Una momia en casa Otras formas de honrar a los muertos: convivir con ellos como si estuvieran vivos
La línea entre la vida y la muerte es difusa para los torajas, una etnia indonesia que vive en la remota isla de Cébeles. Durante meses, incluso años, los familiares permanecen momificados en las casas.
Martes, 24 de Octubre 2023, 17:30h
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Cada familia momifica a sus seres queridos fallecidos y los mantiene como un miembro más de la casa hasta poder celebrar por todo lo alto un carísimo funeral que, a veces, llega hasta una década después del deceso. No están vivos, pero tampoco muertos del todo. Mientras, sus allegados hablan con ellos y les llevan tres comidas al día.
Lo cotidiano de la muerte
Para los torajas, la muerte no es algo que haya que ocultar, menos a los niños, que participan en las ceremonias y hasta juegan con los restos de los animales sacrificados. En cada funeral se matan varios búfalos y centenares de cerdos. De hecho, estos eventos se han convertido en un reclamo turístico. Los muertos, incluso después de ser enterrados, se exhuman regularmente para pasearlos entre los vivos, para asombro y entretenimiento de los visitantes.
“La echaríamos de menos si no estuviera entre nosotros”
Como anfitriona, Alfrida Lantong es poco receptiva; no responde a los saludos de sus familiares. Pero no se la puede culpar: lleva muerta 9 años. Alfrida falleció en 2012, a los 90, y desde entonces, y tras inyectarle una solución de formaldehído que evita su descomposición, reposa en su casa de Rantepao mientras recibe continuas muestras de afecto de sus nietos. Su hijo Mesak comenta con naturalidad: «La echaríamos mucho de menos si no viviese entre nosotros».
Lo que cuesta morirse bien: una fortuna en búfalos
Una de las razones por las que los muertos siguen entre los vivos tanto tiempo es que la preparación para el funeral lleva mucho tiempo… y dinero. Para los torajas, el funeral es el evento más importante de sus vidas y se prolonga hasta una semana. Mesak -el hijo de Alfrida- explica que «la comunidad no nos respetaría si hiciésemos un funeral pequeño. Necesitamos sacrificar muchos búfalos». Así que llevan años ahorrando. Necesitan un millón de rupias, calcula, unos 70.000 euros.
El día más importante de su vida… el funeral
Solo lleva un mes muerto, pero el funeral de Lucas Ruruk va a celebrarse al día siguiente. Será una ceremonia humilde y, aun así, la familia espera que haya unos cinco mil invitados. El coste no bajará de los 15.000 euros, cinco veces el salario medio anual en Indonesia. Su hijo de 28 años, Izak Sapan, dice que es un gasto inevitable que ni se plantean rebajar: «Es el día más importante de la vida de mi padre. Es cuando su alma inicia el viaje al cielo».
El retrato final
Cada muerto debe tener una estatua o tau-tau. Jeffrey Maguling es la cuarta generación de escultores de estas piezas. Las familias las encargan para colocarlas junto a la tumba. «No solo copio la foto del fallecido, intento capturar el carácter de la persona», dice el artesano. Le lleva unos diez días tallar una figura. Además de un arte, es una muy buena fuente de ingresos. Cada una cuesta unos 1000 euros.
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