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Mateo Balín
Viernes, 16 de febrero 2024, 07:21
El paquistaní Dilawar Hussain Fazal Chouhdary, de 42 años, que en diciembre acabó con la vida de los tres hermanos Gutiérrez Ayuso, de Morata de Tajuña, por una supuesta deuda, no tenía en realidad nada más que perder. El jueves de madrugada golpeó en ... la cara hasta matar a su compañero de celda, en Estremera. Acababan de terminar su última partida de ajedrez. Este viernes pasará a disposición judicial.
'El Negro', el apodo de este asesino, había ingresado en la cárcel por matar a golpes con una barra de hierro a sus caseros. El jueves, como lo hizo antes, volvió a admitir el delito: había utilizado una mancuerna de gimnasio fabricada al parecer fabricada por su víctima, que utilizaban los internos del módulo 12, catalogados como conflictivos. Un material que está totalmente prohibido en el interior de los calabozos, sólo pueden emplearse en el gimnasio de la prisión.
Paradojas de la vida: la relación con su víctima. el búlgaro Angel Asenov Velikov de 40 años, al parecer era buena. De hecho, por las tardes pasaban el tiempo jugando al ajedrez en la celda. El fallecido, en todo caso, no ejercía las funciones de un «preso-sombra». Es decir, un interno de confianza que de forma voluntaria se está las 24 horas con el recluso afectado para prestarle seguimiento, apoyo y atención, más si cabe cuando estos presentan signos depresivos.
Tras cometer el crimen después del cierre de celdas, sobre las 21.30 horas, el propio agresor avisó a un funcionario. Entonces, se puso en marcha el protocolo sobre fallecimientos, se avisó al juzgado de guardia y agentes de la Policía Judicial se desplazaron hasta el penal, acompañados de forenses, para realizar una inspección ocular y entrevistarse con posibles testigos.
De forma paralela, el centro penitenciario de Estremera ha abierto una investigación interna para conocer qué ocurrió y si se produjo algún fallo de seguridad, como por ejemplo saber cómo llegó el objeto contundente a la celda. Del mismo modo, Chouhdary fue llevado a aislamiento desde el módulo 12, uno de los más conflictivos de la cárcel. Fuentes penitenciarias han señalado que en estas tres semanas en prisión preventiva «no había protagonizado ningún altercado, pero mantenía eso sí una actitud altiva».
Y es que no era la primera vez que estaba en esta cárcel, en la que estuvo recluido hasta el pasado septiembre, cuando fue juzgado y condenado por un delito de lesiones con instrumento peligroso a dos años de prisión. Una sentencia que al ser dictada de conformidad permitió a su defensa solicitar el beneficio de la suspensión de la ejecución de la pena privativa de libertad, sin que ninguna de las partes se opusiera. Después, ya en libertad provisional, llegó el triple crimen de los hermanos Gutiérrez Ayuso en Morata de Tajuña.
Chouhdary fue detenido el 22 de enero y confesó haber acabado con la vida de los tres hermanos un mes antes de que se descubriera el triple crimen. El paquistaní mató a sus víctimas a golpes con una «barra» que todavía no se ha encontrado y aún no se ha descartado la posibilidad de que hubiera tenido algún cómplice.
Chouhdary, tras su primera confesión nada más ser detenido, dejó de colaborar con los investigadores por consejo de su abogada, llegando incluso a desdecirse para no autoinculparse formalmente por el crimen. Sin embargo, ante el instructor sí que volvió a reconocer «la autoría de los hechos» y «ratificó en lo declarado ante la Guardia Civil» en un principio, según informó en su día el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM), que precisó que la «calificación penal» de tres delitos de homicidio es «inicial y podría modificarse según se vayan practicando las correspondientes diligencias de investigación en el marco de la instrucción judicial».
El asesino confeso fue enviado a la cárcel madrileña de Estremera -la misma en la que estuvo entre febrero y septiembre de 2023 por golpear en la cabeza con un martillo a Francisca Amelia. La misma prisión donde esta pasada medianoche acabó con la vida de su compañero de celda tras una discusión cuyo origen aún está por esclarecer.
El triple crimen de los hermanos de Morata de Tajuña encierra una doble estafa basada en la codicia, según los investigadores del Grupo de Homicidio de la Guardia Civil. Por un lado el engaño 'amoroso' a las hermanas Gutiérrez Ayuso que enviaron hasta 400.000 euros en unos siete años a dos falsos 'novios' militares norteamericanos con el fin de cobrar una supuesta herencia de siete millones de euros.
Por otro lado, el probable engaño en el que cayó el asesino confeso de Francisca Amalia, Ángeles y Pepe, quien llegó a vender el próspero locutorio informático y de transferencias que regentaba en la cercana localidad de Arganda del Rey para poder prestar dinero a los hermanos y entrar en el 'negocio' de la herencia de los militares norteamericanos por el que esperaba obtener un beneficio cercano a los 50.000 euros en solo unos meses.
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