Análisis de Captain Toad: Treasure Tracker para Nintendo Switch

Como uno de los personajes más prolíficos de la multinacional japonesa, Toad alcanza el protagonismo bajo una premisa rancia, como mandan los cánones del Reino Champiñón: Toadette ha sido secuestrada por Wingo, un aguilucho con muy malas pulgas y algo de cleptomanía.

La expedición de rescate se narra a razón de fase por página y en varios tomos, que desempolvamos tras la primera veintena de niveles. En su momento, nuestro gran temor fue que la propia naturaleza (y precio recomendado) de Treasure Tracker deviniera en un título de escasa duración, pero nada más lejos de la realidad.

La mecánica que sustenta cada nivel reside en los giros de cámara (mediante el stick análogico o el giroscopio) y la carencia de saltos. Toad rememora su participación en Super Mario Bros. 2 con la habilidad de arrancar vegetales y lanzarlos a los enemigos, aunque también podemos aturdirlos con nuestros dedos o deslumbarlos con su linterna. El objetivo es alcanzar la estrella de final de nivel mientras esquivamos peligros y desentrañamos el acertijo inherente, por lo general un juego de perspectivas al estilo de Echochrome o Monument Valley.

El aprovechamiento del panel táctil de Switch es pleno: secciones que cambian de posición al tocarlas, manivelas que giran rampas al trazo de nuestros dedos... El verdadero reto no será conseguir todas las estrellas del juego, sino hacernos con las tres gemas ocultas y cumplir el requisito adicional por página. Se intercalan además misiones de bonus, donde son protagonistas las consabidas Duplicerezas y el Superpico, con el que quitarnos de en medio a los enemigos más molestos o romper bloques para revelar nuevas áreas.

Nintendo EAD dispone fases muy variadas en lo técnico y jugable. La gravedad o los tempos acelerados complican la cuestión por momentos, a lo que sumamos unos muy entretenidos jefes finales. Lo único que lamentamos es una curva de dificultad escasa si completamos la partida superficialmente, pues no es hasta los últimos niveles que la cosa se pone seria. Por el contrario, los completistas tendrán más de 10 horas por delante, pues estampar el sello que certifica el 100% de cada encargo requiere muchos intentos.

¿Y qué novedades encierra el título en la consola híbrida? Primeramente una modalidad cooperativa (previo desacople de Joy-Cons), donde el segundo jugador puede 'molestar' a los enemigos. Se trata de algo similar a lo visto en Super Mario Odyssey, por lo que hablamos de una opción anecdótica, sin incidencia en el diseño de los niveles. Oportunidad perdida entonces para vitaminar el juego con rompecabezas a dos bandas.

Respecto a los Amiibo, la figura de Toad concede invencibilidad y la serie Odyssey desbloquea cuatro desafíos adicionales ambientados en los mundos del juego. Todos ellos elaborados pero breves, lo que nos deja con ganas de más... sobre todo al considerar la supresión de los niveles de Super Mario 3D World.

A nivel técnico, el modo portátil nos deja una nitidez impagable en comparación al Gamepad; si bien detectamos algunas ralentizaciones y dientes de sierra jugando en el televisor, donde las interacciones táctiles se suplen con un puntero no demasiado estético. Sea como fuere, las coloridas redondeces de Treasure Tracker obnubilan al compás de unas melodías marca de la casa, que te acompañan mucho después de haber soltado el mando.