Tragedia en Valencia

Pilar, la profe; Esther, la chica de Alzira; Ramón, el del Levante... Estos son los fallecidos en el incendio de Valencia

Una de las cosas que comparten todos los que perdieron allí la vida es que residían en las plantas más altas del inmueble, lo que impidió su evacuación, bien por parte de los bomberos, bien porque ellos decidieran aventurarse escaleras abajo. El humo era su principal enemigo: sin control, circulaba por las escaleras y llenaba pasillos y pisos. Salir al balcón era imposible porque eran pasto de las llamas.

Los profesionales que intentaron rescatarles desde dentro, de hecho, tuvieron que darse la vuelta en el piso octavo, después de desoír las órdenes de los mandos varias veces de que regresaran 'ipso facto'. Se dieron ellos mismos por muertos y se despidieron por la emisora. Aunque su equipo, hecho de material que resiste altas temperaturas, y las botellas de oxígeno les permitieron llegar a la calle cuando lo dieron todo por perdido. No sin daños: el último bombero hospitalizado abandonó ayer la UCI.

En este escenario, los fallecidos buscaron refugio donde pudieron y allí encontraron después sus cuerpos. Las autopsias han determinado que fallecieron por inhalación de humo y que sus cuerpos fueron calcinados cuando ya no estaban vivos. Hoy, sus familias les lloran a la espera de poder enterrar sus restos. Estas son sus historias.

La historia de esta familia fue la primera que trascendió. Ella acababa de tener a la pequeña Carla hacía dos semanas y se recuperaba de una cesárea. Cuando se inició el fuego, estaban en casa los cuatro puesto que Ramón, ingeniero, estaba de baja paternal y Víctor, de dos años, había vuelto ya de la guardería a la que iba, Sant Pau, en el barrio. Allí iban los hijos de otras diez familias que «lo han perdido todo» en el incendio, dicen los responsables.

Ramón, aficionado del Levante y muy conocido, se despidió de su padre por teléfono antes de que el humo entrase en el baño donde se habían refugiado todos, siguiendo las directrices de los bomberos cuando las llamas todavía no habían llegado a su bloque. Porque ellos vivían en la segunda mole del inmueble, la de diez alturas, al que el fuego saltó descontrolado sin que se pudiera hacer nada, ni siquiera preveerlo.

Marta tenía 40 años y era exalumna del colegio Jesús-María de la capital levantina. Pertenecía a la promoción de 1986. Allí le brindaron el viernes un emotivo recuerdo. Quienes trataron con ella dicen que estaba muy ilusionada con su maternidad y pensaba llevar a los dos pequeños a este centro cuando tuvieran la edad de escolarizarlos.

A Carmen la conocían muchos vecinos del edificio de Nou Campanar porque había sido vicepresidenta de la comunidad de propietarios. Vivía sola desde que una de sus hijas se independizara. Recibía la visita constante de todos sus vástagos. Era «educada y muy amable», recuerdan quienes la conocían.

Con una sonrisa perenne en la calle, hacía vida en la zona. Llamaba la atención también por su «elegancia. Iba siempre bien vestida». Su reloj se paró el jueves en su piso de tres habitaciones en la novena planta de una de las torres. Muchos se enteraron de que era una de las víctimas porque no contestaba al WhatsApp y eso no era habitual.

Era profesora, «la de Filosofía», en el Instituto Malilla, del centro de la ciudad. Llevaba allí una década. Tenía 60 años y vivía en uno de los áticos de las torres. Sus conocidos la describen como una mujer activa y jovial, muy apreciada entre sus compañeros y alumnos. No tenía hijos y estaba a punto de jubilarse.

En el instituto se dieron cuenta de que podía estar entre las víctimas del incendio cuando el viernes no acudió a impartir las clases que tenía programadas. Su entorno está desolado y «en shock»

Esther tenía 35 años y era de Alzira, pero vivía en Valencia desde hacía unos años, aunque a Nou Campanar llegó hace dos. Compartía el piso con su pareja, aunque en el momento del suceso parece que él no estaba allí. Era la pequeña de tres hermanos y se sentía muy vinculada con su pueblo natal. Había sido fallera y mantenía allí a su cuadrilla, además de a su familia.

Estudió Ingeniería en Organización Industrial en la Universidad Politécnica de Valencia e hizo prácticas en Inglaterra. Volvió a Valencia a trabajar en empresas del ramo sanitario y ahora estaba contratada en una multinacional del sector.

Cuando vio que no podía salir de casa y que la tragedia se le había pegado a los talones llamó a su madre. Le contó que no podía salir, que tenía muchos problemas para hacerlo. Y se despidió. También avisó a su compañero sentimental.

A falta de saber sus nombres, este matrimonio son la octava y novena víctima de la tragedia (este sábado se localizó el cuerpo de la décima, de la que no se tienen datos aún). Estaban en su piso cuando se desataron las llamas y allí se quedaron esperando que todo se resolviera favorablemente. Junto a ellos estaba su perra.

Su vivienda estaba en un tercero, pero les cercaron las llamas y no podían hacer nada. Salieron al balcón, donde algunas fuentes dicen que se les vio pedir ayuda, ante la impotencia de los servicios de emergencia.