Viernes, 21 de Abril 2023, 13:50h
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Corren tiempos de poshumanidad. No se trata solo de la mal llamada 'inteligencia artificial', también de nuestra relación con aspectos sustanciales de lo humano. Ya no se puede decir categóricamente que madre no hay más que una, desde que es posible disociar la decisión de gestar una nueva vida y la gestación propiamente dicha, y además esa disociación se convierte en un expediente rutinario y mediado por el intercambiador por excelencia: el dinero. Que esta práctica sea corriente y legal en unos lugares y sea ilícita y se juzgue poco ética en otros nos dice que la moral posmoderna es un territorio impreciso en el que a la postre, en virtud de la globalización, acaban prevaleciendo los estándares más bajos. Sea o no legítimo subrogar mediante precio la maternidad, quien quiera –y pague– lo va a hacer.
Las cartas de los lectores
Retos laborales
Muchos empleados mayores de 50, que no son funcionarios, están preocupados por la repercusión que en su futuro laboral tendrá la inteligencia artificial (IA). Además del paro actual, les preocupa su futuro, ya que, según el estudio de OpenAI, desarrolladora de ChatGPT, el impacto de sus productos afectará al menos al 10 por ciento de las tareas de casi el 80 por ciento de la fuerza laboral, mientras que el 19 por ciento podría ver afectada la mitad de sus funciones. Pero aún el GPT-4 tiene limitaciones de creatividad y razonamiento y los trabajadores pueden adaptarse a los cambios: ver qué trabajos están en riesgo; adquirir nuevas habilidades en áreas en las que la IA no pueda reemplazar a los humanos (como las interpersonales y la creatividad); ser proactivos en buscar trabajos que se adapten a sus habilidades y experiencia…
Fernando Serrano Echeverria. Eibar (Guipúzcoa)
Ana Obregón: ¿duelo patológico?
Ana no es madre, es abuela. No debe sustituir con la niña nacida por maternidad subrogada la pérdida del hijo. Pero sí puede ilusionarse. Anticipamos: la niña no conocerá a su padre. Ni a su madre. La niña vivirá un tiempo rodeada de la ternura de su abuela. ¿Cómo lo elaborará cuando eso termine? La maternidad subrogada es una práctica inaceptable. La destrucción de la intimidad de la niña, al hacer públicas sus circunstancias, es otro grave error, quizá lesivo. Si se ha comercializado con esta nueva vida, pagando a quien ha cursado el embarazo y cobrando de una revista, es moralmente detestable. No todo lo que se puede hacer se debe hacer. La ética es esencial en el desarrollo humano. El debate jurídico habrá de ser sostenido desde las bases de la filosofía del Derecho y primando el interés del menor, de su presente, de su futuro, del respeto a su correcta maduración y desarrollo, protegiendo su dignidad, honor e intimidad.
Javier Urra, Primer Defensor del Menor. Madrid
Mire, mi señor, que no son gigantes...
Lamentablemente no es cierto que no se advirtiese de los aerogeneradores. Hace más de 20 años se crearon mesas que, entre lo técnico y popular, trataban de valorarlos; y ganó la avaricia en sus distintos aspectos: más dinero para las fiestas del pueblo, para vecinos y particulares. Eso y el mito de que la electricidad es la panacea ambiental. Nos hemos acostumbrado a sus ruidos a sotavento, y quienes hoy tienen 25 años no comprenden cómo hablamos de la destrucción de paisaje si siempre estuvieron ahí. Quejarse ahora es absurdo y quizá deberíamos preguntarnos de dónde saldrá toda la electricidad para ese coche eléctrico al que las autoridades españolas y europeas nos abocan, sin que soltemos ni un balido.
Juan Manuel López Vallina. Correo electrónico
Corrupción en el fútbol hispano
Lo mío fue en 1974. Vivía yo en León (cuando mi destierro, del que no quiero hablar, aunque recuerdo con cariño el séquito que me acompañó en el viaje y a los amigos del Ministerio de la Vivienda en Madrid que propiciaron mi regreso a Burgos), en el nº 42 del Paseo de la Condesa de Sagasta que acaba en la Plaza de San Marcos (en cuyo hospital estuvo preso Quevedo). Un día bajó del 4º piso mi buen amigo Ángel Panero (de la familia del poeta Leopoldo Panero) y me dijo: «Pablo ¿quieres acompañarme a Valladolid? Voy a comprar al árbitro del próximo partido de fútbol para que la Cultural Leonesa no descienda» (me enseñó una bolsa repleta de billetes de pesetas). Le respondí que muchas gracias, pero que de fútbol ni sabía ni quería saber nada. Ángel Panero se consideró obligado a justificar lo que iba a hacer contándome que lo suyo no era nada nuevo, que ya se venía haciendo y que incluso algunos jugadores –no todos– estaban en el ajo. El hecho está prescrito y por eso lo cuento. Sigo leyendo en la prensa barbaridades sobre el Barça y el caso Negreira. Como si fuera la gran novedad del fútbol. Pienso, que sea lo que fuere, antañón es el contubernio futbolístico y nihil novum sub sole en el hispánico futbolístico.
Pablo Arribas Briones. Burgos
Qué mala es la emigración
María fue cuidadora en tiempos de un pariente mío. Se paró a saludarme. Yo estaba sentada en la plaza, en una mesa de una terraza de un bar tomando un café con mi pareja. La invité a sentarse con nosotros y a tomar lo que le apeteciera. Era de origen nicaragüense, de mediana edad, entrada en carnes. Vestía chándal y una gorra calada que casi no dejaba ver sus ojos. Tenía ganas de hablar. Buscaba trabajo de cuidadora de ancianos. Se le murió el último que cuidaba hacía unos meses. Cobraba un subsidio mínimo con el que alquilaba una habitación en casa de una conocida del mismo país. Me enseñó la foto de su hija que dejó en su país al cuidado de una tía, hace diez años. La niña que dejó ya había cumplido dieciséis. Se parecía a ella. Después me enseñó en el móvil la foto de su hijo, de unos veinticinco años, al que tampoco veía desde hacía el mismo tiempo. Él había emigrado a Estados Unidos. El padre de sus hijos no quiso saber nada de ellos. María tenía permiso de residencia en España y quería traer a sus hijos, pero se encontraba sin casa y sin trabajo. Le pregunté por qué había venido a España. Me miró sonriendo y me contestó que quiso buscar un mundo mejor, pues en su país sólo conocía la miseria, y pensó en sus hijos para darles estudios. «El paraíso no lo encuentro. Mi hijo se queja de sus condiciones de vida y me pide que lo ayude económicamente. ¡Ay, Pilar, qué mala es la emigración!», exclamó emocionada. Cuando nos despedimos nos dio un papel con su teléfono por si nos enterábamos de algún trabajo.
Pilar Valero Capilla. Zaragoza
Gracias, héroe
En estos tiempos que corren, en los que predomina una sociedad egoísta y poco altruista, usted no dudó en entregar su vida, en un gran acto de bondad, para salvar la de un pelotón de chavales que practicaban ciclismo en Asturias, cruzando su moto para impedir el paso de un delincuente. Afortunadamente para nosotros, la humanidad, todavía quedan héroes como usted, camuflados mediante un disfraz de persona 'normal', y que no titubean a la hora de hacer lo que les dicta su instinto de superhéroes. Estas palabras están escritas desde el agradecimiento y admiración por la generosidad de Dámaso Guillén [guardia civil fallecido el pasado 1 de abril en la carretera AS-236, en Beifar (Concejo de Pravia), al interponerse entre el conductor de un coche robado y un pelotón ciclista de adolescentes que participaban en una competición amateur].
Juan Carlos Pereira. Erandio (Vizcaya)
Por qué la he premiado… Porque el verdadero heroísmo, y conservar la capacidad de reconocerlo, es el mejor argumento para la esperanza.
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