OSKAR ORTIZ DE GUINEA
Martes, 10 de agosto 2021
Abdoulaye Coulibaly tenía 18 años y había recorrido más de 5.000 kilómetros desde que en 2017 partió de su Guinea Conakry natal. Le impulsaba su sueño de prosperar y encontrar una vida mejor que la que dejaba en su país, donde reside su padre. ... Su objetivo era llegar a Nantes, donde vive el hermano pequeño de su madre, ya fallecida. Su sueño, sin embargo, se ahogó el domingo en aguas del Bidasoa. El río fronterizo, tan pequeño como traicionero, podría ser un simple afluente del enorme Loira, en cuyas orillas había imaginado otra vida en la Bretaña francesa. Se quedó a algo más de 500 kilómetros de su destino, sin poder cruzar la última frontera de su camino, varado en el meandro de San Miguel ante la dificultad que entraña atravesar la muga debido a las estrictas políticas migratorias de Francia. Tras más de tres días en Irun, el joven guineano pretendía superar el enorme muro que suponen los controles de la Gendarmerie tanto en el puente de Santiago como en el paso de Behobia. Los dos migrantes que lo acompañaban sí lograron vadear la corriente, y al menos uno llegó a Baiona, la siguiente estación 'natural' tras partir de Gipuzkoa.
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Organismos oficiales confirmaron la identidad publicada ayer por este periódico: Abdoulaye Coulibaly, que el próximo 23 de noviembre habría cumplido 19 años. Tenía cuatro hermanos. El tío con el que el fallecido esperaba reunirse en Nantes está tramitando su viaje a Gipuzkoa en coordinación con colaboradores de las vías migratorias en Francia y con la dirección de Migración y Asilo del Gobierno Vasco. Su objetivo es reconocer los restos mortales de su sobrino, que permanece en el Instituto Vasco de Medicina Legal en Donostia, e iniciar el duelo y los trámites para la repatriación del cadáver, dado que el padre desea que Abdoulaye repose para siempre en Guinea Conakry, de donde el joven había emigrado con la idea de arribar a Francia.
La llegada de este familiar está pendiente de varios trámites burocráticos antes de emprender el viaje vía Burdeos. Según las fuentes consultadas, entre otras cuestiones ayer faltaba que el pasaporte de Abdoulaye sea trasladado desde Granollers, en Barcelona, donde el guineano estuvo antes de trasladarse a Irun el pasado jueves día 5.
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El director de Migración y Asilo, Xabier Legarreta, ya ha trasladado a la familia del fallecido las condolencias y se ha ofrecido a hacer «lo que esté en nuestras manos dentro de lo que es nuestro ámbito competencial».
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Desde el sur al norte, son Cabo Blanco, Dajla, Bojador o El Aaiún. Fuentes que el lunes llegaron a hablar con su padre no han podido confirmar si se echó al Atlántico desde Dajla -como hizo Yaya Karamoko, el costamarfileño de 19 años que se ahogó el pasado 22 de mayo a la altura de la isla de los Faisanes- o lo hizo desde El Aaiún, cerca de la frontera de Marruecos. Antes tuvo que atravesar Senegal y Mauritania, y puede que Guinea Bisáu y Gambia si al salir de Conakry decidió recorrer la costa hasta Senegal.
La patera en la que viajó Abdoulaye alcanzó la costa canaria el 23 de mayo, según fuentes oficiales. A su llegada, fue recogido por organismos policiales. Tres días después fue trasladado junto al resto de los que habían sido sus compañeros en el cayuco hasta un campamento gestionado por Cruz Roja. Dada su corta edad, apenas 18 años, la institución de ayuda humanitaria acreditó su situación de vulnerabilidad para su traslado a la Península. La petición fue aceptada por el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, por lo que pudo viajar a Cataluña el 29 de julio.
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Según informan desde Irungo Harrera Sarea, una parte significativa de los migrantes que llegan a Cataluña, en lugar de continuar el viaje por la frontera teóricamente más lógica, la de La Junquera, opta por acercarse a Irun ante la buena reputación que la acogida en esta localidad tiene entre las comunidades migrantes. Bien pudo ser este el caso de Abdoulaye, aunque es cierto que Gipuzkoa queda más cerca de Nantes. El caso es que, pese a contar con una plaza asignada dentro del programa de atención humanitaria, el pasado día 5 abandonó de forma voluntaria Granollers sin comunicarlo previamente a nadie de Cruz Roja.
Ese mismo jueves llegó a Irun y fue registrado en el dispositivo de Cruz Roja, donde durmió las tres noches que la normativa de esta ONG le permite hacerlo como máximo. El sábado fue la última vez que voluntarios de la red de acogida irundarra le vieron. «Le dimos la información habitual -aseguran-, con las maneras que tenía de cruzar la frontera»: por tren, autobús, barco o a pie. Tal como hicieron ayer voluntarios como Ion, Garbiñe o Gari con la docena de migrantes que se personaron en su 'oficina' portátil en la plaza San Juan, le desaconsejaron la opción de cruzar a nado. «El río es muy peligroso. Parece que no, pero hay corrientes», recalcaron.
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Observaron a Abdoulaye «bastante nervioso», tal vez por la fuerte presencia policial en la frontera, según dedujeron. Entre el jueves y el sábado es cuando más migrantes llegan a Irun -la semana pasada, 198 de los 293 registrados los siete días-, y los controles son más férreos. Esa noche, el joven de Guinea Conakry regresó a descansar en el dispositivo irundarra. Lo abandonó temprano, porque pasadas las 9.30 horas había superado ya Behobia para hallar la manera de atravesar el Bidasoa. Se ahogó en los remolinos de las políticas de migración.
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