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TOMÁS ONDARRA
Las enigmáticas brujas del Anboto
Tiempo de Historias

Las enigmáticas brujas del Anboto

El que quizá fue el mayor brote de brujomanía de la Inquisición Española a lo largo de toda su historia tuvo lugar en Durango

Julio Arrieta

Sábado, 8 de octubre 2022, 23:39

Apenas es una línea en los 'Anales de la Inquisición de España' (1813) del eclesiástico e ilustrado riojano Juan Antonio Llorente (1756-1823), canónigo de Calahorra, donde tuvo un tribunal la Inquisición durante la mayor parte del siglo XVI: «Pedro de Torres dice que después de agosto –de 1507– fueron quemadas en Vizcaya treinta y tantas mujeres por brujas». En su posterior 'Historia crítica de la Inquisición de España' (1817-1818) recuperó el episodio, esta vez sin la referencia a Bizkaia: «Como quiera que sea, parece que la Inquisición de Calahorra había hecho quemar treinta y tantas mujeres, por brujas y hechiceras, el año 1507». Estas citas lacónicas son el punto de partida de quienes han tratado de arrojar algo de luz sobre las brujas de Durango o brujas de Anboto, «uno de los focos de brujería vasca al que más atención ha dedicado la historiografía, tras el de Zugarramurdi», según escribe el historiador Iñaki Bazán en 'Superstición y brujería en el Duranguesado a fines de la Edad Media: ¿Anboto 1507?' (2011), artículo publicado en 'Clío & Crimen' que sigue siendo de referencia sobre este intrigante caso.

Durango, 1499

  • El tribunal inquisidor Las brujas de Anboto fueron juzgadas por el tribunal que la Inquisición tuvo en Durango desde 1499, fue trasladado a Cuenca-Sigüenza de 1501 a 1507 y reestablecido en Durango ese año. Lo presidió Juan de Frías, «canonigo de la yglesia de Burgos», asistido por Juan López de Galarza.

La atención historiográfica no es para menos. El asunto de las brujas de Zugarramurdi, el más célebre de la historia de la persecución de la brujería en España, concluyó en el auto de fe de Logroño, en noviembre de 1610, en el que fueron ejecutadas en la hoguera 6 personas, siendo quemadas en efigie otras 5 que ya habían muerto. De ser histórico, el proceso de Durango superaría en relevancia al de Zugarramurdi solo por la nada común cantidad de condenadas. Sin embargo, y como apunta Bazán, el caso de Durango es «paradójicamente, un gran desconocido, pues buena parte de los hechos y circunstancias que rodearon su existencia quedan todavía por desvelar».

Que esto sigue siendo así se puede comprobar en 'La caza de brujas en Euskal Herria a través de sus principales procesos judiciales', de José Dueso, libro recién editado (por Txertoa) que repasa el asunto en uno de sus capítulos y en el que se evidencia que la investigación no ha logrado ir mucho más allá. De hecho, algunos estudiosos han llegado a dudar de la realidad del hecho, lo sitúan en otro lugar –Navarra– o lo relacionan con la historia de los herejes de Durango, un movimiento heterodoxo desencadenado a mediados del siglo XV en esta localidad, liderado por el franciscano Alonso de Mella, que fue reprimido con dureza.

Un mulo grande y hermoso

¿Qué se sabe de las brujas de Durango? El durangués Juan de Zumarraga (1468-1548), primer obispo de la diócesis de México y pasado inquisidor él mismo, dio fe de que en la comarca caló la brujomanía, es decir, la creencia en la presencia amenazante de brujas maléficas, basada por una parte en las creencias populares y por otra en las elucubraciones eclesiásticas. Según escribió en un tono más bien escéptico, «también se reduce a esta especie de ydolatría el negocio de las bruxas o sorguinas que dizen que hay en nuestra tierra: y han sido condenadas y quemadas». Hay más fuentes indirectas que parecen aludir a este suceso. Así, Pedro Fernández de Villegas, en los comentarios a su traducción del Infierno de Dante (1515), escribió: «Y en las montañas y provincias de Vizcaya, de otros que llaman de la sierra de Anboto, tenían diabólicos errores. En los cuales tratos también se entremeten, y mucho, unas falsas mujeres fechiceras que llamamos brujas y xorguinas, las cuales fazen fechizos y maldades, tienen sus pláticas y tratos con los demonios... En los processos que se ficieron contra aquellos de la tierra de Anboto se dice y confiesa por muchas personas haber visto al diablo y fablándole, a veces en figura de cabrón y otras veces en figura de un mulo grande et fermoso..., y dicen éstas que se reconciliaron y confesaron su error, que si algunas veces aparescía el diablo en figura de hombre, siempre traía alguna señal que demostraba su maldad, como un cuerno en la cabeza o en la frente o algunos dientes que salían fuera de la boca, o cosa semejante».

Estanislao J. de Labayru (1845-1904) recogió en su 'Historia General del Señorío de Vizcaya' una lista elaborada entre fines del siglo XVI o principios del XVII con los nombres de varios vecinos de Durango que fueron penitenciados por la Inquisición en 1500. Bazán concluye que lo más probable es que se trate de las víctimas del proceso que nos ocupa, consignado con un error de fecha. Son 23 personas, 19 mujeres y 4 hombres, la mayoría avecindados en Durango, que fueron juzgados por el tribunal de la Inquisición que se había establecido en esta localidad en 1499, fue trasladado a Cuenca-Sigüenza unos años y se reestableció de nuevo en Durango en 1507. ¿Quizá porque en esas fechas se desató la brujomanía en la comarca?

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Estas personas fueron juzgadas como herejes apóstatas. «Y, ¿quiénes eran acusados de ser herejes apóstatas? Las brujas y brujos, porque renunciaban a su fe cristiana al rendir culto de latría al diablo», escribe Bazán. De las 23 personas procesadas, 6 abjuraron de sus errores y fueron reconciliadas. Diecisiete –todas, salvo uno, mujeres– fueron condenadas a muerte y entregadas al brazo secular para su ejecución. De ellas, cinco habían muerto ya, por lo que sus restos fueron exhumados, quemados y entregados al viento.

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