabajó en un sex shop –era el mejor vendedor pese a ser, dice, virgen–, limpió casas y escaleras, fue okupa...
A.E. A casi todos los que fueron fracaso escolar les ha ido después de puta madre [ríe]. Toda la vida ha ocurrido que los marginados y los excluidos son los que después han sido realmente interesantes y han contado cosas diferentes a lo que era el borreguismo general.
«Tomo un sándwich mixto de jamón y queso, a la plancha, con un zumo de naranja y un café con leche».