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Llegan los robots humanoides: la última revolución de la inteligencia artificial

Se llama Figure 01 y sale ya al mercado

Llegan los robots humanoides: la última revolución de la inteligencia artificial

Si alucinas con ChatGPT, vas a quedarte de piedra con este primer robot humanoide útil. Saldrá al mercado este mismo año, y a un precio razonable (como un coche). Te ayudará en la oficina, en casa... aprende por imitación gracias a la inteligencia artificial generativa. Los androides de Brett Adcock, CEO de Figure AI, están dispuestos a dar 'un gran paso para la humanidad'. Elon Musk no quiere quedarse atrás y ya anuncia sus propios humanoides. Pero los de FigureAI cuentan con el apoyo de Microsoft, Open AI, Nvidia, Jeff Bezos...

Miércoles, 27 de Marzo 2024

Tiempo de lectura: 9 min

Se llama Figure 01. Mide 1,67 metros y pesa 60 kilos. Es capaz de caminar a un ritmo tranquilo que se adaptará al de tus paseos (unos 4 kilómetros por hora) y de llevarte la cesta de la compra si no pesa más de 20 kilos. De momento, no parece gran cosa, pero espera y verás…

Figure 01 es un robot humanoide cuyo cerebro se basa en algoritmos generativos. El primero de los muchos que vendrán. No impresiona, pero tampoco asusta porque no es un gigante ni tiene pinta de Robocop. Incluso te va a caer simpático. Está programado para ser tu colega. Así que será mejor que vayas conociéndolo porque va a ser tu compañero de trabajo… hasta que te quite el trabajo. Pero no le guardarás rencor, incluso lo meterás en casa, donde te servirá como mayordomo y ayudante de cocina. También será la niñera y el profesor privado de tus hijos; les atará los cordones y se los llevará a jugar. Y le dará la medicación al abuelo y empujará su silla de ruedas mientras charlan.

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Te presento a Figure 01. El primer robot humanoide autónomo comercialmente viable mide 1,70 metros y pesa 60 kilos. Llegará a tu casa o a tu empresa antes de lo que crees, dice Brett Adcock, su creador y CEO de Figure AI (en la imagen que abre este reportaje).

«Es el primer robot humanoide verdaderamente útil y saldrá al mercado este año», anuncia Brett Adcock, el padre de Figure 01. Además, a un precio asequible (para ser un robot): lo que vale un coche. Todavía no sabe hacer todas esas cosas que lo harán imprescindible, pero aprenderá rápido. Y lo hará sin que nadie lo programe: por imitación. Le bastará con mirarte. Y, cuando no sepas hacer algo, verá tutoriales o consultará con ChatGPT, que llevará incorporado en su red neuronal.

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Otros prototipos 01 | ¿El más rápido? El robot chino. En los laboratorios se incentiva el maltrato al androide, como hace este empleado de la empresa china Unitree: patadas, empujones… Así espabilan. Pero al ver el vídeo, uno empatiza instintivamente con el humanoide. Los chinos van muy rápido en esta carrera: su prototipo corre a 12 kilómetros por hora, más que el 95 por ciento de los humanos.

Bienvenido a la revolución de los robots humanoides. O, mejor dicho, a la tercera ola de una revolución en marcha desde hace menos de dos años: la de la inteligencia artificial (IA) generativa. Jensen Huang, el patrón de Nvidia, la compañía que vende los potentísimos chips que permiten que estas máquinas sean (o parezcan) inteligentes, lo tiene claro: «Si puedes generar imágenes, si puedes generar textos, el siguiente paso es generar movimientos. Y a partir de ahí puedes diseñar una articulación. Por lo tanto, la robótica humanizada debería estar a la vuelta de la esquina. Los primeros modelos estarán antes de un año. Pero en un lustro veremos cosas asombrosas», pronostica.

La empresa se fundó hace solo dos años y ya está valorada en 2600 millones. Las vacas sagradas de Silicon Valley tenían sus propios prototipos, pero se han subido al carro de Figure AI para no quedarse atrás

Esto va como un tiro… Huang apuesta a que el ganador de esta carrera frenética será Figure AI, una compañía fundada (¡en 2022!) por Brett Adcock, un emprendedor de 34 años salido de las praderas de la América profunda, casi un recién llegado a Silicon Valley, pero que lo ha puesto todo patas arriba, adelantándose a las vacas sagradas, incluido Elon Musk y su Optimus, el robot que se pasea por las fábricas de Tesla. Todos tienen sus propios prototipos o han invertido en compañías que los están diseñando. Sin embargo, la mayoría ha decidido que la mejor manera de no quedarse atrás es subirse al tren de Figure AI, que ha cerrado una ronda de financiación salvaje. No solo por la inyección de capital (675 millones), sino porque los que han abierto la billetera son los que manejan el cotarro: el mencionado Jensen Huang, Jeff Bezos (Amazon), OpenAI (Microsoft), DeepMind (Google), Intel, Samsung… La revista Wired resume así la euforia del momento: «Los robots humanoides al fin salen de su infancia».

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Otros prototipos 02 | El que da más miedo. Los ingenieros que lideran la revolución actual, como Jerry Pratt, jefe científico de Figure AI, se curtieron en DARPA, el programa del Pentágono que organizaba un concurso de autómatas. Figure AI no venderá robots soldado, pero es una excepción. Boston Dynamics, por ejemplo, trabaja en robots para uso militar como el de la foto.

¿Cómo ha conseguido Brett Adcock (Moweaqua, Illinois; 1986) que los androides den el estirón? Respuesta: fichando a los mejores humanos. Adcock se crio en una granja rodeado de maizales. Fundó su primera compañía en el instituto. «Soy un emprendedor en serie desde los 16 años. Fundé un montón de start-ups unipersonales. Yo lo hacía todo... El dinero que ganaba con unas lo perdía con otras», recuerda. Hasta que creó Vettery, una plataforma de selección de personal mediante aprendizaje automático. La vendió a Adecco, el gigante del trabajo temporal, por 110 millones. El mundillo tecnológico lo consideraba un paleto con suerte.

Pero Adcock es un visionario. «Quería hacer algo sostenible y me paré a ver dónde podía causar el mayor impacto beneficioso. Para mí, es un deber moral. El transporte me pareció una buena idea. Nadie ha trabajado en reducir el tráfico en cien años; solo en poner más vehículos en las carreteras. Vi la oportunidad para los taxis aéreos. Y fundé Archer», cuenta. Hizo algo más: fichó a equipos de ingenieros al completo que trabajaban para Airbus y Boeing, descontentos con los recortes.

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Otros prototipos 03 | El que no se cansa. Amazon afirma que este año faltará mano de obra para cubrir puestos de almacén. De momento, ellos ya han incorporado autómatas. «Las máquinas harán los trabajos que la gente no quiere», añade Brett Adcock. Solo es el principio. Goldman Sachs calcula que este mercado moverá unos 38.000 millones de dólares en 2035.

En seis meses diseñaron un híbrido entre dron y helicóptero: bello, vanguardista y eléctrico. Archer salió a Bolsa en 2021, con una valoración de dos mil millones y pedidos en cartera por otros mil. Pero Adcock es 'culo de mal asiento'. «Hay que moverse rápido. Si dudas, pierdes impulso». Dejó la dirección, aunque conservó las acciones y se preparó para su siguiente aventura. «Solo puedo trabajar en un proyecto a la vez, pero lo doy todo», comenta. Una indirecta para Musk, el gran malabarista incapaz de concentrarse.

La frontera más difícil de la IA

Y fundó Figure AI. Mismo modus operandi: se llevó a equipos enteros de Boston Dynamics, Tesla, Google DeepMind y Apple, que estaba desmantelando el programa secreto de su coche autónomo. Si la IA ha vivido unos cuantos inviernos de decepción a lo largo de su historia, la robótica ha padecido la edad de hielo. Pero los robots son importantes porque se mueven en la frontera más difícil para la IA, la del mundo real: una cosa es dibujar en una pantalla o hablar con un chatbot, y otra muy distinta sobrevivir en este caótico planeta tridimensional donde los humanos nos movemos desde que nuestros antepasados se pusieron en pie hace tres millones de años.

Cuando un robot aprenda algo, lo aprenderán los demás. Todos comparten datos. Se llama 'inteligencia federada'

«Hay dos escuelas de pensamiento: la tradicional consiste en construir un entorno específico para los robots; la nuestra, en construir robots que se adapten al entorno humano –explica Adcock a New Atlas–. Podemos tener miles de diferentes tipos de robots realizando tareas únicas, desde aspirar el suelo a desactivar explosivos… O bien un robot humanoide con una interfaz general que lo hace todo». Son robots diseñados a nuestra imagen y semejanza. «Primero, por el coste: cuanto más fuertes, veloces y pesados, más caros son. Pero también porque no existe mejor herramienta que una mano, ni medio de locomoción más versátil que unas piernas», añade Adcock. Además, hay que valorar la empatía: la neurociencia ha demostrado que, si les podemos mirar a la cara y tienen nuestros rasgos y proporciones, los aceptamos mejor.

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Otros prototipos 04 | El que querrá tu trabajo. Figure AI ha firmado un acuerdo para desplegar sus robots en las factorías de BMW. Este primer contacto entre robots humanoides y seres humanos estará marcado por las medidas de seguridad. Una vez que se adaptan al entorno, los robots aprenden imitando. Es decir, aprenderán de sus colegas humanos.

Estos humanoides incorporan los últimos avances en visión artificial y transcripción de audio. «Gracias a la IA generativa, aprenden, razonan, interactúan… Las baterías y motores son cada vez mejores, así como la computación y los chips. Aunque hay tareas cotidianas que aún les resultan dificilísimas, como descargar el lavavajillas. Pero terminarán haciéndolas. Y eliminarán la necesidad de realizar trabajos peligrosos y no deseados. Esto nos permitirá vivir vidas más plenas y felices. Solo estamos en la etapa inicial. Llevará décadas», advierte.

La recompensa no solo será espiritual... «Podemos convertirnos en la compañía más grande del planeta», augura. Y las grandes empresas de hoy no creen que exagere, a juzgar por cómo han invertido en Figure AI. Adcock lo hace «por el bien de la humanidad». Y tiene un plan maestro. Primer robot de uso comercial: 2024. Lo seguirán otros diez mil en los próximos años. Compartirán datos, así que, cuando uno aprenda a hacer algo, aprenderán todos. Se conoce como 'inteligencia federada'.

Ya hay un acuerdo con BMW para ensamblar autos en su planta de Carolina del Sur. Luego irán sustituyendo otros diez millones de empleos inseguros en Estados Unidos: fábricas, almacenes, mataderos… Más tarde pasarán a los hogares para cuidar a la población envejecida. Por último, la colonización de la Luna y Marte. Hay una línea roja: «No los venderemos para uso militar o que pueda infligir daño. Nos llaman muchos contratistas de defensa, pero no les cogemos el teléfono», asegura.

Adcock hace cuentas: «Hoy por hoy, los salarios se llevan el 50 por ciento del PIB mundial, 42 billones de dólares. Pero, a medida que estos androides se incorporen a campos y fábricas, el coste de la mano de obra caerá en picado. Y, con él, los precios de bienes y servicios. Los robots también se abaratarán cuando sean construidos por otros robots. Los humanos saldrán del bucle; aumentará la productividad, el nivel de vida… Nuestro enfoque es proporcionar recursos para los trabajos que los humanos no quieran realizar».

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Un 'superhombre' haciendo robots. Brett Adcock creció en una granja de Illinois y, según cuenta, desde niño se interesó por las máquinas y cómo hacerlas más eficaces para rentabilizar el negocio familiar. Está casado y tiene dos hijos con los que, como deja ver en redes, practica el senderismo. El campo, dice, es su hábitat natural.

Nada impide, según los críticos, que también acaben realizando los trabajos que sí queremos hacer. El historiador Yuval Noah Harari advierte: «Cuando el valor del trabajo caiga a cero, los propietarios de los robots, que son los mismos que los de la IA, controlarán el capital, y el resto de la especie será una horda gigantesca de bocas inútiles que alimentar». Adcock reconoce que, a medio plazo, «se avecina una crisis laboral masiva». Pero saldremos de ella. «La IA resolverá nuestros problemas de salud, energía, transporte…».

En Silicon Valley se dividen entre doomers y boomers (apocalípticos y tecnooptimistas). Adcock cuenta con el respaldo de Sam Altman (OpenAI), que vislumbra un futuro donde el planeta se cubrirá de paneles solares y reactores nucleares portátiles para abastecer de energía a los centros de datos que necesitan la IA y la robótica generativas. Por eso ha fundado Worldcoin y escanea el iris de millones de personas a cambio de una criptolimosna.

Lo hace para que los humanos puedan probar que son humanos… Un captcha inverso que servirá, por ejemplo, para cobrar una renta básica. Adcock tiene su propia visión: «Los robots mejorarán con el uso. Te harán el café, los recados… Y te entenderán como tu mejor amigo. El que no pueda comprar uno lo alquilará. Porque todos vamos a querer nuestro propio humanoide personal».

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