Se llamaba Andrés Lima Tomás y nació en Bilbao en 1917. Estuvo afiliado al Partido Comunista, acabó en Alemania en 1943 tras ser apresado por la Gestapo y, según Antonio Vilanova, «marchó contento a la URSS» cuando lo detuvieron. «No se sabe más de él». ... Con esta frase concluía el reportaje publicado en EL CORREO el pasado 7 de febrero sobre la historia de los republicanos que pasaron de ser prisioneros en la Alemania Nazi a ser deportados a los centros de la Dirección General de Campos y Colonias de Trabajo Correccional (Gulag) de la Unión Soviética en 1945. Y efectivamente, de Andrés, el bilbaíno que formó parte de aquel grupo conocido como 'los berlineses', no se sabía nada... Hasta el día siguiente, cuando llegó a esta redacción un email en el que, entre otras muchas cosas, se revelaba que el republicano bilbaíno «permaneció en Crimea trabajando en la fábrica de champán de Sudak hasta 1958, año en el que se trasladó con su esposa berlinesa a la RDA».
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El remitente del correo electrónico era Joaquín Gómez Lima, Kintxo. «Soy hijo de Josefina Lima Tomás, hermana pequeña de Andrés, y sobrino suyo, residente en Donostia», explicaba. Había leído el reportaje y el libro en el que se basaba, 'Un amigo en el infierno', del periodista donostiarra Julen Berrueta, y pensó que merecía la pena hacer público lo que sabe de la vida de su tío.
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«Esto ha sido una cosa de familia, algo que siempre se ha contado en casa», explica 'Kintxo' en conversación telefónica. Era la historia del «tío Andrés, que se marchó cuando la guerra». Lo curioso es que «para nosotros siempre fue un gudari, no un comunista». Esta militancia fue un descubrimiento posterior. «Pero claro, eran los años del franquismo y siempre se procuraba esconder este tipo de asuntos.»
Uno de los escasos datos publicados hasta ahora sobre Andrés Lima es que era de Bilbao. «Pero la Guerra Civil le pilló en San Sebastián», a donde parece que se había trasladado el joven, que era calderero, con su padre, «también natural de Bilbao», añade su sobrino. No hay mucha información de lo poco que pudo hacer en la guerra. «Parece que le cogió en Monpas», en el antiguo fuerte. «Tengo fotografías en las que se le ve vestido de soldado, en alguna pone que es del 36», comenta Kintxo. San Sebastián cayó enseguida, ese mismo año, en manos de los golpistas y Andrés y los suyos «acabaron huyendo a Bilbao. De allí pasaron a Santander». De algún modo, «no he conseguido saber cómo», pudo huir a Francia. «Sí sé que estuvo en Burdeos», precisa Kintxo. Fue detenido y acabó en Vichy, el estado títere al servicio de Hitler encabezado por el anciano mariscal Philippe Petain.
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En Vichy a él y sus compañeros «les dijeron que les iban a llevar a la frontera con España. Pero les habían engañado y se los llevaron a Berlín a trabajar como mano de obra forzada», añade Kintxo. Tal y como narra Berrueta en 'Un amigo en el infierno'. «No sé exactamente en qué estuvo trabajando el tío Andrés, no sé si fue reparando vías de tren. El caso es que a los alemanes les hacía falta de mano obra», porque la mayor parte de los hombres habían sido movilizados, «y los republicanos españoles eran carne de cañón perfecta para este cometido».
Pero Berlín acabó cayendo en manos del Ejército Rojo. Y se dio la desconcertante historia de 'los berlineses', el grupo de 35 republicanos que habían tomado la embajada franquista en Alemania y que, en vez de ser liberados, fueron deportados a los campos del Gulag por razones nada claras en 1945. «Según la información que me transmitieron mi madre y mi tía, Andrés estuvo recluido en campos de concentración en Crimea».
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Al calderero bilbaíno se le permitió la salida del campo en 1948 «con la condición de permanecer en el territorio de la URSS. Así que se quedó «trabajando en la fabrica de vinos espumosos de Sudak, que pertenecía al estado desde la revolución rusa y que sigue existiendo».
En 1958 –quizá un año antes– «él y su mujer, Inge, que era berlinesa y cuyos tíos eran de origen judío, decidieron irse a Berlín», aprovechando la ligera apertura que se dio en la Unión Soviética tras la muerte de Stalin. Primero se establecieron en la RDA, la Alemania oriental, pero después pasaron a la Federal, «en la que ella tenía familiares». Estos los acogieron y les dejaron vivir en la parte baja de su casa.
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La pareja consiguió trabajo en unos grandes almacenes, «creo que de la cadena Sears, porque recuerdo que en una visita nos trajeron un catálogo», apunta Kintxo. «El tío Andrés estaba en la sección de electrodomésticos e Inge en la de ropa. Esto les permitió alcanzar una estabilidad económica y, por fin, pasar página de todos los sufrimientos anteriores. Aunque no tuvieron hijos, fueron felices».
Kintxo conoció en persona a su tío en esta etapa de su vida. «Inge y él visitaron Donosti en tres ocasiones, los años 1959, 1960 y 1961. Así se reunió con su madre, hermanas y sobrinos». Después, los encuentros se celebraron en Hendaya. Debió de suceder algo que impidió que Andrés pudiera pasar la frontera. Según otro 'berlinés', el aviador republicano Francisco Sauri Cervera, con el que mantuvo una fuerte amistad y del que fue padrino de boda, parece que Andrés alcanzó cierta notoriedad como mecánico en la fábrica de espumosos de Crimea. «Inventó un sistema que evitaba el acarreo manual de cubas por los trabajadores». Fue reconocido por ello y salió en la prensa soviética. «Esta notoriedad, por una cuestión laboral, no política, debió de llegar más tarde a oídos de las autoridades españolas y pudo convertirse en un obstáculo», cuenta Kintxo.
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Andrés Lima Tomás murió en 1974. «Yo tenía 20 años –recuerda su sobrino–. Acompañé a sus hermanas Josefina y Mari al funeral civil que se celebró en Berlín, al cual también asistió Francisco Sauri». Inge falleció en 1978. «Están enterrados juntos», concluye Kintxo.
Concluye por ahora, porque quiere saber más: «De Andrés pero también de los otros. Tenemos que recordar la historia de esta gente, hay que recuperar su memoria y tiene que saberse por todo lo que pasaron. Del tío me gustaría conocer más cosas sobre la época de la guerra y de Crimea. Me gustaría conectar con las familias de los demás que vivieron aquello y pudieron estar con él».
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