La momia de Tutankamón muestra a un joven de 19 años (había accedido al trono con 9), de 1,65 metros de altura y con múltiples problemas físicos: tenía escoliosis y un pie zambo, lo que lo obligaba a caminar con bastón; una deformación en la cabeza
; ginecomastia (mamas grandes) debido a un trastorno hormonal; y había sufrido malaria. En la base del cráneo se observó un orificio, pero no fue esa la causa de la muerte, sino parte del proceso de momificación. Falleció tras sufrir un accidente que le provocó una fractura en la pierna izquierda.
En la tumba de Tutankamón aparecieron los fetos momificados de dos niñas: una en el séptimo mes de gestación y otra en el quinto. El ADN demostró que una era hija del faraón; la otra está demasiado deteriorada para probarse con seguridad, pero es lógico deducir que ambas eran fruto de su relación con su única esposa conocida, Anjesenamón, que, además de esposa, era medio hermana suya. Otro incesto que hacía difícil la reproducción. Tutankamón murió sin herederos.
En 1907 se descubrió en una tumba del Valle de los Reyes un amasijo de restos de varios faraones. Los análisis de ADN confirman ahora que una de esas momias es el padre de Tutankamón, Amenhotep IV, un rey excéntrico que desafió el orden establecido. En un golpe de mano, renunció al politeísmo para establecer el culto a un solo dios: Atón. Él mismo se atribuyó el título de dios viviente, se cambió el nombre a Akenatón y gobernó con su esposa, la bella Nefertiti, y sus seis hijas, enfrentado siempre a los sacerdotes que habían perdido su poder. Muerta Nefertiti, el faraón –que tenía varias singularidades físicas (como deformación craneal y lipodistrofia muscular)– se casó con una de sus hijas. Se cree que su reinado fue ruinoso para Egipto, pero varios historiadores están revisando su figura y destacan su papel reformador. No se sabe cómo acabó su mandato, pero tenía unos 35 años cuando falleció. A su muerte asciende al poder su hijo Tutankamón, concebido con una 'esposa secundaria'.
Esta momia descubierta en 1898 era conocida como 'la dama joven'. Ahora, los análisis de ADN han demostrado que no era una dama cualquiera... sino la madre de Tutankamón. Kiya era una de las concubinas preferidas de Akenatón y fue quien le dio un hijo varón. Pero Kiya no solo era una de sus esposas, también era hermana de Akenatón, como también demostraron las pruebas genéticas. Las relaciones incestuosas eran habituales entre la realeza egipcia.
En la tumba de Tutankamón apareció un sarcófago en miniatura, con el nombre de Tiyi inscrito y con un mechón de cabello en su interior. Se interpretó como un gesto de cariño del faraón niño hacia su abuela, pero tuvieron que pasar casi cien años para que se vinculase aquel cabello con el de esta momia. Su espléndido pelo ha sobrevivido más de tres mil años. Era la esposa de Amenhotep III e hija de influyentes miembros de la nobleza y una de las mujeres más poderosas de Egipto. Fue embalsamada con el brazo izquierdo cruzado sobre el pecho, signo de su categoría real.
Fue el rey Sol del Antiguo Egipto. Amenhotep III, abuelo de Tutankamón, reinó en una época de gran esplendor y lo hizo gracias a su habilidad para establecer acuerdos económicos y tratados de paz con potencias vecinas. Hijo de faraones y destinado a serlo, su reinado duró 38 años. Su extraordinario poder se vio reforzado tras su matrimonio con la poderosa y astuta Tiyi. Su gran problema interno fueron los sacerdotes de Amón tan poderosos que amenazaban al propio faraón. La momia de Amenhotep fue hallada en 1799 en el Valle de los Monos, cercano al de los Reyes.
En 1817 se descubrió una tumba con dos momias de mujer, que unos años después unos vándalos descabezaron. Afortunadamente quedaron restos suficientes para que ahora el ADN haya confirmado que una de ellas era la madre de, al menos, uno de los fetos hallados en la tumba de Tutankamón. Se trataría de Anjesenamón, esposa y también medio hermana de Tutankamón (hija de Akenatón y Nefertiti). Tras la muerte de Tutankamón se cree que su viuda pidió al rey de los hititas, enemigos de Egipto, que le enviara un príncipe para casarse con ella y darle un hijo. El rey hitita le mandó a uno de sus vástagos, pero murió en el camino. Según el egiptólogo Zahi Hawass, el príncipe fue asesinado por Horemheb, general de los ejércitos de Tutankamón, que fue quien logró hacerse finalmente con el trono. Pero este general también murió sin descendencia y dejó el trono a otro general, que adoptaría el nombre de Ramsés I. Fue este quien más se esforzó por borrar todo recuerdo de Tutankamón. Y lo logró... hasta 1922.
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