La bóveda del fin del mundo Bancos de semillas ante el cambio climático El biobúnker que salvará a la humanidad del apocalipsis agrícola
Nadie en la ciencia descarta ya la posibilidad de un apocalipsis agrícola. El cambio climático, las sequías, las plagas o los ataques nucleares amenazan la alimentación del mundo. Para evitar el desastre, más de 70 países guardan cerca del Polo Norte un banco de semillas de todos los alimentos del planeta.
Supermán tenía razón: si quieres conservar algo valioso, construye una fortaleza cerca del polo norte. Esa es la idea del Global Seed Vault ('bóveda global de semillas') en las islas Svalbard (Noruega). Lo que allí se conserva es de un valor incalculable, tanto que podría salvar del hambre a millones de personas en el caso de un apocalipsis agrícola que acabase con cultivos de primera necesidad, una eventualidad que los científicos se toman en serio.
Svalbard es un archipiélago tan remoto como curioso. No hay cementerios para que la gente no vaya allí a morir. La razón: el permafrost, la capa de suelo congelado que actúa como la nevera más eficaz del mundo. Unos investigadores desenterraron los cadáveres de unos marineros fallecidos durante la gran epidemia de gripe de 1918 y lograron aislar el virus, en perfecto estado, para fabricar una vacuna. El caso es que los muertos también se conservaban en muy buen estado, y mucha gente empezó a instalarse allí con la idea de morir, ser enterrados y exhumados cuando la medicina hubiese descubierto el remedio para sus males.
Las autoridades noruegas no le vieron la gracia a tan luctuosa emigración y prohibieron los enterramientos. Pero otros científicos tomaron nota y le buscaron una utilidad más inmediata al clima hostil de estas islas del Círculo Polar Ártico, a medio camino entre la Noruega continental y el Polo Norte.
Un tercio de las semillas del mundo están ya aquí
Muchos países tienen una copia de seguridad de sus semillas para replantarlas en caso de catástrofe agrícola. Estas copias se conservan en los llamados 'bancos de germoplasma', donde se guardan no solo semillas, también esquejes y cualquier forma reproductiva vegetal de interés. Hay unos 1500 de estos bancos en el mundo. Pero los edificios están expuestos a desastres naturales, dejadez en el mantenimiento o incluso asaltos por la inestabilidad política. Por ejemplo, los bancos de Irak y Afganistán fueron expoliados durante la guerra.
Está financiado por el Gobierno de Noruega y en su gestión participa la ONG de Bill Gates y de su ex-esposa, Melinda
En el búnker noruego se guarda una copia de cada copia. Su capacidad es de 4,5 millones de muestras, pero su ambicioso objetivo es conservar duplicados de las semillas de todos los alimentos del mundo. Una tarea ardua teniendo en cuenta que los expertos calculan que existen unas 150.000 variedades de trigo, 30.000 de maíz, 47.000 de sorgo y 15.000 de cacahuete. Fue inaugurado en 2008 y en la actualidad se mantienen allí 770.000 especímenes, un tercio de los que se conocen en la actualidad. El proyecto está financiado por el Gobierno de Noruega y lo gestiona el Global Crop Diversity Trust, una organización sin ánimo de lucro formada por empresas y fundaciones, entre ellas la de Bill Gates. Costó unos seis millones de euros y su mantenimiento es relativamente barato: 215.000 euros al año. Participan unos 500 científicos de todo el mundo.
Se encuentra dentro de una montaña helada
Las instalaciones penetran unos 120 metros en una montaña helada de la isla de Spitsbergen y están reforzadas por paredes de hormigón de un metro de espesor. La cámara de seguridad permanece a una temperatura constante de –18 ºC. Pero incluso si se produjese un fallo en el suministro eléctrico, la temperatura no subiría por encima de –3,5 ºC gracias al permafrost, que actúa como refrigerante natural. En tales condiciones, las semillas pueden ser viables durante milenios. La vigilancia de este jardín del edén congelado corre a cargo de la Policía noruega.
Funciona como la caja de seguridad de un banco
Este almacén de semillas, el más grande del mundo, se conoce popularmente como la 'bóveda del fin del mundo'. Resiste erupciones volcánicas, terremotos de hasta seis grados en la escala de Richter, crecidas del nivel del mar e incluso un ataque directo con misiles nucleares. Funciona como una caja de seguridad en una entidad bancaria. Noruega es la propietaria de la instalación, y los países que envían las semillas siguen siendo los propietarios de estas. Las cajas no se abrirán a no ser que el depositante original solicite que le envíen el contenido.
El búnker puede resistir hasta un ataque nuclear
«Estas instalaciones proporcionan los medios para recuperar cosechas arrasadas por desastres de gran magnitud, como una guerra nuclear –explica Cary Fowler, impulsor del proyecto–. Pero no hace falta un cataclismo para poner en peligro la biodiversidad, también puede verse afectada por accidentes, un desastre natural, una mala política o recortes presupuestarios».
Hay que tener en cuenta que muchas cosechas de uso comercial ya no pueden existir sin recurrir a múltiples cruces entre las variedades salvajes y domésticas. «La historia de la agricultura tiene 13.000 años, pero el hombre no empezó a coleccionar semillas hasta hace un siglo. Hoy, los cruces genéticos son tan intrincados que el pedigrí de la más humilde semilla tiene más ramas que el árbol genealógico de la monarquía más antigua.
Noruega es la propietaria del búnker, pero cada país es dueño de sus semillas y puede reclamarlas
Por ejemplo, para describir los cruces genéticos de algunas variedades de trigo harían falta seis metros de papel –añade Fowler–. Y el trigo para fabricar pan no es el mismo que el que se usa para hacer pasta, por ejemplo. Ni son iguales las semillas de las decenas de variedades de tomate para ensalada que las que se usan para hacer salsa. Ya no estamos hablando solo de seguridad alimentaria, también de los gustos de los consumidores».
El objetivo: luchar contra las hambrunas
Pero el propósito principal de la bóveda es evitar hambrunas. Según un estudio del Gobierno británico, el cambio climático puede poner en peligro una decena de cultivos en zonas áridas o semiáridas del África subsahariana. Entre las joyas que se guardan en el depósito noruego hay muestras de un trigo semienano conocido como Norin 10. Es originario de Japón. Su existencia está documentada desde los años treinta y el general MacArthur lo llevó a los Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial. La planta apenas alcanza los 60 centímetros de altura, pero es muy resistente y ha servido para incrementar la producción de grano de países como la India y Pakistán en un 60 por ciento.
Otra variedad de trigo, que ni quiera tiene nombre (se la conoce por su número de referencia: 178383) y es originaria de Turquía, fue importada a los Estados Unidos en 1948. «A simple vista tiene un aspecto bastante miserable, pero salvó las cosechas de la plaga de roya lineal, un hongo devastador, y hoy sus genes están en casi todas las semillas comerciales que usan los agricultores norteamericanos», comenta Fowler.
Bajo el hielo polar
Costó unos seis millones de euros y en el proyecto participan unos 500 científicos. Las instalaciones penetran 120 metros en la montaña helada.
1 | Seguridad y... arte
Además de ultrarresistente, la entrada es una pieza artística de Dyveke Sanne. Abajo está la puerta de acceso; en la parte superior, una luminaria que, como un faro, refleja la luz polar.
2 | Dimensiones de las bóvedas
Un largo túnel de casi 95 metros que se adentra en la montaña conduce a los almacenes. Cada cámara mide 10 metros de ancho por 27 de largo y 6 de alto.
3 | Centro de control
Las semillas, que se reciben de cualquier parte del mundo, son previamente inventariadas y tratadas en esta oficina. Solo entonces se inicia el proceso de almacenamiento seguro.
4 | ¿Cuántas semillas se guardarán?
Se aspira a almacenar todas las existentes en el planeta: unos 4,5 millones de muestras. Cada muestra contiene unas 500 semillas de cada variedad.
5 | ¿Cómo se conservan?
A –18 ºC y con un muy bajo nivel de humedad. Eso garantiza la baja actividad metabólica y la perfecta conservación por siglos de las semillas, siempre que haya electricidad.
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