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'Guerra sucia' en la central nuclear de Vandellós (II)
Los papeles desclasificados sobre el terrorismo francés

'Guerra sucia' en la central nuclear de Vandellós (II)

En noviembre de 1962, la dictadura de Franco aceptó actuar contra los terroristas de la OAS a cambio de que Francia aceptase alejar a los «separatistas vascos» de la frontera. Las dos partes cumplieron el pacto, pero solo a medias

Óscar Beltrán de Otálora e ilustraciones de víctor santos

Lunes, 17 de octubre 2022

En 1962, Francia había detectado la presencia de un comando de la OAS en Gipuzkoa. Tal y como se relataba en el capítulo anterior, un grupo de 22 desertores de la Legión Extranjera francesa se estaba entrenando en un balneario en ruinas de Azkoitia para cruzar la frontera y comenzar a atentar. Habían iniciado una violenta campaña para intentar evitar la independencia de Argelia, hasta entonces, una provincia francesa. En sus acciones llegarían a matar a 3.000 personas en apenas tres años. Los terroristas, muchos de ellos procedentes de las unidades de élite del Ejército galo y que llevaban dos décadas batallando en distintas guerras, estaban obsesionados con eliminar a Charles de Gaulle. El Gobierno de París tenía que conseguir la ayuda del Gobierno de Franco para intentar frenar al comando de Azkoitia.

Francia esgrimió entonces un acuerdo secreto que mantenía con España desde 1960 por el que policías y servicios secretos de ambos países compartían información sobre actuaciones que afectaban a la seguridad de cada Estado. El objetivo teórico de este pacto era impedir que se creasen santuarios desde los que terroristas y disidentes pudieran actuar impunemente, amparados en la existencia de la frontera. Pero esta entente estaba llena de puntos oscuros que las partes no cumplían.

Cuando se puso en marcha, el entonces ministro de Exteriores, Fernando María Castiella, por ejemplo, reclamó a Francia que persiguiera con más presión a los españoles exiliados en Francia tras la victoria de Franco en la Guerra Civil. El 31 de diciembre de 1960, Castiella demandó de forma expresa a Francia el cierre de las sedes parisinas del Gobierno en el exilio de la República, del «Gobierno de Euzkadi» (sic) y de la Generalitat. La respuesta francesa se limitó a retirar la acreditación diplomática de la que gozaban algunos de los refugiados vascos y catalanes. En ese momento, además, desde el país galo se preparaban ataques del maquis contra España, e incluso atentados como el organizado por Defensa Interior, un grupo anarquista que en 1962 intentó matar al dictador en San Sebastián. Franco salvó su vida porque no pasó por la cuesta de Aldapeta, donde los activistas habían colocado una bomba que debía estallar a su paso.

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Asamblea de ETA

Esta situación hizo que los miembros del comando de la OAS en Gipuzkoa pudieran moverse con absoluta impunidad en España. Solo en noviembre de 1962, la dictadura aceptó implicarse contra los militares desertores pero a cambio de que Francia aceptase trasladar a los «separatistas vascos» lejos de la frontera. Las dos partes cumplieron el pacto a medias y se engañaron mutuamente. El comando de Azkotia fue desmantelado pero en vez de tomar medidas judiciales contra ellos se les envió a Huelva. Algunos nacionalistas vascos fueron alejados de la muga pero el núcleo que se había refugiado en el País Vasco francés, entre el que se encontraban los miembros de la primera ETA, continuó actuando sin problemas. En mayo de 1962, ETA, por ejemplo, no tuvo problemas para celebrar su primera asamblea en la Abadía de Belloc, no muy lejos de la ciudad gala de Carcassonne. Los documentos de los archivos galos, no obstante, muestran que pese a que la política separaba a París y Madrid de forma recurrente, el intercambio de información entre agentes era fluido.

Imagen de la llegada de 'pieds noirs' a Marsella tras la declaración de independencia de Argelia.

La presencia de la OAS en Gipuzkoa no finalizó pese a que los legionarios fueron enviados a Andalucía. Los espías franceses descubrieron que en San Sebastián había quedado una célula destinada a proteger a los miembros del grupo terrorista que cruzaban la frontera para refugiarse en España. Según los informes desclasificados a los que ha tenido acceso este periódico, en la capital donostiarra se identificó a Yvon Lafargue como el enlace con los comandos que se encontraban en suelo galo. Lafargue, según los agentes secretos, se encontraba en la capital donostiarra a las órdenes de George Watin, uno de los líderes de la OAS refugiado en España. En Francia era el delincuente más buscado por las fuerzas de seguridad por ser uno de los cerebros de los diversos atentados contra De Gaulle.

En 1963, la OAS tenía una fuerte presencia en españa, en especial, en Alicante

En 1963, la OAS tenía una fuerte presencia en España, en especial, en Alicante. La violencia desatada por los nacionalistas argelinos contra los europeos al declararse la independencia hizo que miles de personas huyeran de África del Norte hacia Francia, España e Italia. Solo en Orán, una cifra aún desconocida de europeos -los historiadores oscilan entre 400 y 3.000- desapareció en una noche durante los disturbios registrados en esa ciudad, que históricamente había tenido una fuerte presencia de españoles. Alrededor de 50.000 oraneses de ascendencia española fueron repatriados en unas semanas mediante barcos enviados por el Gobierno franquista. Entre esos hombres y mujeres que llegaban a Alicante se mezclaron decenas de miembros de la OAS .

Un «asesino profesional»

Pero los agentes de los Renseignements Generaux detectaron que se estaba formando una colonia mucho más peligrosa en Cataluña, de manera especial, en la localidad tarraconense de Salou. Y este grupo sería el germen de la participación de ciudadanos franceses en la 'guerra sucia' contra ETA en los años 80. Según los informes, el grupo instalado en la costa catalana «tiene una apariencia pacífica pero lo componen los más duros». Los espías galos, por ejemplo, localizaron a Paul Sánchez, 'Landes', al que calificaron de «asesino profesional». Uno de los crímenes en los que participó, según los archivos galos, fue el asesinato en junio de 1962 del general Ginestet, un héroe de la II WW que fue tiroteado en un hospital de Orán junto con un médico cuando acudían a la morgue para rendir honores a un teniente coronel asesinado por la OAS ese mismo día. Los espías galos descubrieron también a Joseph Rizza Dominique, 'Jo' o 'Nany', un exsindicalista del tranvía de Argel acusado de organizar los disturbios más violentos de la capital argelina y de preparar los 'comandos Delta', nombre de las células terroristas de la OAS. Llegó un momento en el que el espionaje galo estaba tan desbordado por los movimientos de los terroristas en Cataluña que tuvieron que reconocer que eran incapaces de indentificarles. «Es un hombre de pelo cano y aspecto de intelectual cansado», escriben al describir a un terrorista que ejerce de enlace con George Watin -el jefe de la nueva red donostiarra- y del que no saben nada.

Una sospecha que se ha extendido sobre este grupo de Salou es su vinculación con la puesta en marcha de un grupo que debía cruzar la frontera para llevar a cabo atentados contra opositores al régimen de Franco. El testimonio más claro sobre esta cuestión procede del citado 'Jo' Rizza. En el libro 'Les soldats perdus' (Los soldados perdidos), escrito en 2003 por el periodista francés Vincent Quivy a partir de entrevistas a antiguos miembros de la OAS, Rizza cuenta como fueron entrenados para formar un grupo de sicarios que actuase en suelo galo. Según el terrorista, «formamos una especie de comando en un balneario controlado por la Guardia Civil, cerca de Andorra. Ese trabajo duró tres meses y nos entrenaron en el manejo de armas junto con varios agentes españoles. Querían sobre todo preparar un equipo contra ETA. Pero los españoles se desinflaron».

'Jo' Rizza, quien había dirigido los comandos de la OAS, fue contratado como jefe de seguridad en la central nuclear de Vandellós

Aunque varios historiadores han mencionado en sus trabajos la existencia de este grupo, las fechas obligan a ponderar las palabras de Rizza. Para empezar, no aclara cuándo se formó este grupo pero de sus frases puede deducirse que fue en algún momento entre 1963 y 1968. En esa época, ETA se dedicaba a repartir propaganda y suponía un problema menor para el franquismo frente a otros grupos de opositores que sí atentaban en España, como el citado Defensa Interior. El primer atentado de ETA no llegaría hasta el 7 de junio de 1968, cuando Txabi Etxebarrieta asesinó al guardia civil José Antonio Pardines en Aduna, Gipuzkoa. Con anterioridad, en 1966, se había producido una acción ridícula, en la que un grupo dirigido por el miembro de ETA Xabier Zumalde, 'El cabra', había 'ocupado' durante unas horas el pueblo vizcaíno de Garay. Los vecinos se encerraron en sus casas al ver llegar a los etarras, a los que confundieron con bandidos. Tras realizar varias pintadas, los seguidores de Zumalde enterraron sus armas en un zulo y volvieron a sus casas en autoestop.

El terrorista 'Jo' Rizza recuerda que tras fracasar el plan para formar un comando en Andorra entró a trabajar en una empresa de construcción creada en Tarragona por Nicolás Géli, otro miembros de la OAS procedente de Orán. Según su testimonio, esta firma fue contratada por Hifrensa (compañía Hispano-Francesa de Energía Nuclear S.A.), la compañía que puso en pie la central nuclear de la localidad tarraconense de Vandellós. Rizza, según su testimonio, llegó a ser jefe de seguridad de las obras, que se extendieron desde 1968 a 1972. Estos datos hacen pensar que en 1968, como muy tarde, el equipo para llevar a cabo atentados de 'guerra sucia' ya se había disuelto sin llegar a actuar. Por ello, las palabras de Rizza pueden referirse a algún tipo de acción vinculada de forma genérica contra la disidencia refugiada al otro lado de la frontera.

Imagen de archivo de la central nuclear Vandellós I. EDUARDO ARGOTE

En los libros de historia, no obstante, sí que aparece una extraña oferta que se le hizo llegar al almirante Carrero Blanco para llevar a cabo atentados en suelo galo por parte de terroristas franceses. En su libro '20 de diciembre de 1973. El día en que ETA puso en jaque al régimen franquista', en el que se analiza el asesinato del presidente del Gobierno, el catedrático de Historia de la UPV Antonio Rivera cuenta como durante el proceso de Burgos, en 1970, ya hubo militares españoles que barajaron la posibilidad de llevar a cabo operaciones de 'guerra sucia', aunque esta reflexión no se concretó. En 1973, los servicios secretos españoles organizaron una reunión entre el almirante y un oficial francés que se ofrecía para atentar en Francia. Carrero rechazó esta propuesta por entender que el asunto de ETA era «un pleito español» y no deseaba la presencia de mercenarios extranjeros. Según otras fuentes, el mando francés pidió 500 millones de pesetas de la época por su colaboración. No se ha aclarado quién era ese oficial ni si pertenecía a la OAS.

En 1968 la OAS era ya una organización en proceso de disolución. Muchos miembros de este grupo habían comenzado a abandonarlo en 1963, cuando comprobaron que toda la violencia que desataron no había servido para detener la independencia de Argelia. Además, varios líderes carismáticos del grupo habían sido fusilados en suelo galo tras ser sentenciados a muerte por sus actividades al frente de la organización armada. En España, mientras tanto, la relación de Francia con Franco iba mejorando y desde Madrid se quería salvaguardar unos contactos -sobre todo económicos- que ayudaban a romper el aislamiento de la España franquista en Europa. La dictadura comenzó a dispersar a los líderes de la OAS y a enviarlos a Canarias o Mallorca, en un primer momento, y luego a países sudamericanos. Esta acción seguía teniendo un toque de farsa, puesto que muchos altos mandos terroristas regresaban a España tras un periplo al otro lado del océano.

Portaga del libro sobre la OAS en las que se recogen las declaciones sobre un embrión de la guerra sucia en los 60.
Imagen - Portaga del libro sobre la OAS en las que se recogen las declaciones sobre un embrión de la guerra sucia en los 60.

El fracaso de sus acciones, además, había llevado a la OAS a dividirse en grupúsculos. En España, las dos tendencias mayoritarias eran el denominado CNR (Conseil National de la Resistance -Consejo nacional de la resistencia-, una organización terrorista 'dura') y una nube de ultracatólicos y anticomunistas que se habían pasado a las filas de una ideología radical. Estos militantes tenían el apoyo de la Falange y también de los carlistas navarros, que llegarían a homenajear al máximo jefe de la OAS, el general Raoul Salan, nombrándole requeté de honor. Uno de sus faros era 'Jeune Nation', un movimiento fascista y neonazi que había nacido en Francia. Otros terroristas 'pieds noir' se estaban dedicando a montar negocios en la costa, principalmente en el sector de la hostelería.

En 1968, el presidente francés puso en marcha la denominada 'operación Reconciliación'. De Gaulle ordenó a un curioso personaje, el miembro de los servicios secretos franceses Michel Baroin -que además de policía era gran maestre de la masonería- que preparase la desmovilización de los miembros de la OAS ocultos en España. Los analistas franceses coinciden en señalar que De Gaulle, que llegaría a conceder ese año una amnistía para los terroristas francoargelinos, buscaba inquietar a los comunistas que estaban llevando al país a una crisis sin precedentes en el denominado 'mayo del 68'. Su intención era asustarles al dejar en libertad a unos exmilitares con una fuerte ideología antirrevolucionaria y acostumbrados a utilizar la violencia.

De la OAS al Frente Nacional

La 'operación Reconciliación' hizo que muchos 'pieds noirs' de la OAS, en especial los que habían tenido un rango de dirección en la organización terrorista, regresaran a Francia con el único compromiso de abandonar la lucha armada. La mayoría de los dirigentes históricos del grupo se acogieron a esa medida y se instalaron definitivamente en suelo galo. 'Jo' Rizza fue uno de ellos. Muchos de estos individuos acabarían militando en el Frente Nacional de Jean Marie Le Pen, un ultra que había luchado en Argelia como miembro de la Legión y cuya hija dirige ahora Agrupación Nacional, el principal partido ultra de Francia.

Sobre las ilustraciones

  • Víctor Santos (Valencia, 1977) es uno de los grandes dibujantes de cómic españoles. Su trabajo tiene una difusión internacional -EEUU, Francia, Italia, China y Japón- y una de sus obras, 'Polar', ha sido llevada al cine por Netflix. Santos ha ganado seis premios del Salón Internacional del Cómic de Barcelona y tres del certamen de Cómic de Madrid. También ha estado nominado al Eisner, los 'oscar' del cómic.

Altos cargos como el general Gardy, el militar que se instaló en San Sebastián y acogió al golpista Salan, decidieron dejar la península y refugiarse en Sudamérica, donde contaron con el apoyo de los dictadores de derechas. George Watin, el terrorista que controlaba la red donostiarra para acoger a miembros de la OAS huidos, fue uno de ellos. Se retiró a Uruguay. En España quedaron aquellos asesinos con un historial complicado y bañado en sangre, muy próximo al hampa. Cuando se puso en marcha la 'guerra sucia' se contó con ellos, como veremos en la siguiente entrega.

Lee el capítulo 3 (y último): Los 'pieds noirs' que acabaron en el GAL

Lee el capítulo 1: 1962, matar a De Gaulle desde Euskadi.

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