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Hace unos días surgía el rumor (por boca de Ming-chi Kuo, el analista más reputado del ecosistema Apple) de que los próximos iPhone se comercializarían sin adaptador de corriente. Tampoco auriculares. La caja incluiría así el teléfono, un cable de carga y ... las usuales pegatinas de la manzana mordida.
La noticia contradijo a otros informantes, quienes aseguraron que Apple adjuntaría un cargador de 20 vatios (frente al estándar de 5 vatios) en todos los modelos. A fin de cuentas, los usuarios deberán reutilizar los adaptadores que tengan por casa, adquiriendo uno nuevo si quieren aprovechar la tecnología de carga rápida inherente a los últimos terminales.
Por su parte, la ausencia de auriculares estaría relacionada con la popularidad de los AirPods (obligándosenos a un desembolso adicional) y el empeño de Apple por un futuro iPhone completamente inalámbrico.
Pese a lo anterior, el precio de los cuatro iPhone 12 en producción no bajaría un céntimo respecto al de los iPhone 11, Pro y Pro Max. Hablamos así de móviles de mil euros (o más) que nos llegarían cuasi desnudos, lo que para muchos usuarios torna inconcebible.
Máxime cuando los de Cupertino no son el único fabricante con dichos planes en mente. El rumor de las últimas horas apunta a Samsung, quien estaría sopesando eliminar los cargadores de las cajas de sus smartphones (algo que no afectaría a los planes de lanzamiento del Galaxy Note 20, a revelarse el próximo 5 de agosto).
Lo cierto es que no es la primera vez que un teléfono se vende sin adaptador de corriente. La renacida Motorola fue una de las pioneras en este sentido, lo que le valió para posicionarse en el competitivo segmento de la gama media. Su lógica fue que, efectivamente, la mayoría de usuarios tienen varios cargadores en sus hogares. ¿Para qué ofrecerles otro con el mismo voltaje si esto encarece el precio de venta?
Tal disyuntiva nos devuelve a otra: ¿por qué los nuevos smartphones de Apple y Samsung costarían lo mismo? La explicación se encuentra, primeramente, en la adopción del 5G. Los componentes necesarios para abrazar las nuevas redes móviles (módem o un chip de procesamiento que lo integre) suponen un sobrecoste que los fabricantes intentan compensar.
Reducir la producción de cargadores también está relacionado con el medio ambiente. Según Naciones Unidas, en 2019 se generaron 53,6 millones de toneladas de residuos electrónicos en todo el mundo (compuestos en gran medida por terminales móviles y adaptadores de corriente). Las predicciones para 2030 hablan así de 74,7 millones de toneladas, cifra que medidas como la expuesta intentarían rebajar. La propia Unión Europea lleva años exigiendo un cargador universal, que podamos aprovechar con varios dispositivos y nos evite el acúmulo de accesorios.
En este sentido, Kuo también pronostica el empleo de embalajes 100% ecológicos por parte de Apple, multinacional siempre comprometida con la sostenibilidad de sus procesos de fabricación. Esto explica la reutilización de componentes en modelos como el iPhone SE y su variante de 2020.
Los grandes perjudicados de esta tendencia serán aquellos usuarios que no cuenten con cargadores modernos o auriculares inalámbricos, quienes sí pagarán de más por un iPhone 12 (o su equivalente de Samsung). También se da la posibilidad de que algunos opten por adaptadores de mala calidad (propensos a fallos eléctricos) o que no aprovechen las posibilidades de su flamante smartphone. Cada cual deberá evaluar su caso y decidir qué le sale a cuenta.
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