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15 años de cárcel. Esa es la pena que le ha impuesto el magistrado Agustín Alonso a Carmen Merino por la decapitación de su novio, Jesús Mari Baranda, del que solo ha aparecido su cráneo. El presidente del tribunal del jurado considera a Merino ... autora de un delito de homicidio con la agravante de parentesco, en base al veredicto emitido a mediados de noviembre por el jurado popular, que descartó el asesinato, obligando a la Fiscalía y a la acusación particular a rebajar su petición de pena hasta los 15 años de cárcel, el máximo por este delito (antes del veredicto solicitaban 25 años y prisión permanente revisable, respectivamente). Por estos hechos, la acusada tendrá que indemnizar en concepto de responsabilidad civil a Andrés Baranda (hermano del fallecido), con 18.000 euros, y a los hijos del finado con 20.000 a cada uno.
Varias han sido las cuestiones que han provocado una mayor deliberación y discrepancia a los miembros del jurado, porque «han sido conscientes de que carecían de la prueba directa, fundamental y objetiva del hecho enjuiciado, cual es el cadáver de la víctima«. El magistrado Alonso coincide con la defensa en el desconocimiento relativo al dónde, al cuándo y al cómo se produjo la muerte de Jesús Mari. Pero no son estas las únicas cuestiones que quedan por esclarecer. El mediático caso de la decapitación de Castro Urdiales llega a su fin, pero quedan en el aire una serie de interrogantes.
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Al concluir que Carmen Merino «no causó la muerte» de su pareja sino que «participó como autora», los miembros del jurado dejaron en el aire la posibilidad de que alguien más participara en el crimen.
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Las acusaciones estiman que se produjo en torno al 13 de febrero de 2019, porque ese día dejó de funcionar el móvil del finado. Los peritos creen que la data de la muerte es compatible con esa fecha, pero no lo pueden asegurar al cien por cien.
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Las acusaciones creen que en el domicilio de la pareja, «porque es el lugar donde puede cometerse esta tarea durante varios días», pero no hay ninguna prueba que lo indique.
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Los forenses no han podido determinar la causa de la muerte, solo que el cuerpo de la víctima fue descuartizado postmorten.
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Los peritos creen que apareció así por aplicarle un «sólido incandescente» como una «plancha metálica caliente» o «una cazuela sin agua».
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Es uno de los grandes misterios que rodean a este caso. Los agentes buscaron sin éxito en varias fincas familiares y en el vertedero de Meruelo cuando conocieron que una limpiadora que contrató Merino arrojó a unos contenedores de Castro unas «bolsas pesadas» donde supuestamente había restos de tierra de unas macetas que la acusada había retirado.
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Es lo que desean ahora los familiares de la víctima para poder cerrar el duelo. Sin embargo, habrá que esperar si la acusada está por la labor de desvelar esta cuestión si sus recursos no prosperan.
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