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La muerte de Abdoulaye no cogió de sorpresa a los vecinos de los cuatro caseríos más próximos a la conocida como curva de San Miguel donde el domingo ocurrió la tragedia en el río Bidasoa. «Algún día tenía que pasar», lamenta Jon Indakoetxea. «Y es ... una vergüenza que suceda. Ya es el segundo en apenas dos meses. Y si no hacen nada, seguirán muriendo», añade consciente del drama que se estrella en la frontera. «Yo trabajo en Sara, y me han llegado a mirar con un espejo los bajos del coche por si llevaba algún migrante. ¿Cómo voy a llevar uno ahí?».
Este vecino del caserío Lamiarri, algo más abajo de donde fue localizado el cuerpo del joven guineano, asegura que «de vez en cuando se ven migrantes. Hemos atendido a alguno que nos ha pedido agua, nunca comida. Te preguntan por dónde pasar, y te sale ayudarles; bastante mal lo han debido de pasar ya. Aquí enfrente hay un paso más asequible que por San Miguel».
En esta zona, poco antes de que llegue una patrulla de la Guardia Civil, tres monitores del club Santiagotarrak descargan de un remolque las piraguas con las que impartirán un cursillo a diez niños. Uno de ellos es el irundarra Martin Arruabarrena, residente en Hendaia. «No sé exactamente dónde ocurrió. El río ahora no baja con mucha fuerza como en invierno», explica mientras apunta un punto donde se puede cruzar a pie. «Pero unos metros más abajo ya te cubre y el río te puede llevar si lo quieres cruzar a nado. Y si no sabes nadar y no lo conoces puede pasar lo que pasó».
Unos cientos de metros cauce arriba está el caserío Itxaurreta Berri, donde no vieron «nada» el domingo, pero sí otros días. «De vez en cuando se ve algún migrante. Van de dos en dos, o tres...», aseguran. Aunque parezca mentira ante la frondosidad que preside la escarpada ladera en la otra orilla, aseguran que hay «un paso, pero es difícil que alguien que no conoce el río acierte a ir». El bosque conectaría con el caserío Liçarlan a través del Mugazainen bidexka/Sentier des douaniers, ya en la zona de Biriatou, donde Antoine, un joven de la zona «nunca» ha visto a nadie atravesando el río.
Cerca ya de Endarlatsa, en la casa Intxaurreta, un vecino ni se había enterado «de nada». De tratar de atravesar el río, tendría que ser «más abajo». En la zona más baja está el Lastaola, dedicado a la cría de ganado vacuno. Uno de sus habitantes afirma que el domingo se cruzó con su bicicleta con tres migrantes. «Había quedado a las nueve en Behobia, así que serían las 8.50 horas. Les vi y no le di más importancia». No es una imagen infrecuente, sobre todo los fines de semana, ya que de jueves a domingo es cuando más migrantes llegan a Irun. «Al enterarme de la noticia, pensé que podía tratarse de los tres que vi».
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