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Julio Arrieta
Lunes, 14 de marzo 2022, 01:24
Recalde llegó al puerto de La Coruña a bordo de su maltrecho galeón, el 'San Juan de Portugal', abatido y desconsolado «por ver cuán de entre las manos se nos ha ido una victoria tan gloriosa». La Jornada de Inglaterra, el intento de invadir aquel país para destronar a Isabel I, había fracasado y La Grande y Felicísima Armada que lo había intentado pasaría a ser motejada con ironía por los propios españoles como la Armada Invencible, la derrotada por un mal tiempo infernal. «Mañana quería ir a encerrarme en una celda de San Francisco y, si me muriera allí, habría menos trabajos para enterrarme», le dijo el almirante bilbaíno a Andrés de Alba, secretario real, apenas pisó tierra firme. Era el 7 de octubre de 1588. Moriría sufriendo de «calenturas» el día 23.
Bilbao conserva la memoria de Juan Martínez de Recalde en la alameda que lleva su nombre. Sin embargo, la biografía de este militar y marino bilbaíno es todavía una obra en construcción. Porque, como recordaba Manuel Basas en EL CORREO hace 33 años, la vida de Recalde está llena de incógnitas.
No ayuda mucho el hecho de que Juan Martínez de Recalde se llamara igual que su padre, su abuelo y su bisabuelo. De hecho, sigue sin estar muy claro cuándo nació. Geoffrey Parker apuntó la fecha de 1526, pero otros autores la sitúan en torno a 1540 o incluso algunos años más tarde. «Uno de los datos que mejor sabemos es el de su boda en Begoña, el 8 de enero de 1585 con Isabel de Idiáquez, o sea tres años antes de la Invencible. Por muy birrocho que fuera al casarse no creemos que llegara a los 40 años, en cuyo caso habría nacido en 1545 y muerto a los 43 años», escribió Basas.
Historiadores como los citados Basas y Parker, José Tellechea, Enrique Herrera Oria, Rymond Fagel o Manuel Gracia Rivas han enriquecido su perfil. El último señala que el cuarto Juan Martínez de Recalde, nuestro protagonista, destacó en la familia como hombre de mar, «faceta en la que descolló, a diferencia de sus antecesores, que fueron, ante todo, mecaderes y proveedores de las armadas reales».
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Lo que se conoce de su carrera militar antes de la Jornada de Inglaterra justifica que se postulara ante Felipe II para encabezar la expedición cuando su capitán general, el marqués de Santa Cruz, murió. Recalde combatió en Flandes, dirigió expediciones contra piratas -Francis Drake entre ellos- y participó en la batalla de la isla Tercera, en Azores, entre otras acciones. En 1576 comandó las fuerzas navales que aseguraron la rendición de Zierikzee (Paises Bajos). De allí el marino regresó por tierra, «con setecientos hombres por Francia para la costa de Bizcaya, con tanto concierto y orden que, en doscientas leguas, no sucedió pesadumbre, y cobré y pagué por nómina a la gente», como contó él mismo.
Recalde no logró encabezar la Felicísima Armada. Felipe II designó para el puesto al duque de Medina Sidonia, Alonso Pérez de Guzmán el Bueno y Zúñiga, un hombre prudente y dotado para el mando, pero inexperto en la mar. El bilbaíno, segundo en el mando, y desde el 'San Juan de Portugal' -en el que iba como soldado Lope de Vega-, sería el almirante de la escuadra vizcaína de la flota, formada por 14 navíos.
Entre la documentación de aquella expedición malograda hay varios billetes -mensajes- intercambiados entre Recalde y Medina Sidonia en los que se ve su desacuerdo. Al pasar frente a Plymouth y ver a la flota inglesa allí amarrada, el vizcaíno quiso atacar. Pero Medina Sidonia desoyó el parecer de Recalde y siguió adelante, según el plan establecido, para recoger a los tercios en Calais. Esto facilitó que los barcos ingleses se hicieran a la mar y acabaran hostigando a los españoles por detrás. Pero no sin que Recalde les plantara cara al ser atacada la escuadra vizcaína por varios barcos ingleses, con Drake a la cabeza a bordo del 'Revenge', el 31 de julio. El 'San Juan de Portugal', que era el mayor galeón de toda la Armada, mantuvo algo más de una hora de cañoneo con la flotilla de Drake, hasta que éste se retiró.
Los billetes de Recalde también reflejan la preocupación por lo que realmente haría fracasar la expedición: «El tiempo ni ha parecido del mes de julio ni lo parece», escribió el bilbaíno. «Así es, que este año no ha habido verano», le respondía Medina Sidonia. «Quiera nuestro señor que en lo que resta le tengamos». No lo tuvieron.
De los 122 barcos de la Armada que entraron en el Canal de la Mancha pudieron regresar 87, tras rodear las islas británicas y pasar todo tipo de penalidades. Recalde dedicó sus últimos días a dejar por escrito ante el rey su opinión sobre el fracaso de la expedición. También se preocupó por su mujer, junto a la que deseó retirarse: «Es justo dar algo de la vida a doña Isabel», escribió. Pero su salud empeoró con rapidez. «No es la enfermedad de consideración, creo que es más mohína que otra cosa», apuntó Andrés de Alba. Pero se equivocaba, no era solo tristeza. «Juan Martínez de Recalde queda, según lo que los médicos dicen, al último de su carrera», se informó en una carta al rey. «Malo es esto», apuntó Felipe II al margen.
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