En su casa de Madrid –enorme, con salones, jardines, patios y alamedas– tenía Mariano Benlliure su estudio, vivienda y museo. Era, según un artículo de La Época de enero de 1900, un «hotel suntuoso y rico». Benlliure fue, junto con Agustín Querol, estrella muy cotizada de la escultura de su tiempo. Ambos artistas, abrían sus estudios durante unos días para que los visitantes vieran sus obras recién terminadas. Lo hizo Benlliure cuando finalizó el mausoleo para Vicente Blasco Ibáñez: «Todo el Madrid culto empieza a visitar el estudio del popular artista para ver este notabilísimo trabajo, concebido y realizado en cincuenta días», contaba El diario de Lisboa del 2 de mayo de 1935. Aquí, Mariano Benlliure en su estudio esculpiendo a Santiago Ramón y Cajal en 1921.
La rebeldía de la artista Maruja Mallo se nota en sus primeras obras, explosivas y coloristas, y también aflora en sus andanzas: militó en el grupo de mujeres Las Sin Sombrero, fue buena amiga de Salvador Dalí y sedujo a Rafael Alberti, Pablo Neruda, Miguel Hernández y otros.
En esta fotografía, tomada en 1936, Maruja Mallo posa en su estudio junto con las obras seleccionadas para la exposición que se celebró en mayo de ese año en el Centro de Estudios e Información de la Construcción, en Madrid.
Antonio Pacheco Picazo posa con una de sus obras entre 1930 y 1933. A principios del siglo XX, los pintores de renombre trabajaban trajeados y encorbatados. Recibían visitas de clientes y periodistas en sus estudios, donde a menudo organizaban exposiciones.
Los estudios de los artistas se convirtieron en un tema frecuente en la pintura del siglo XIX. También aparecían en las estampas de publicaciones como La Ilustración Española y Americana; y pasaron a la crónica de sociedad de revistas ilustradas de actualidad como Blanco y Negro, Voluntad, La Esfera, Vida Galante, Estampa o Mundo Gráfico.
Aureliano de Beruete con su mujer, Teresa Moret, y su hijo Aureliano (que fue director del Museo del Prado). Ella, que era su prima, heredó, entre otras cosas, un piso en la calle Bailén de Madrid con Grecos, Goyas y Zurbaranes.
Beruete fue un hombre influyente de su época, fue diputado, impulsor de la Institución Libre de Enseñanza y muy buen amigo de Joaquín Sorolla: el pintor valenciano lo retrató y organizó en su palacete madrileño la primera exposición antológica de Beruete, en 1912.
José López Mezquita, artista de vida cosmopolita y viajera, tuvo una gran proyección internacional. Expuso sus obras en Alemania, Italia, Francia, Estados Unidos y Argentina, entre otros países. Difundió así sus lienzos costumbristas. En esta imagen retrata al torero Rafael González, Machaquito, en su estudio, en 1913. Para la Hispanic Society de Nueva York, López Mezquita completó la galería de 37 retratos de hispanoamericanos ilustres que no pudo terminar Joaquín Sorolla.
Antonio García Mencía gozó de gran éxito internacional: sus acuarelas fascinaban sobre todo a los británicos. También pintó amorcillos (están en el Museo del Prado), obras costumbristas y fue ilustrador de los cuentos de la editorial Calleja. Murió en 1915, el año de esta fotografía realizada en su estudio mientras trabajaba con una modelo. Esta imagen forma parte de la Fototeca del archivo del Instituto del Patrimonio Cultural de España donde se custodian magníficas fotografías «de la vida y la mentalidad artística de la Edad de Plata del arte y la cultura española», según Antonio Bonet, director Honorario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
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