Viernes, 27 de Diciembre 2024, 09:37h
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No solemos reparar en ella, salvo cuando se amontona. Cada día –o mejor dicho cada noche– un ejército de ángeles silenciosos se encarga de retirarla, sin que se les haga por ello homenaje alguno. Por eso le damos aquí voz a alguien que se molesta en recordarlos y ponderar su esfuerzo. La basura, en otras formas, se cuela en nuestro espacio público y en la conversación común sin que haya nadie que desempeñe con ella tan higiénica labor. Nos hemos resignado a convivir con ella, como una servidumbre inevitable de nuestro tiempo que se cree superior a otros. Argumentos basura, ideas basura, promesas basura. Caen sobre nosotros como un mal atmosférico que nadie puede o quiere detener. Pese a todo, es Navidad. Siempre queda celebrarla con quienes nos aportan algo mejor.
LAS CARTAS DE LOS LECTORES
Basureros
Hombres y mujeres invisibles. Anónimos. Manuel, Alfonso, Antonio, Isabel... Son basureros. Ahora los llaman 'operarios de recogida de residuos'. Llueva o nieve, cada mañana, mientras la ciudad aún duerme, salen a trabajar. Disciplinados, duros y silenciosos, realizan un trabajo ingrato pero esencial. Más de una vez aguantan insultos de chavales ebrios o miradas de desprecio de personas sobrias. Soportan frío, calor e indiferencia sin quejarse. Y cumplen con su labor fundamental que damos por hecha, como si la basura se recogiera sola. Esta carta va dedicada a los imprescindibles basureros. Anónimos. Hombres y mujeres invisibles.
Javier Guajardo-Fajardo Puente. Mairena del Aljarafe (Sevilla)
Cuando Navidad no cae en octubre
Esto no es ficción. Es real. Miguelito, mi sobrino nieto, tiene cinco años. Su padre es militar y está en una misión de la OTAN en Eslovaquia. Marchó en julio y a sus hijos no les gustó nada la anunciada ausencia de seis meses de su expatriación. A Miguelito, para consolarlo, le dijeron que papá volvería en Navidad y ya se quedaría en casa. Podría jugar con él y lo llevaría cada día al colegio. Una mañana de octubre, se abrió la puerta y apareció su padre. «¡Ya es Navidad!», exclamó Miguelito jubiloso echándose en sus brazos. Lo que no sabía es que su padre estaba allí con un permiso especial para acudir al entierro de su abuela. Y la asociación 'Navidad-vuelta de papá' se vino abajo como un castillo de muñequitos Playmobil. Hubo que explicarle que su padre volvería a ocupar su puesto en el Ejército y que la Navidad seguía siendo el 25 de diciembre, y que entonces sí su papá estaría en casa para celebrarla en familia. Sirva esta pequeña historia para reclamar un recuerdo para todos los miembros de nuestras fuerzas armadas que pasarán las Navidades defendiendo la paz en el mundo.
Agustín del Pino. Madrid
A mi Estrella
Llega diciembre y me embarga tu esencia, maestra de Navidad. Es penetrante, dolorosa, firme y placentera. Me la regalaste mientras crecíamos hermanadas invierno tras invierno, hasta nuestra madurez. Me enseñaste que la Navidad son momentos entrañables: entonar villancicos sin saber cantar, admirar los belenes, fantasear juegos para amenizar tiempo compartido, saborear las reuniones con alegría y abrigar a los allegados con palabras y abrazos. Me mostraste que la Navidad es magia: ser solidario con las necesidades del prójimo, crear un mundo de ilusión para los niños que protagonizan tu vida y decorar el corazón de los seres queridos con sorpresas y cariño. ¿Qué era la Navidad?, decías. ¿Y tú me lo preguntabas? La Navidad… fuiste, eres y serás tú, Almudena. Gracias por tu legado, amiga.
Alonso Zúñiga. Correo electrónico
Ser cuidador no profesional en España
Hace unos días fui a la catedral de Burgos, para ver una exposición de Sorolla. No pude verla; la entrada eran cinco euros. No es dinero, pero para alguien sin ingresos desde hace treinta y ocho meses, es un pastón. Llevo la ropa descolorida, entonces no entro en el consumismo de comprar ropa porque ya llevo años sin comprar nada nuevo. Compro zapatillas para correr, pero no busco un precio excesivo y sí que me den amortiguación. Tomarme un café en un bar, pues tampoco: me lo tomo en casa y me ahorro 1,40 euros o lo que sea. Vacaciones no tengo, viajar 'mu de vez en cuando', y a un maratón, que me invitan y que me lleva algún amigo en plan ONG. Vivo en una economía de cero euros. Cuidar a tiempo completo te deja en España sin ingresos. Me dice una persona que se me trata peor que a un negro. Que nadie me venga con el rollo de racista que he estado en África cuatro veces y volveré… Pero en España, al cuidador no profesional se le deja con cero euros; quizá es porque fui más de diez años autónomo, porque tenga casi cincuenta y ocho añitos… o porque simplemente este sistema te deja tirado y ya está. Es complicado decir que eres de un país cuando te trata tan mal. Me considero ciudadano del mundo.
J.V.V. Burgos
Asalto al turismo rural
Hace unos años se crearon aplicaciones de alquiler, como Airbnb, que están acabando con el turismo rural en pueblos, valles, y otros espacios rurales. Tal vez para ti, que lees este artículo, no sea un tema muy interesante, pero en mi caso lo vivo en primera persona. Estas aplicaciones de alquiler barato en zonas rurales hacen que la gente deje de alquilar casas rurales, por lo que esta actividad está muriendo; en mi caso mi familia tiene un negocio de turismo rural en el Valle de Cabuérniga y la llegada de estas aplicaciones a la zona hacen que la gente no reserve alojamiento. Estos pisos turísticos de alquiler se venden como «negocio de turismo rural»’, cuando en realidad es gente que alquila su casa. Los verdaderos negocios de turismo rural tenemos que pagar una serie de impuestos y cumplir con muchos requisitos en nuestros negocios, que ellos, vendiéndose como eso, no pagan. Por todo ello, se creó en el valle una web para denunciar estas casas que se venden como «rurales», porque lo que hacen es una competencia desleal. Por eso intento dar visibilidad a este problema e intentar salvar las zonas rurales de mi valle.
Jano López Quintana. Correo electrónico
El sanador herido
Al despedirse, el paciente me dijo: «Gracias, doctor, por visitarme sin títulos». Yo no supe qué contestar, pero esa noche reflexioné al respecto. En un año de relación profesional solíamos hablar de pruebas diagnósticas, tratamientos y ensayos clínicos pero ese día hablamos del miedo, del sufrimiento y de la incertidumbre que de alguna manera y en distinto grado los dos, médico y paciente, compartíamos. En la Facultad de Medicina no me enseñaron la diferencia entre sanación y curación. Lo que me enseñó ese día mi paciente es que la experiencia de fragilidad y sufrimiento que todo ser humano tiene (también el medico) puede compartirse y es sanadora. Cuando un paciente se siente hermanado en el sufrimiento con su médico es más fácil que sane, aunque la enfermedad no se resuelva. Esa fraternidad entre el paciente y el medico (sanador herido) dignifica a ambos. Por eso aquel día el paciente no necesitaba mis títulos, sino mis heridas.
F. J. Barón Duarte. A Coruña
LA CARTA DE LA SEMANA
Promesas incumplidas
La reciente ley ELA, aprobada en el Parlamento para aliviar la carga de 4000 pacientes que hoy afrontan elevados costes, aún no cumple con su propósito. Pese a anunciar medidas clave —acceso prioritario a prestaciones sociales, asistencia personalizada, reconocimiento automático de discapacidad desde el diagnóstico...—, su implementación enfrenta graves obstáculos. La financiación no llega a los afectados, y no existe aún una memoria económica oficial ni mecanismos para aplicar la normativa. Este patrón no es nuevo: los afectados por la dana o los damnificados por las emanaciones volcánicas en Palma hace tres años también esperan respuestas. Estos incumplimientos reflejan una maquinaria administrativa que avanza sin importar quién gobierne. No nos traten como niños. Cada promesa vacía e incumplida erosiona la confianza en nuestras instituciones. ¿Ayuda a consolidar la democracia o a minarla aún más?
Pedro Marín Usón. Zaragoza
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